Alguien, en algún momento, (unos dicen que Bertold Brecht, otros que Martin Niëmoller) escribió estos sangrantes versos:
- «Cuando los nazis vinieron a buscar a los comunistas,
guardé silencio,
porque yo no era comunista,
Cuando encarcelaron a los socialdemócratas,
guardé silencio,
porque yo no era socialdemócrata
Cuando vinieron a buscar a los sindicalistas,
no protesté,
porque yo no era sindicalista,
Cuando vinieron a por los judíos,
no pronuncié palabra,
porque yo no era judío,
Cuando finalmente vinieron a por mi,
no había nadie más que pudiera protestar.»
Hoy he recordado estos versos pues hoy la crisis ha llamado con toques estremecedores a mi puerta: un hijo mío, con mujer e hijos, ha pasado a engrosar la larga fila del paro. Y yo tendré que decir hoy, copiando al poeta: cuando echaron del trabajo al vecino, guardé silencio, porque no era cosa mía; cuando hicieron tantos eres, guardé silencio, porque a mí ya no me afectaban; cuando aprobaron la reforma laboral (que hace sangrar a tanta gente en lo más hondo del alma), guardé silencio y no grité...
Hoy no callo pero temo que ya no hay nadie que pueda entender mi grito de protesta, callado y sonrojante. Un grito más, de los muchos que resuenan a diario, que muy posiblemente no oiga nadie.
Te deseo un buen día.