Hola a todos.
De vez en cuando es bueno acercarse al barrio marinero de San Cristóbal, en Las Palmas, a saborear el pescado, las papas arrugás, el gofio escaldado, el salitre, y el rumor de las olas rompiendo sobre los callaos de la orilla. Tuvimos la buena idea de ir el sábado y en verdad que pasamos unas horas de lo más agradable. Esperábamos por la comida, y alongados sobre el pequeño muro que separa la estrecha calle del mar, pudimos admirar el ágil y gracioso vuelo de las gaviotas y el ir y venir de las olas, mansas en esta ocasión. El Castillo, a nuestra izquierda, velaba como siempre en su vigilia de siglos. Unos críos se daban un chapuzón en el agua clara. La gente caminaba despacio bajo el sol del mediodía y los camareros atendían las mesas sin prisas, con esa pachorra nuestra que los comensales comparten al pedir la comanda. En el mar unos barcos permanecían fondeados esperando puerto. Aproveché para unas fotos. Aquí están:
Te deseo un buen día.
3 comentarios:
Estoy recopilando todas tus entradas para llevarmelas en el bolso en el viaje que pronto voy a hacer a tu tierra.
Un saludo
Por un momento, según te leía, imaginé que era yo quien estaba viviendo esa experiencia y me extasiaba contemplando el mar, las gaviotas, los bañistas y el ir y venir de las olas. ¡Qué placidez la que nos da contemplar el mar!
Gracias por compartir las fotos y hacerme un pequeño hueco para sentarme también yo en ese muro.
Saludos
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