viernes, 8 de febrero de 2008

Lecturas de ayer

Hola a todos. De la biblioteca provincial, la del Hoyo, he traído para leer el libro Tirma de Juan del Río Ayala escritor nacido en Las Palmas en 1904. Estoy en un tercio de la lectura de esta obra que no es muy extensa y ya me hago una idea de que es un canto al vencido, o sea a nuestros aborígenes, y todo lo contrario al castellano invasor. Está escrita en versos y preparada según veo para ser representada en teatro. En el año 1954 Silvana Panpanini actriz italiana y otros actores y actrices de España e Italia vinieron a Gran Canaria para rodar la película del mismo título, que no gustó en absoluto, ni en su estreno en el Festival de San Sebastián, ni al público en general y que no se mantuvo en cartel más de dos semanas. Referido a la película leo que "del tema en sí hay bien poco que decir. No queda apenas nada del bello poema de Juan del Río Ayala. (Porque) exigencias cinematográficas en su mayor parte incomprensibles, lo dejaron convertido en una historia de amor sin nervio (...) apoyada en el más imprescindible andamiaje histórico y dramático".



Silvana Panpanini en el papel de Guayarmina



Casas baratas

Al tomar prestado este libro desenrollo del ovillo de la memoria las lecturas que teníamos en Las Palmas, al menos los de pocos teneres que diría Pepe Monagas; estaba para el uso del gran público "El Caso" periódico semanal de noticias truculentas; el "Marca" para los aficionados al fútbol; "La Codorniz", de Álvaro de la Iglesia, revista satírica que se permitía el lujo de meterse con el poder establecido (porque a lo mejor tenían cuña); el "TBO" y otros cuentos de humor y de hazañas bélicas y de super héroes: "Pedro Alcázar y Pedrín" "El Capitán Trueno" "Supermán". En el terreno de la novela popular habían dos géneros indiscutibles con dos autores de renombre. Corín Tellado era la autora preferida de las novelas de amor de las que debió escribir cientos con una imaginación desbordante para tejer historias, que siempre eran seguramente las mismas y siempre distintas, porque estuvo muchos años con una obra por semana y eso a pesar de la censura. Marcial Lafuente Estefanía era el rey de las novelas del Oeste americano con peleas entre indios y vaqueros, o entre éstos entre sí, peleándose siempre por las tierras, las cabezas de ganado, o por el predominio de ganaderos sobre ovejeros; de este autor recuerdo la novelilla (llamarla novela me parece mucho) titulada "Quince días de vacaciones" en la que narra las juergas de un grupo de cowboys que van de vacaciones y están esos días sin pegar ni un sólo tiro.

Teníamos en las Casas Baratas de Schamann, además de la Plaza del Mercado, un grupo de tienditas en los que había barberías, tiendas de comestíbles -como la de Angelito con las libretas para ir apuntando las deudas que se pagaban a fin de mes y que cuando se acababan los ingresos en las familias se acababa el fíao- en las que se compraba mantequilla a granel envuelta en papel de envolver y arenques ahumados que se excibían en barricas, y algunos bazares en los que se vendían de todo: brillantina, colonias, hilos y agujas de coser, regalos varios y demás menudencias. A uno de estos bazares -el de Amparito- iba yo, por encargo de mi hermana Mary a alquilar novelas de Corín Tellado y otras veces de las del Oeste para mí, porque Amparito tenía un sistema que funcionaba a las mil maravillas: se cambiaba una novela por otra, al precio de media peseta, con lo que estos "librillos" transmisores de 'cultura' iban rotando de mano en mano hasta que de tantos cambios ya quedaban en desuso.

Después vendrían otros libros y otros gustos pero eso ya es otra historia.

Te deseo un buen día.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

¿Y qué me dices de aquella tienda de comestibles, cerca de la Tarta, -no recuerdo en qué calle- llamada Víveres Hernández, a cuyo dueño todo el mundo llamaba "Viverito"?
Recuerdo lo que me reí de niña cuando se me encendió la bombilla y me dí cuenta de que el hombre no podía llamarse así.

Pensionista Por Jubilación dijo...

Y cuando un crío fue al lado de Viveritos y pregunta: ¿Es aquí ca'elgago? Y le responden: ¡co co como dices!