jueves, 27 de junio de 2013

Emerita

Hola a todos.
Al siguiente día de llegar a Trujillo en donde dejamos los bártulos nos llevaron a la ciudad de Mérida como primera excursión en el viaje. Se cumplía con ello la mitad de un sueño que acariciábamos: ver el Teatro Romano y asistir en el a una representación de Medea y a cualquier otra obra de los clásicos. Al ir, vimos cumplido el deseo de pisar y pasear por el Teatro y de sentarnos en sus gradas; para mejor ocasión dejamos el beber de las palabras de los autores grecorromanos. Todo se andará, si Dios quiere.

La curiosidad iba más aprisa que la guagua y a través de las ventanillas buscábamos vestigios de la Colonia Iulia Augusta Emerita que nosotros íbamos a hollar dos mil años después. Tuvimos que esperar. Pero valió la pena pues al poco de apearnos llegamos al Arco de Trajano. Hermoso Arco, bien robusto en el que tuvimos la osadía de poner nuestras manos.






                           
El paseo nos llevó a continuación hacia El Templo de Diana que pudimos admirar en toda su majestuosidad, y al Pórtico del Foro. De ambos hicimos las correspondientes fotografías dejando constancia de nuestra presencia para la posteridad.





Pasamos por delante del Museo Romano, cerrado por ser lunes, lo que nos dejó amaguado. Magua que pronto desapareció pues de inmediato llegamos al espectacular sitio en donde se encuentran el Anfiteatro y el Teatro. ¿Qué decir? Podríamos decir muchas cosas vanas y podríamos intentar describir lo que se ofreció ante nosotros. Quizás sea preferible decir simplemente: gracias. Gracias por poder contemplar estos monumentos. Creemos que esta sola palabra es suficiente para darles idea de nuestra grandísima alegría.












Con esta entrada, última de las dedicadas al viaje por tierras cacereñas y visita a Mérida, te deseo, como siempre, un buen día.

viernes, 21 de junio de 2013

Los mimbres

Hola a todos.
Por Plasencia pasa el río Jerte que viene del valle. Junto al río los placentinos han construido un largo y cómodo paseo, de varios kilómetros, para venir a caminar o a correr junto a su ribera. La ciudad cuenta con dos catedrales: la catedral vieja y la catedral nueva que, por formar un solo edificio, parecen que son tan solo una, la catedral de Plasencia. Y esta ciudad cacereña tiene en su recinto urbano una hermosa Plaza Mayor como cualquier ciudad que se precie, y en la Plaza está el edificio del Ayuntamiento y en el edificio está el reloj que da las horas y las horas del reloj las da... el abuelo Mayorga. Y con estos mimbres trataremos de hacer el cereto en donde poner aquellos recuerdos que nos quedan de nuestra visita a Plasencia.

Al río lo vimos ancho, como engordado a propósito, en el embalse que lo retiene antes de su entrada en la ciudad, según volvíamos del valle. Ya en Plasencia lo volveríamos a ver entonces como una cinta plateada que se perdía en la distancia. En el paseo junto a él varias personas paseaban o corrían. A la catedral -o a las catedrales- nos acompañó una eficiente joven que nos sirvió de guía. Desde fuera frente a una de las puertas de la catedral  nueva pudimos apreciar los ornamentos: gárgolas, cabezas, esqueletos, santos, monstruos... que forma un auténtico retablo en piedra. Arriba, de las torres, son dueñas las cigüeñas.







La catedral antigua data de los siglos XIII al XV y es de estilo románico con algo de gótico. La catedral nueva, aún inacabada, se empezó a construir en 1498 con estilos gótico renacentista. En el interior de ambas estuvimos atentos a los detalles y a la majestuosidad: las capillas, las bóvedas, las columnas y las imágenes esculpidas en piedra nos mostraban el trabajo de los canteros. Nos llamó la atención las esculturas de nuestros primeros padres Adán y Eva que están en senda columnas. Les tapan las clásicas hojas de parra pues seguro que cuando las hicieron ya se habían dado cuenta de que iban desnudos por el Paraíso.





Es muy lindo el claustro con la fuente gótica que está en el centro y las esculturas que, seguramente, son del románico:



No pudimos ver el coro pues estaba en reparación su verja. Sí vimos otras muchas imágenes religiosas y, al salir, la puerta de la Catedral Vieja. Todo ello nos gustó sobremanera.






Poco tiempo estuvimos en la Plaza Mayor, tan sólo el necesario para tomarnos un vino mientras esperamos la señal horaria del reloj del Ayuntamiento para ir a coger la guagua. Queríamos ver en acción al Abuelo Mayorga tocando la campana con su mazo. Cuando sonó la campanada de la media hora, nosotros mirábamos hacia otro lado y nos quedamos con las ganas. Así que, ¡tendremos que volver a Plasencia! Será con mucho gusto.


Te deseo un buen día.

lunes, 17 de junio de 2013

La memoria

Hola a todos.
En la memoria, que no es del todo fiel, se van borrando los gratos recuerdos de las excursiones tendiendo a mezclar los de unas con los de las otras. Así nos vemos en un lugar cuando tratamos de situarnos en otro en que pasamos aquella tarde tan agradable y confundimos los pasillos de aquella catedral con el claustro silencioso de aquel otro monasterio. En el viaje por tierras de Cáceres nos llevaron a sitios que bien merecen ser recordados:

Estuvimos en el Palacio de los condes de Oropesa, en Jarandilla de la Vera, en el que estuvo alojado el emperador Carlos I durante unos meses mientras acondicionaban sus aposentos en el Monasterio de Yuste; hoy el palacio está reconvertido en Parador Nacional y de él me acuerdo porque en su patio, adornado con una preciosa palmera canaria, tomé una manzanilla pues tenía la barriga algo fastidiailla. (Por cierto, que me agradó montones ver tantas palmeras por tantos sitios en Cáceres que es cosa que no me esperaba: palmeras lindas que de cualquier rincón hace un espacio agradable). Jarandilla de la Vera, el pueblo, es un encanto sencillo y coqueto: su fuente, su estatua a la madre, sus flores, y sus gentes decorándolo con cariño y sencillez para las fiestas que iban a tener lugar nos dejaron un buen sabor de boca por los adornos bonitos con material reciclado.






Paseamos por el Monasterio de Yuste, austero y sencillo con su iglesia y aposentos que recuerdan al Emperador. Este vivió aquí sus últimos años aquejado por el mal de la gota y en él nos mostraron algunas modificaciones para hacerle la vida algo más soportable: una subida con pendiente para que pudiera entrar montado a caballo en el interior del edificio y una ventana que comunicaba su habitación con la iglesia a través de la cual podía seguir la Santa Misa. (Privilegios, merecidos sin duda, para Carlos V de Alemania y I de España). Ahora, los reyes en este lugar son los corpulentos y espectaculares árboles centenarios que por aquí encontramos.





Y pudimos mirar con curiosidad y respeto los ornamentos sagrados rematados puntada a puntada por los monjes Jerónimos durante cientos de años,  y los viejos libros, en el Monasterio de Guadalupe. En estos libros pudimos ver las notas musicales del Canto Gregoriano marcadas en el pentagrama en librotes enormes que podían ser vistos desde lejos, colocados en atriles en el coro, incluso por los monjes más cegatos. Pudimos ver la preciosa imagen de la Virgen morena -patrona de la Hispanidad-  y su iglesia y sus ricos aposentos con tesoros reunidos durante siglos, y, haciendo del silencio virtud podíamos oír a los monjes entonando sus cantos.



Con todo ello, te deseo un buen día.


jueves, 13 de junio de 2013

El ramal

Hola a todos.
De una de las carreteras que parten de Trujillo sale un ramal que nos lleva al Parque Nacional de Monfragüe. Cuando la guagua enfila la desviación el corazón parece querer salir de nuestros pechos: ¡Tenemos tantas ilusiones! Vamos por una carretera secundaria más bien estrecha y a derecha e izquierda los árboles se prodigan hasta donde alcanza la vista. No son árboles corpulentos, más bien son achaparrados, bajitos, o al menos esa es la impresión que nos da. Leemos que el Parque "representa uno de los enclaves más extensos y representativos de bosque y matorral mediterráneo. En el espacio se mezclan las dehesas de alcornoques y encinas con las jaras. Los arbustos de madroños, brezos y durillos nacen a los pies de fresnos, sauces y acebos. Y los enebros emergen de las cuarcitas agrietadas."  Naturalmente, nosotros no distinguimos unos de otros; por ello, nos limitamos a admirar y a gozar del conjunto.

Pasamos sin detenernos por el pueblo de Monfragüe que tiene muy pocas casas. La guagua va despacio y serpentea con las vueltas del camino. Al rato se detiene en lo que se denomina Salto del Gitano. Mirador que es sin duda una bendición de Dios. Podemos ver y casi tocar a nuestros pies el agua remansada del río Tajo, ¡con lo que a nosotros nos gustan los ríos! Y podemos ver en lo alto de los roquedos al águila imperial que para nuestro deleite levanta el vuelo en ocasiones para impresionarnos con su belleza suspendida en el aire.












Seguimos adelante hacia otra pequeña localidad, a Serradilla, en cuyo Centro de Interpretración del Agua nos dan a conocer con un interesante vídeo la importancia de este Parque Nacional de Monfragúe -que es Reserva Mundial de la Biosfera-, al que bañan el Tajo y el Tiétar.






Luego seguimos hacia Plasencia acompañados de los árboles que parecen despedirnos. La visita a esta ciudad dará para otros recuerdos.




Te deseo un buen día.