martes, 21 de abril de 2015

Sao Miguel - Tres días

Hola a todos.
Tuvimos tres días para deambular por Ponta Delgada. Paseábamos dejándonos llevar por la intuición. Ya la conocíamos algo -gracias a Ruben- así que teníamos referencias como para no perdernos por los vericuetos de sus calles cosa que además parece imposible. Los tres días nos dio para mucho, tanto como para decir que conocemos el paisaje íntimo y el sentir de la ciudad aunque siempre quedarán rincones por descubrir. Un día, el sábado, tuvimos una experiencia inolvidable. Habíamos ido al Jardín Botánico José do Canto. Estábamos contemplando los árboles y las plantas en general. Habíamos llegado a un punto en que un chorro de agua subía de una fuente hacia el cielo para caer en gotas espaciadas sobre el agua de un pequeño estanque. De repente, el agua que caía comenzó a ir a más, a mucho más. ¡Estaba lloviendo de forma intensa! ¿Qué hacer? ¿Dejábamos el paseo a medias o seguíamos "cantando bajo la lluvía" como en la película de Gene Kelly? No cantábamos pero sí reíamos sintiendo el agua cayendo a goterones caer sobre nuestros paraguas mientras concluíamos el recorrido.





Ese mismo día nos fuimos al muelle. Teníamos una cita con el restaurante Conver que no queríamos perder pues nos esperaba un estupendo pescado. Ya conocíamos el restaurante de una ida anterior y ya volveríamos otra vez al tercer día. Sus pescados, sus salsas, su vino están a la altura del sitio (sencillo y discreto) y al trato amable de quien nos atendía.


En dos noches fuimos al teatro Micaelense. Ruben nos había dicho que iba a actuar en un grupo pues habría concurso de Tunas. Así que le hicimos caso. Pasamos, podemos afirmarlo, ratos estupendos oyendo cantar e interprentar las canciones a los muchachos y muchachas componentes de las distintas tunas que actuaban, algunas venidos desde Oporto y Lisboa. El teatro, pequeño y sin pretensiones, nos gustó al igual que la decoración que para el evento habían confeccionado los jóvenes.





¿Qué más decir? ¿Qué más contar de un viaje que nos resultó tan placentero?
Solo nos queda dejar constancia de nuestro agradecimiento, nada más, pero nada menos.

Te deseo un buen día.

domingo, 19 de abril de 2015

Sao Miguel - Acantilados

Hola a todos.
Dejamos atrás el barco en construcción que parecía una maqueta y nos fuimos por carreteras secundarias a ver los acantilados de esta zona norte y este de la isla. A cada poco veíamos bancos y mesas instaladas estrategicámente que invitan a propios y extraños a sentarse a merendar. Simples detalles que nos gustó de una isla acogedora. Desde los miradores en los que estuvimos (dos o tres) veíamos abajo, rompiendo contra la costa hecha piedra, las olas de un mar en calma convertidas en encajes. Desde uno de los miradores pudimos ver recortado sobre el mar un faro con pequeñas casas en su entorno como de nacimiento y, en otro, en el de Santa Iria, según Evaristo nos dijo, podríamos ir en línea recta hacía Lisboa en el continenete recorriendo unos 1400 kilómetros de nada.





Entremedias y para no perdernos otras bellezas estuvimos en un Parque Natural -el de Ribiera dos Caldeiroes- en donde un molino de agua antiguo, digno de visitar, y una hermosa cascada, tal que velo de novia, hacen las delicias de cuanto amigos de la naturaleza tengan la suerte de venir por aquí.







Seguimos nuestro camino y paramos junto a una rústica ermita que dominaba la vista de un pueblo junto al mar y, por último, para almorzar, fuimos a Povoazao (Pueblo anciano) que está en el lugar primero que pisaron los antiguos pobladores de la isla y que las gentes del lugar recuerdan orgullosamente a cuantos quieran venir a visitarlo.





  Te deseo un buen día.

miércoles, 15 de abril de 2015

Sao Miguel - pueblo marinero

Hola a todos.
Con el cuerpo y el alma limpios tras el baño en las termas Ruben nos llevó  a un mirador para ver el lago y, de vueltas,al pasar por la carretera a Furnas vimos la torre de su iglesia que nos despedía. A continuación nos llevó Ruben a una plantación de té. "La única plantación de té que hay en Europa", nos dijo con orgullo de hijo agradecido. La visión de una superficie enorme, bien cuidada, con las matas de té verdeando al sol, que suben ladera arriba de la montaña y se pierden en la lejanía es magnífica. Estuvimos en una hacienda en la que  pudimos ver variadas herramientas para la elaboración de esta planta, una vez recogida, y probamos una excelente taza de la rica y aromática infusión.






En la excursión siguiente nos acompañó Evaristo, hombre afable, algo mayor que su compañero, buen hablador y con un excelente español que hacía fluida la conversación. Nuestro destino era Nordeste que como ustedes habrán adivinado está situado al norte y al este de la isla. Evaristo nos preguntó si preferíamos la autovía o las carreteras secundarias y nos inclinamos por estas. Así pudimos disfrutar de los paisajes rurales que se abrían ante nosotros, todos iguales pero todos bien distintos. Llegamos a un pequeño pueblo llamado, al parecer, Pico da Pedra, cuya iglesia estaba cerrada. Nos entretuvimos viendo la pequeña plaza con una escultura 'moderna' en la pared, con una pequeña fuente sin agua también junto a la pared, y con dos mosaicos en los que en uno estaban relatados los acontecimientos más importantes vividos por las gentes del lugar mientras el otro hacía mención a un homenaje al trabajador rural picopedrense. Con el primero nos enteramos, entre otras cosas, de que a comienzos del siglo XVII se inició la construcción de una ermita en honor a N. Sª
dos Prazeres y que en 1931 tuvo lugar la electrificación del pueblo. Tomamos el cortado en el pequeño bar (que luce lindos mosaicos entre el color azul de sus puertas y ventanas), cortado que nos fue bien para 'matar' el frío de la húmeda mañana.




Luego, bajamos por una carretera con un buen desnivel y casas a los lados hacia un pueblo marinero en la orilla de un mar en calma. "La carretera, hoy desierta, se llena de un buen montón de chiquillos cuando llegan las vacaciones pues las casas están habitadas por familias numerosas. El pueblo, abajo, cuenta con una bonita y grande iglesia, con bastantes bares que siempre están llenos de parroquianos que hablan y juegan a cartas para entretener el tiempo, y con un pequeño astillero", nos cuenta Evaristo.






Al llegar el pueblo vimos otro grupo de peregrinos con sus capas y bastones esta vez de muchachos animosos. Al marchar, con el olor a mar, nosotros seguimos adelante. Nos esperaban los acantilados.

Te deseo un buen día.

lunes, 13 de abril de 2015

Sao Miguel - Las termas

Hola a todos.
Según terminamos de dar cuenta del excelente cocido nos tropezamos, al salir del restaurante, con un numeroso grupo de hombres y algún muchacho portando un bastón (cayado diríamos nosotros en Canarias) y con unas capas que en principio nos dio la impresión de ser todas negras. "Son peregrinos" -nos aclaró Ruben siempre atento a darnos información- "recorren los pueblos de la isla caminando durante una semana; se levantan a las tres o cuatro de la mañana para iniciar la marcha del día, son solo hombres: en estos grupos no se admiten mujeres".



Nos pareció pintoresco el cuadro sin dejar de reconocer que en el fondo anida una gran religiosidad, según pudimos deducir de los comentarios de Ruben. Así que mentalmente deseamos a los peregrinos toda la suerte del mundo.




Hablando de religiosidad, casi al poco nos tropezamos con la Caldehira de Pero Botelho, o sea, con la caldera del mismísimo diablo que estaba en medio de otro grupo de fumarolas y, lo más llamativo, de unos nacientes de agua ferruginosa aptas para beber. Seguimos nuestro camino y ya fue la monda al llegar a las termas pues no nos podíamos creer que en un día frío de invierno nos íbamos a poder bañar con agua de más de 30 grados de temperatura al aire libre. Pero dicho y hecho. ¡El agua estaba magnífica y el chapuzón resultó genial! De ello damos razón.



Y eso que el agua color de chocolate que bajaba canalizada camino del mar no nos daba mucha confianza. Aunque ya...


Con el calor del baño seguimos nuestro camino no sin antes ver un hermoso perro de mirada noble, de raza típica de esta isla amable que es Sao Miguel.

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Y carretera adelante fuimos a otro lago ¡otro lago! siempre con el verde y con las vacas por compañía.

Te deseo un buen día.

viernes, 10 de abril de 2015

Sao Miguel - Furnas

Hola a todos.
Partimos de Ribeira Grande en dirección a Furnas. Por el camino nos acompañaban el verdor de los prados y de las montañas y las vacas que comían y rumiaban su comida y a saber qué pensamientos. En Furnas nos esperaban las fumarolas. Iba yo pensando que nosotros, los canarios, que presumimos de tener en Lanzarote las Montañas del Fuego en donde -en el islote de Hilario- podemos provocar algún géiser y quemar aulagas y preparar unas estupendas chuletas con el calor que desprende la Tierra, no estábamos preparados para ver el espectáculo que se nos avecinaba: la cantidad de grietas por donde el vapor de agua salía danzando como si los Atlantes estuvieran fumando allá abajo en el interior de la isla, y los pequeños conos que nos guardaban una sorpresa.



Si Lanzarote nos regala un paisaje lunar en sus Montañas del Fuego en donde es casi imposible ver vegetación, Sao Miguel nos hizo el regalo en Furnas de tener sus fumarolas cerca de un lago, de igual nombre, con árboles y verdes y flores por donde un grupo de airosos patos y unos gatos paseaban buscando comida tranquilamente.




Al rato Ruben nos llevó presuroso, pues había llegado el momento de la sorpresa. Unos hombres, armados con unos hierros como tenazas, fueron descubriendo los conos y sacando de su interior unos grandes calderos en donde, con el calor de la tierra volcánica, se habían guisado, en seis horas, -nos informó Ruben- sendos cocidos que estarían, según nos dijo, la mar de estupendos.




Estuvimos allí comentando las emociones, disfrutando del paisaje, fotografiando gatos y patos. Volvimos al coche y nos dejamos llevar sin saber la verdadera sorpresa que más adelante esperaba por nosotros. Tras un rato de marcha llegamos a un bar-restaurante en el Valle de Furnas. Desde este sitio podíamos ver las torres de la iglesia. Nos sirvieron tinto portugués y aguardamos. Cuando llegó el momento nos sirvieron, ¡oh, Virgencita de las Victorias! una bandeja linda con cocido humeante de uno de aquellos calderos...






Te deseo un buen día.