Hola a todos. El balbuceo de un niño, sus tiernas palabras, la primera vez que pronuncia 'mamá' o 'papá' es una de las cosas más hermosas que podemos presenciar. En la Santa Misa, en alguno de los pasajes evangélicos, podemos oír: "En el principio era el Verbo, y el Verbo estaba con Dios, y el Verbo era Dios". Se refiere seguramente a Jesucristo, a su divinidad, pero yo me apropio de este introito y hago mía la idea de que Dios desde el Principio pensó en dotar al Hombre del don de la palabra. No podía ser menos porque el Creador quiso que fuéramos iguales a su imagen y semejanza y nos diferenció así, al igual que con la risa y el llanto, del resto de los animales.
Picoteo normalmente en dos o tres libros para tener ocasión de aprender deleitándome; en estos días tengo a medio dos historias, una de gentes del País Vasco que leo a ratos reposadamente dejando que las ideas vayan dejando poso, y otra que habla de las mujeres maragatas, heróicas mujeres donde las haya, de los montes de León. Y tengo también el libro titulado De Fuerteventura a París escrito por el gran filósofo Miguel de Unamuno. Este libro es una colección de sonetos escritos, unos antes y otros después, de que el pensador estuviese confinado por la Dictadura en la isla majorera, pero una buena parte de ellos los escribió en la isla. Así podemos enterarnos que lo que sintió Unamuno por Fuerteventura de la que dice que es casi un esqueleto de isla.
"Ruina de volcán esta montaña
por la sed descarnada y tan desnuda,
que la desolación contempla muda
de esta isla sufrida y ermitaña".
"La mar piadosa con su espuma baña
las uñas de sus pies y la esquinuda
camella rumia allí la aulaga ruda,
con cuatro patas colosal araña".
"Pellas de gofio, pan en esqueleto,
forma a estos hombres -lo demás conduto-
y en este suelo de escorial, escueto,
arraigado en las piedras, gris y enjuto,
como pasó el abuelo pasa el nieto
sin hojas, dando sólo flor y fruto".
No solo me alimento de la palabra escrita. Radio Nacional en sus distintos espacios me da la posibilidad de ir aumentando la riqueza que pueda yo tener del idioma. El domingo a la mañana por ejemplo, en el espacio llamado 'no es un día cualquiera' conducido con voz agradable y mucha pericia por Pepa Fernández, un contertulio, de nombre Pancracio Celdrán, demostrando su saber de la lengua de Cervantes, da cuenta de palabras moribundas y del significado de otras muchas la mayoría para mi desconocidas.
Parece ser que los escritores tienen a bien 'inventar' una nueva palabra que vaya a engrosar el léxico. Yo por no ser menos me había inventado una, "tisquimisquis", con la que quería decir boberías o niñerías; así cuando alguien me regañaba o se enfadaba conmigo le decía: "ya estás tú con tisquimisquis", con lo que quedaba claro cual era mi opinión al respecto. Naturamente esta palabra, que no encontraba en el diccionario, si está donde todo se encuentra: en la red, con lo cual puedo decir 'mi gozo es un pozo'. Tendré que inventar otra.
Y ¿por qué el libro de sonetos? Porque en un viaje en barco llegaré a Morro Jable y tras cruzar la isla de sur a norte, seguiré por mar hasta Lanzarote, y quería saber lo que Unamuno dejó escrito sobre Fuerteventura y sobre el mar.
"La mar ciñe a la noche en su regazo
y la noche a la mar; la luna, ausente;
se besan en los ojos y en la frente;
los besos dejan misterioso trazo.
Derrítense después en un abrazo,
tiritan las estrellas con ardiente
pasión de mero amor y el alma siente
que noche y mar la enredan en su lazo".
Ahora bien, con lo que he sentido una formidable emoción es con mi modesta aportación al VIII maratón de cuentos de la Biblioteca Insular en Las Palmas. (Lectura a modo de cuento del blog que antecede a éste). Viendo al público pendiente de mis palabras, sentir su presencia, oír sus risas por lo que yo contaba, y recibir al final una ovación, fue un premio muy grande por mi participación. Quienes merecen los premios, son los que con estos encuentros propician que la comunicación vaya de narrador a oyentes haciendo uso del don inestimable de la palabra.
Te deseo un buen día.
1 comentario:
La extraordinaria voz y dicción de Pepa Fernández
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