Hola a todos. Me gusta tratar de adivinar lo que se esconde en los nombres de las calles y plazas de nuestra capital y pueblos. Dejando a un lado los de los políticos y militares que en mi opinión no debiera estar en ninguna vía pública, por aquello de la mudanza, creo que los nombres pueden ser agrupados en dos grandes grupos. Por un lado el nombre de cosas y de animales o de lugares más o menos cercanos a nosotros; por otra parte los nombres de mujeres y hombres dignos de ser recordados por sus obras o por sus vidas. Tenemos en Las Palmas, y seguro que también en el interior, nombres sencillos de calles que con una sóla palabra son suficientemente evocadores como Clavel, Reloj, Pelota; otros son largos y pomposos que necesitan más de una línea en el sobre si quieres mandar un mensaje por correo. Hay zonas que tienen sus calles con nombres agrupados por temas, como el barrio de Schaman con las obras y personajes del prolífico don Benito Pérez Galdós, y Pérez Galdós tiene su calle en la zona de Triana pero en este caso no está dedicada al escritor sino a un tío suyo militar.
En esta misma parte de la ciudad y perpendicular a Triana tenemos la calle de Domingo J. Navarro que según tengo entendido era periodista. Ayer devolví en la Biblioteca el libro Tirma, que se puede leer como curiosidad pero nada más, y tomé prestado el que tiene como título "Recuerdos de un noventón", de este autor. Lo subtitula "Memorias de lo que fue la ciudad de Las Palmas de Gran Canaria al principio del siglo y de los usos y costumbres de sus habitantes" Estoy seguro que voy a saborear lo que en 201 páginas me vaya mostrando la evolución de esta mi ciudad "que hacia 1800 apenas daba señales de existencia y que en el siglo llegó a los 30.000 habitantes y donde ya se disfruta de alumbrado completo de petróleo..." y me pregunto como en un libro con tan sólo una lámina, la de la portada, con la palabra escrita, podrá trasportarme no al siglo pasado sino al anterior.
Si hoy escribo de calles es por una razón sencilla. El domingo estuve en la ciudad de los Caballeros de Gáldar y vi un rótulo, de calle pequeña, en cuesta casi inexistente, estrecha, que decía: "Paseo de Bartolito el del Molino". En seguida me entró la curiosidad y me puse a pensar quién habría sido este señor para merecer el honor de tener su nombre y profesión en tal calle. Subimos, mi mujer y yo, y vemos que este pasaje está decorado sencillamente con un banco, una pared de poca altura encalada y con unas piedras destacando en el blanco de la cal, unas humildes plantas en un parterre, y dos ruedas de molino situadas en ángulo, contra la pared, y junto a éstas, a la altura de los ojos para que pueda leerse bien, una placa con una hermosa dedicatoria:
"A Bartolomé Molina Santiago - Bartolito el del Molino - Hombre bueno. Entregado a los vecinos necesitados. Su bondad queda perenne en la memoria de todos". Pienso en la suerte de Bartolito. No es recordado por grandes gestas ni por impresionantes descubrimientos ni por componer música maravilosa, sino por su bondad. Me lo imagino fornido pero no alto acostumbrado al peso de los sacos de millo y tostado como el gofio que sale de su molino, apuntando los 'fiaos' imposibles de cobrar en tiempos de penuria y poniendo buena cara siempre a todos, porque la bondad se manifiesta sin grandes aspavientos. "¡Piedras de su molino en abrazos de armonía despertaban el amanecer y arrullaban el dormir de las tardes de Palma de Rojas!" canta la placa. Seguro que a quienes le conocieron, si aún viven, les hará evocar esta calle la nostalgia por los tiempos pasados.
P.S. A la memoria de mis mayores nacidos en Gáldar y como agradecimiento a esta Ciudad por saber honrar a sus hijos.
Te deseo un buen día.
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