miércoles, 26 de enero de 2011

En flor

Hola a todos.
Han querido los almendros florecer este año antes de tiempo. Dicen, que es por el agua abundante caída en el otoño y por el calor diurno que no quiere menguar en este mes de enero. No sé. Yo quiero creer que el motivo es otro, y que las flores, blancas y rosadas, querían venir temprano a alegrarnos la vista y a regocijarnos el alma. Por ello están los pequeños árboles bellamente florecidos luciendo los pétalos que ocultan las almendras con las que harán más adelante el mazapán y el bienmesabe las buenas gentes de Tejeda.


Nos fuimos esta vez para gozar el espectáculo a los altos de Valsequillo. Nos dejó la guagua en el caserío que llaman el Rincón de Tenteniguada, arriba en medio de las majestuosas montañas de la Gran Canaria y bajamos caminando despaciosamente carretera abajo. Nubes negras se enseñoreaban en el cielo más al sur, y por encima de nosotros iban y venían en jirones cubriendo los riscos y amenazando lluvia que no llegó hasta por la tarde. Sentíamos un sentimiento de paz auténtico saboreando el campo.


Los almendreros nos acompañaban todo el camino a un lado y al otro de la carretera y los veíamos difuminados también cerca y lejos destacando sus flores sobre el verde de los bien cuidados cercados. A cada vuelta, una postal única y apetecible se abría ante nuestros ojos. Por entre los almendros podíamos ver ora un estanque casi vacío cubierta la poca agua en su fondo con las plantas acuáticas flotando, ora una casita típica de campo canario con el color blanco y las tejas rojas, aquí unas tuneras y unas pitas y unos veroles, y más allá unos arbustos con flores amarillas dispuestas a reventar en la cercana primavera.

Como colofón un potaje berros que no se lo salta un camello, con piña incluida, en un restaurante de Las Vegas de Valsequillo, y luego la lluvia, serenita, que nos acompañó buena parte del camino en guagua de vuelta a casa. ¿Hay quién de más?

Te deseo un buen día.

sábado, 22 de enero de 2011

¿Dónde, los jóvenes?

Hola a todos.
Decía mi santa madre, que decían los curas, aquello de "venga los cinco duros del velorio, y que se case el diablo con el demonio". Me viene a cuento esta frase al saber reunidos en Madrid a miembros del Gobierno y al presidente de la Patronal con los líderes de las principales organizaciones sindicales que son UGT y CCOO. Y me pregunto si de vivir hoy mi madre, que de política no sabía ni en política se metía ¿quién en aquellos entonces?, diría lo mismo refiriéndose a Méndez y a Fernández Tozo, nuestros representantes en dichas reuniones. Nada más lejos de mi voluntad que decir que alguien vaya a dejarse ganar por causa alguna. Pero es que nuestros adalides la llevan cruda de verdad, creo yo, porque a ambos dos les llenarán la cabeza con números macro económicos que asustan y prospecciones y pirámides de la población venidera con las que verán cabalgando hacia nosotros a los Jinetes del Apocalipsis en versión moderna.

Y a todas éstas me pregunto yo dónde y por quién está la juventud representada en estas decisivas reuniones. Lo que se acuerde atañe a nuestros jóvenes de hoy mucho más que a los talluditos. Unos porque ya estamos jubilados, otros porque ya están a verlas venir pronto y a lo mejor no les afecta las reformas por el período transitorio en su puesta en marcha y algunos más por que sé yo. Pero a los jóvenes (de ambos sexos hoy en día) les toca de lleno lo que se acuerde al igual que nos tocó a los jóvenes varones de entonces ir a la mili. Y digo si estará presente esta juventud que ni estudia ni trabaja (juventud ni ni, se la conoce), o que aún estudia pero no trabaja, en esas mesas donde se discute su futuro. Tal vez.

Veo canas en quienes dialogan y ello me da a pensar que tienen muchos años a sus espaldas y tengo dudas de si estarán haciendo bien las cuentas. Barajan cifras de 36 o de 41 años de cotización para poder jubilarse a los 65. ¿Podrá conseguirlo un joven, una joven, que no encuentra trabajo hoy en día por lado alguno y que de encontrarlo será probablemente tan sólo por períodos cortos de algunos meses? Permítanme que tenga mis dudas y que por una vez sea pesimista. No por mí, que ya pasé de rosca, pero sí por quienes vienen detrás pidiendo paso de forma decidida.

Te deseo un buen día.

miércoles, 19 de enero de 2011

Envidia

Hola a todos.
Cada dos por tres, Luzbel, el viejo ángel caído, llega hasta mí con su mochila llena de lisonjas y promesas sin cuento que va desparramando en mi cabeza. Eres -me dice- el mejor en todo, el más preparado, el de mayores dotes, el de singular maestría... llegarás a lo más alto, tuya será la sabiduría y mis dones te acompañarán siempre, y siempre serás feliz. Sus palabras susurrantes horadan mis débiles defensas y me llevan hacia el pecado.

Se entiende fácilmente, pues, que yo haya caído en la tentación. Ocurrió cuando a Mario Vargas Llosa le concedieron el premio Nobel de Literatura por lo que me alegré, como corresponde a alguien agradecido, ya que la lectura de algunos de sus libros me proporcionó en su momento grandes satisfacciones. Por ello corrí alborozado a buscar el tomo de Pantaleón y las visitadoras y abriéndolo con reverencia fui pasando páginas a voleo. El capitán Pantoja toma cuerpo nuevamente, de hombre sin vicio conocido alguno. "Ni fumador, ni borrachín ni ojo vivo" según le tienen catalogado sus superiores. Esos mismos superiores que le tienen reservada una misión muy especial en su calidad de oficial de Intendencia. Una misión que acabará con el estado de ansiosa e inquieta virilidad de los soldados destinados en la selva que "abusan de nuestras mujeres" -como se queja el alcalde- "me perjudicaron a una cuñadita hace pocos meses y la semana pasada casi me perjudican a mi propia esposa", se lamenta. Para lo cual tendrá el capitán que hacerse cargo del Servicio de visitadoras, labor harto difícil como se puede ver con la lectura de este libro, gracioso y atrevido, de Vargas Llosa.

¿Y cómo fue que caí en la tentación? se preguntarán ustedes. Ríanse, si quieren. Fue leyendo la entrevista que publicó El País digital en la que el recién nombrado premio Nobel habla de los catorce minutos que pasan desde el momento en que se lo comunicaron a él, y el que lo hicieron público al gran mundo. "Ese día, como todos los días desde que, hace tres semanas, llegamos a Nueva York, me levanté a las cinco de la mañana y, procurando no despertar a Patricia, me fui a la salita a leer". ¡Se levanta el genio a las cinco de la mañana, y yo, gandul hasta la médula, me levanto a las mil y quinientas! ¡Y así no avanzo en mis lecturas, está claro! Y de ahí que la envidia, pérfido pecado capital, se apoderara de mi corazón.

Te deseo un buen día.

viernes, 14 de enero de 2011

El cárabo

Hola a todos.
Me preparo un cortado con un buchito de café y una pizca de leche condensada que al tomarlo, calentito como debe ser, me sabe a gloria. Me acomodo luego en el sillón frente a la tele y me dispongo a ver una película que estoy seguro me va a encantar. Con los mandos enciendo televisión y dvd y pongo en marcha la proyección. Pronto aparecen los títulos de crédito con el nombre de la película, y una aclaración: Los santos inocentes, basada en la novela de Miguel Delibes. Y entonces agudizo mis sentidos para ver, casi en carne y hueso, al Azarías, a Paco el Bajo, a la Régula y a la Niña Chica, a la Nieves y a sus dos hermanos.

Cuando leí el libro hace una semana me hice una composición de lugar y en mi mente se hicieron hueco el opulento Cortijo de la Señora Marquesa y del señorito Iván, y la pobre casa de la Raya de lo de Abendújar en la que durante cinco años vivió pobremente -como le corresponde a los pobres- la familia de Paco, el Bajo. Y dibujé en mí las caras conformistas de la Régula y del Paco que contestan a las propuestas de don Pedro, el Périto, resignadamente, una y otra vez "ae, a mandar don Pedro, que para eso estamos" aunque las palabras de don Pedro, el Périto, fueran "desinflando como si fuera un globo" a ambos.

Avanza la película y con ella las situaciones contadas por Delibes en la novela. El Azarías se orina en las manos para que no se le agrieten, y llama al Gran Duque, pero el pájaro no le viene pues que ha muerto, y el Azarías le dice con ternura "milana bonita, milana bonita". Y corre el cárabo el Azarías, y alivia sus intestinos en cualquier parte, y mientras, la Charito, la Niña Chica, "emite uno de aquellos interminables berridos lastimeros que hielan la sangre a cualquiera".

Y veo en pantalla aquellas escenas antes vistas en mi cabeza en las que el señorito Iván lleva como secretario al Paco, el Bajo, y luego al hijo de éste, el Quirce, y por último también al Azarías que, aunque retrasado, sabe trepar a lo más alto del alcornoque o de la encina, para mover los reclamos según le indica el señorito Iván, preparado éste con la escopeta, cuando vienen las palomas o las zuritas o las perdices, pues al señorito Iván, y a sus amigos y amigas, lo que les gusta por sobre todo es la cacería.

Y la película se me hace estupenda novela, y la novela magnífica película, y las dos se me mezclan como un todo en la cabeza.

Te deseo un buen día.

domingo, 9 de enero de 2011

Fumar es un placer...

Hola a todos.
Hace algo más de medio siglo se proyectó en los cines de España una película, mezcla de melodrama y revista musical, protagonizada por Sara Montiel. Su título, El último cuplé. Recuerdo haberla visto en el Royal Cinema y que, tanto me gustó la diva, fui una segunda vez atraído por su belleza y por los escotes que lucía la Saritísima. No sé ahora que número pusieron los censores a la película en las hojitas que se repartían en las iglesias con la cartelera cinematográfica de la semana. En aquellos tiempos del franquismo, un beso apasionado, una escena tórrida, un escote que dejara ver las pechugas, o unas pantorrillas al aire, eran razones suficientes para clasificar una cinta con el 4 o el 4R y decir que ésta no era apta para casi nadie.

Por el contrario, a los censores no les importaba el humo del tabaco. ¡Qué va! Fumar era un placer, y además nos hacía más hombres, más guapos, más enteros. Era posible, según la propaganda de los cigarrillos que nos ponían en la gran pantalla, sentirnos, al fumar, transportados en un caballo magnífico por las praderas infinitas americanas. Porque el fumar era cosa de hombres y... de mujeres malas.

Hoy en día no podría rodarse El último cuplé. Está mal visto fumar y la Sara no podría cantar con su voz susurrante aquello de "Fumando espero al hombre que yo quiero, tras los cristales de alegres ventanales..." tendida en la chaisse longue, ni tampoco podría pedir a su hombre que le diera el humo de su boca..., pues al fumar ya no lo dejan ser un placer, genial ni sensual.


Son otros tiempos y el acoso al fumador va a más en beneficio de la salud de todos, nos dicen. Lo que más me jeringa es que ya no podremos ver a 'Cho Juaá' y compaña con sus sempiternos 'virginios' atravesados en los labios, acodados a la barra del cafetín, tal como nos lo presentaba nuestro querido Eduardo Millares Sall.



Te deseo un buen día.

jueves, 6 de enero de 2011

El correo

Hola a todos.
Tumbado estaba en el sillón de casa, con Pancho a mi lado, dedicado a ejercer el sabio deporte de la benefactora siesta cuando mis pensamientos, medio en brumas, fueron recorriendo las eternas preguntas de la Humanidad. Quienes somos, de dónde venimos, a dónde vamos. Sin encontrar respuestas derivó mis pensamientos hacia la esencia y circunstancias de la felicidad. ¿En qué consiste, es efímera o duradera, es asequible o esquiva, real o ficticia? Para cuando Pancho reclamó mi atención para que le llevara a su paseo de media tarde había llegado a una conclusión que les propongo: para ser feliz es suficiente y necesario adaptarse a los vaivenes de la vida y en la medida en que aceptemos lo que la vida nos da y nos quita de continuo seremos más felices o infelices.

Y en ésas, que estando ya en el parque con Pancho, que me da por pensar en el correo; y que me pongo a comparar el correo antiguo con el actual e-mail lleno de eficacia y prontitud; y que yo, que en el fondo soy un nostálgico, que me inclino por el antiguo, pensando que era muchísimo mejor que este correo de ahora, virtual. Porque antes era ilusionante el cartearse con alguien y enviar una carta a la que se le pegaba el sello correspondiente y se echaba en el buzón. Carta escrita a lápiz o con tinta, con letra firme o temblorosa, manuscrita, y por tanto distintas unas de otras; como se escribía el remitente en el anverso del sobre después de haber escrito el de la persona a la que iba dirigido. Carta y sobre que mantenía el calor y el olor de quien la enviaba pese al tiempo que tardaba en llegar a su destino.

Hoy el correo es impersonal porque es rápido. Se puede mandar el mismo mensaje y las mismas fotos, y la misma música a unos y a otros sin dedicar el afecto sentido, la palabra exacta, el texto personal que cada uno espera. Es el signo de los tiempos y hay que aceptarlo para ser feliz. Que es lo que antes he dicho. ¿Recuerdas?

Te deseo un buen día, y que los Reyes Magos te traigan las mejores noticias, no importa en que correo.

lunes, 3 de enero de 2011

Cincuenta céntimos

Hola a todos.
Diré a ustedes, en secreto, que el euro me da grima porque estoy convencido de que fue el primer eslabón de la cadena que nos condujo a nuestros problemas económicos actuales, o sea, a la crisis de nuestras entretelas. También les comentaré que veo a las monedas de uno y dos céntimos tan minúsculas y esmirriadas que, a pesar de ser necesarias en ocasiones, me dan verdadera lástima. Las de diez y veinte céntimos de euro, les aseguro, son otra cosa, tan modositas ellas, tan brillantes, tan redondas y bonitas. Con éstas sí que podemos empezar a hablar de dinero pues lucen encantadoras en nuestros monederos. Ahora bien, sabrán que estimo que la moneda regia es, ustedes perdonen, la de los cincuenta céntimos. Cierto es que no dan para un café, ni para un cortado, ni para un bocadillo que se precie, ni para una cajetilla de tabaco, ni para un refresco... pero, sí que parece que somos alguien cuando la llevamos en el bolsillo como pasaba antiguamente con las de cincuenta céntimos de peseta.

Elucubraba yo el otro día con estos pensamientos sobre la calderilla a cuenta de que alguien me pidió que pensara por un momento en un propósito a cumplir en el año 2011, que aun no había llegado. Mi cabeza entonces se convirtió en algo parecido a uno de aquellos cerditos, que con su ranura arriba en el lomo nos servían de alcancía, a medio llenar de tintineantes monedas. Y pensé, Dios me bendiga, que mi propósito podría ser el de llevar siempre conmigo al salir de casa una o dos monedas de las de cincuenta céntimos de euro que, aunque no valgan ni para un café ni casi para nada, bien que sirven para ayudar a su compañera. Como ocurre con el grano de trigo, que no hace granero pero ayuda al compañero.

Y claro es que mi propósito tenía un propósito, disculpen ustedes la redundancia. Porque el propósito de mi propósito venía a ser al final el de dar una pequeñísima propina de cincuenta céntimos a una o a dos de las personas menos afortunadas que yo que en las calles de nuestras ciudades solicitan un poco de atención y de ayuda. Personas que nos alargan la mano o no, que tocan algún instrumento o se disfrazan de algo, que nos sonríen o no nos miran, que son mendicantes profesionales o que tienen en verdad necesidad de pedir. Personas que a veces nos incomodan con su sola presencia pues nos molesta ver reflejadas en ellas los efectos de la crisis galopante que nos ha venido encima.

Te deseo un buen día, y una talega de monedas, para repartir.