Calle Viera y Clavijo y "Circo Cuyás años 1905-1910 - foto de la Fedac
Los veintiseis cines estaban repartidos por barrios, y en el centro de Las Palmas, y en el Puerto, desde el Torrecine en San José-Vegueta, hasta el Victoria en la Plaza del Pueblo en la Isleta (y otro aún más arriba), y el cine Sol y dos más en la Ciudad Alta. En el Sol, -hablo de los años en que la entrada valía siete perras gordas y se formaba un guirigay cuando se iba la luz o salía en pantalla "Diez minutos de descanso para cambio de bobina- y en otros muchos, se vendían afuera chochos y 'chuflas', pirulines y caramelos, polos de hielo o trocitos de helado entre dos galletas y calamares asados ; cerca del Royal teníamos la horchatería Los Alicantivos y junto al Goya La Moderna donde podíamos saborear 'cortes' mayores de nata con fresa, y de otros variados sabores. Claro que para ello había que tener dinero que no siempre abundaba y por ello en ocasiones íbamos al muelle de Las Palmas a comprar recortes de galleta, en otra heladería, que nos vendían en cartuchos de papel. Pero la palma sin duda se lo llevaba el San Roque porque una hermosa palmera canaria, larga como un silbio, estaba justo en la puerta del cine y delante de la taquilla.
Mención aparte merece el Pabellón Recreativo por tres razones que recuerdo: en este cine tenían con frecuencia sesión continua por lo que podíamos ver una película tras otra, y volver a ver la primera, sin tener que salir; tenía fama por tener pulgas; y fama también por los 'planes'. Un plan era una relación entre chico y chica sin miras al matrimonio y sí al tocamiento; y una chica que era un plan, o sea una chica fácil, era considerada mal por la Sociedad bienpensante y bien por los galanes. Los cines como el Pabellón servían de válvula de escape a la sexualidad reprimida de la época, y todos los cines se prestaban a caricias y besos más recatados de los novios, para lo que se buscaba los asientos de la última fila. En los tiempos de la dictadura era obligatorio exhibir en todos los cines el No-Do, Noticias y Documentales, en los que siempre salían bien librados el Generalisimo y sus ministros, aquél, siempre de pantano en pantano, inaugurándolos por lo que la socarronería popular terminó llamándole Pancho el Rana.
Estoy seguramente mezclando épocas distintas, yendo atrás y adelante, y a lo mejor la narración queda algo liada, pero quiero terminar, con lo que hoy no pasa de ser anécdota, de que en las iglesias, en misas de los domingos y junto con la hoja parroquial, se repartía una octavilla a cada fiel con las películas en cartel, y la calificación moral de cada una, marcada desde el cero o uno para las permitidas a todos los públicos hasta el 4R (cuatro con reparos) para las más sórdidas o descaradas o de amores prohibidos como la titulada Arroz Amargo de Silvana Mangano que fue un hito en la historia del cine en Las Palmas. Porque en aquellos entonces lo normal era un único y casto beso justo antes de la palabra FIN. Quizás otro día me atreva a recordar títulos de películas que se exhibían en estos cines en estas épocas pasadas.
PS: Marisol ¿te acuerdas de cuando ibas al cine Parroquial en Escaleritas?
Te deseo un buen día.
1 comentario:
Estimado señor,
Soy una estudiante del Doctorado de turismo sostenible de la Unversidad de Las Palmas, y estoy haciendo mi tesis sobre Vegueta y Triana. Parte de mi tesis consiste en realizar entrevistasa a personas que hayan vivido, trabajado, estudiado o pasado su tiempo de ocio en estos barrios, para a través de sus recuerdos elaborar una ruta turística que sea representativo no saolo del lugar físico si no también de las personas que viven en ese espacio. Tras leer algunas de las entradas de su blog y ver que tiene recuerdos muy valiosos me atrevo a pedirle una cita para realizar una entrevista. Si estuviese interesado, le ruego se ponga en contacto conmigo en chantalportillo@hotmail.com, y yo le enviaría un dossier sobre el projecto para que pueda leerlo detenidamente.
Un saludo,
Chantal Portillo
Publicar un comentario