No me resisto a copiar los versos satíricos de don Benito, escritos en 1881 y que he leído en mi amiga wiki, sobre la ubicación del teatro junto al mar:
El infeliz arquitecto,
sólo adornó el frontispicio
con estatuas y letreros,
que es un adorno sencillo;
más bien pronto este defecto,
simularon solícitos,
el cangrejo, la langosta
con el pulpo y el erizo.
El ballet al que fuimos a disfrutar tiene por nombre Giselle. Reconozco que es el primero al que asisto, aunque por mi juventud aun tengo tiempo para que no sea el último. Es una obra romántica con el sempiterno tema de amores y desventuras: chico -el cazador- está enamorado de chica y siente celos por un duque disfrazado de campesino; chica se enamora del campesino que la pretende sin amarla, y al ver su engaño cae en la locura y muere en brazos de su madre, al final del primer acto. A mí me agradó mucho más el primero que el segundo acto. Música festiva, bailes en fiestas campesinas de la vendimia, decorado idílico con árboles y dos casitas rústicas una a cada lado, faldas y blusas de colores suaves, movimiento, alegría... Se desarrolla la primera parte de la historia (que seguimos gracias a la sinopsis en el libreto) y bailan las campesinas, aparece el cazador y el disfrazado duque, y Gizelle entra y sale en el escenario en escenas continuas de galanteo y de celos. Se interrumpe el baile al llegar el príncipe con su hija, acompañados por su séquito, que llegan de una cacería, y luego continúa cuando éstos marchan.
En el segundo acto, la reina de las Willis evoca a su corte de fantasmas femeninos a recoger para Giselle que es su nueva compañera. La música es triste, pero la danza, en medio de un decorado de tumbas y cruces con la luna llena brillando en lo alto, es fantástica. Sale del piso del escenario como una bruma que deja entrever al falso campesino que se mueve con miedo a las luces fantasmales; y al cazador que viene a depositar flores en la tumba de su amada; y a las Willis y a Giselle en una coreografía preciosa, con vestidos blancos, que danzan moviendo sus cuerpos como flores inclinadas por el viento.
Con una representación como ésta, excelente música, magníficos solistas, precioso cuerpo de baile, todo ello del Teatro Mariinsky de San Petersburgo, no es nada raro que estemos dispuestos a repetir visita al Pérez Galdós.
Te deseo un buen día.
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