Hola a todos.
Cumplí como los buenos y me pasé ante el aparato de televisión absorto viendo la final de la Copa del Rey de fútbol. Dos equipos, Sevilla y Atlético de Madrid, disputaron con brío el partido y ganó el uno y perdió el otro como es de rigor en cada final. No puedo decir que me aburriera aunque debo aclarar que el deporte del balompié no es mi fuerte. El Camp Nou donde se celebraba el duelo estaba lleno hasta la bandera o al menos eso parecía. Miles de personas se encontraban disfrutando en directo de un espectáculo que sin duda recordarán y que les dará motivo de comentarios y regocijos por un tiempo. Según los cronistas había en las gradas algo así como 45.000 seguidores de los madrileños y 35.000 de los andaluces. Ochenta mil almas. Ochenta mil cuerpos. Es de suponer que cada uno con sus preocupaciones y sus desvelos. Muchos, ¿cuántos?, con sus problemas para llegar a fin de mes. O al menos eso es lo que se desprende de las estadísticas que marcan con números fríos la cantidad de parados: más de cuatro millones y medio. ¿Hay tantos parados como dicen las estadísticas? ¿nos engañan los números? No quisiera ni por un momento frivolizar con este tema. Habrá, mejor dicho hay, personas que lo están pasando mal. Muy mal. El Gobierno se las ve y se las desea para sacarnos del atolladero. Nos asustan tiempos venideros peores y se nos congela el ánimo al congelarnos las pensiones. Me pregunto, y no hallo respuesta, si la presencia de tantos sevillistas y colchoneros luciendo sus camisetas y sus banderas en el estadio es señal de recuperación económica, o si por el contrario es señal de que no estamos cuerdos.
Te deseo un buen día.
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