lunes, 19 de mayo de 2014

Paseo por Moguer

Hola a todos. Nos fuimos a Moguer. Estábamos en Matalascañas y el pueblo nos quedaba cerca. Un paseo de poco menos de media hora en taxi con un taxista que opinaba que no era obligación suya darnos información sobre el paisaje ni el tiempo ni la historia ni nada. Sí lo era, al parecer, el indicarnos que sitios debiéramos visitar en Moguer una vez hubimos llegado frente a la casa natal de Juan Ramón Jiménez. Nos invitó amablemente a visitar esta casa en que vio la luz del blanco pueblo, por primera vez, el poeta. También, naturalmente, la otra casa en la que vivió de niño y de joven, hoy convertida en museo. Museo Zenobia-Juan Ramón. Y la iglesia de la Virgen de la Granada, y el monasterio de Santa Clara y el Convento de San Francisco...

Nos dirigimos hacia el Museo. Estaba cerrado por lo que teníamos tiempo de pasear por las calles límpias y frescas. Nos encaminamos a la iglesia parroquial que también estaba cerrada y notamos que en la plaza no había nadie. Así que buscamos en donde sentarnos y tomar el consabido 'cortado'. Antes, en otra plaza, la del Cabildo, vimos a Platero y recordamos las palabras con que Juan Ramón nos lo presenta en su libro: "Platero es pequeño, peludo, suave; tan blando por fuera, que se diría todo de algodón, que no lleva huesos..."

En la plaza, Platero relucía al sol. Tenía un color dorado como el maíz recién molido. Como el gofio. A sus pies, en su patas delanteras, una mariposa sobre una hoja... y en los frontis de las casas, por todas partes, mosaicos con trozos pequeños, como bellos recuerdos, de párrafos escritos en alguno de sus libros por el poeta.




El tiempo luego se nos fue en el Museo. De forma rápida, de forma agradable, entre los recuerdos del poeta. La casa (típica casa andaluza) con sus dos plantas está -nos dicen- como Juan Ramón vivía en ella. Pudimos entrar en su pequeño despacho en donde escribió, hace más de cien años, su Platero y yo. (En este 2014 se cumplen los cien de la primera edición por lo que Moguer es una fiesta).

Vimos algunos de sus cuadros pues el poeta pudo muy bien haber sido pintor. Una marina nos llama la atención. Y un bodegón en donde las uvas tienen el color de la exquisitez. En otra sala (¿o era un pasillo?) la hemeroteca con la enorme colección de revistas y periódicos que Juan Ramón y Zenobia (más bien Zenobia y Juan Ramón) consiguieron reunir.




La marina puede ser de Juan Ramón Jiménez o pudiera ser de Sorolla. Poeta y pintor fueron amigos y el pintor se cobijó en la blancura de Moguer en alguna ocasión. Y de él -de Sorolla- es un retrato del poeta que preside la planta baja en lo que es un patio interior, un precioso patio andaluz.

La presencia de Zenobia (su mujer, su colaboradora, su compañera) está viva en la casa por todas partes. Y atrás, en un patio con un establo, un pequeño Platero de bronce pide nuestras caricias intensas.

Te deseo un buen día.  

 

2 comentarios:

Marcos dijo...

Platero y yo, es una delicia

Felipe Tajafuerte dijo...

Me gustaría visitar este pueblo. Es que no conozco nada de Huelva, ni siguiera la capital. Saludos desde mi mejana