Hasta el hombre más importante
se tiene que sentar sobre sus posaderas.
Hola a todos. La mañana amanece sonriente con el sol asomando por la mar que nos separa de Fuerteventura y un pajarillo subido en lo alto de la antena sobre la casa de al lado trina de júbilo. En la ciudad todavía sin la 'panza de burro' que vendrá más tarde, un acontecimiento inesperado perturba, o más bien produce curiosidad, entre los vecinos que salen de sus casas. Hay algo nuevo, inusual, en calles, plazas y jardines e incluso en centros comerciales y en edificios públicos y de empresas privadas. Al pronto los y las trabajadoras que acuden a sus trabajos no dan con aquello que les produce la extraña sensación que sienten; tampoco las amas de casa en su diario recorrido hacia la plaza o el supermercado; ni los niños que esperan los autocares para el colegio; ni los jubilados que deambulan... Es una situación desconocida, aunque no alarmante, y que los habitantes de la capital acogen con despreocupación.
De pronto alguien más avispado que los demás o con más suerte da con el motivo de la irregularidad. Como si de flores en primavera se tratara o de setas en el bosque en invierno, una jauría de perros ¿bardinos? ¿de presa canario? están por todas partes como si de repente los perros de la Plaza de Santa Ana hubieran tenido crías y todos los canes, de todas las islas, hubieran venido a celebrar el acontecimiento. Los ciudadanos de a pie -sobre todo los que de la prensa diaria estamos divorciados- cavilamos sobre el acontecimieno buscando explicaciones: unos pensamos que es para tapar algún agujero en tal plaza poniendo al perrito encima; otros que es propaganda de un avispado vendedor de 'perritos calientes'; otros que los tales perros, de yeso o escayola, al parecer, y pintados con formas y colores distintos, los están preparando para el decorado del carnaval, 'canis canariensis', del año que viene.
Al fin alguien da una explicación no creíble diciendo que es en señal de protesta de quienes nos mandan porque tienen nuestro mandato. Alucinamos porque hasta ahora éramos los mandados los que siempre hacíamos algo para mostrar nuestra disconformidad con lo que nos mandan, eso sí casi siempre con pancartas hechas y escritas en sábanas blancas. ¡Nunca con perros! ¿A quién se le ocurre? Luego la noticia se va ampliando y nos dicen que donde deciden han decidido algo que nos perjudica o cuando menos nos mortifica. Porque han decidido ¡bendito sea Dios! quitar los perros del escudo de Canarias y ¡hasta ahí podíamos llegar! "Es el primer expolio de los que vendrán sin remedio si no nos oponemos y hay que buscar medidas", pensaron los prohombres. Medidas largas para el mástil y más largas para la bandera dijeron...
Hoy de los perros quedan unos pocos para muestra; el mástil sólo, sigue en su sitio esperando compañera; la bandera... ¿dónde está? ¿dónde estará la bandera...? En serio soy que los que piensan que quitar los perros del escudo de la Comunidad Canaria es como quitar las columnas con el Plus Ultra del escudo de la Nación. Aunque ahora, y para que rabien los que votaron a favor de tal medida, podemos decir que tenemos dos escudos en la Comunidad, porque como dice un periodista nuestro de los políticos, "son como niños", y por no ponerse de acuerdo vemos escudos sin perros y con perros.
Te deseo un buen día.
1 comentario:
Por fin!! Lo hemos encontrado!!, despues de tanto tiempo hemos logrado conocer al padre de panchito, ese pequeño nuevo personaje de nuestras vidas que como aquel platero se ha hecho un huequecito en el corazon de su nueva familia.
Un abrazo y ánimos para seguri con esta buena empresa que es la escritura, y más aún si es de cosas cotidianas de las que ya nadie habla, porque ya nadie sabe lo que son.
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