sábado, 12 de junio de 2010

Cuatrocientos

Hola a todos.
Me parece oportuno volver de tanto en tanto la vista atrás, no necesariamente a los años que hemos vivido sino aún más lejos, a los que vivieron aquellos que nos precedieron. Para ello hemos de hacer uso de los que nos cuentan aquellos que del tema saben (tenemos libros y escritos a montones para ello) y pararnos a mirar, y admirar, las obras que en herencia hemos ido acumulando. Un tiempo interesante al que me gusta regresar es al Quattocentro. Llaman así -ustedes lo saben- al período del 1400 al 1499, aquel tiempo en que en la ciudad italiana de Florencia dio comienzo, -y que luego siguió por Venecia y Mantua-, lo que conocemos como Primer Renacimiento. Floreció entonces el Arte bajo una concepción nueva, tomando en los cánones de belleza del mundo greco-romano el ideal en arquitectura y escultura y dejando atrás el Románico y el Gótico. El Hombre es entonces el centro del Universo y se deja a un lado la idea de que todo ha de girar en torno a Dios, pensamiento religioso imperante en la Edad Media. La pintura por su parte encuentra nuevas formas en la que, con espacios arquitectónicos se consigue la perspectiva lo que da profundidad a lo representado en los cuadros.

Botticelli. El nacimiento de Venus.

¿Y por qué me detengo hoy en el Quattrocento? preguntarán ustedes. ¿Por qué este deseo de compartir mi gusto por la belleza clásica, justo ahora? Pues debe ser, pienso, porque he dejado atrás el número cuatrocientos de las entradas en el blog y quiero compensar la cantidad de rollos insustanciales y tonterías escritas en centenares de ocasiones que ustedes, mis queridos seguidores, habéis tenido la oportunidad de tragar.

Te deseo un buen día.

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