miércoles, 31 de agosto de 2011

¡Un respeto...!

Hola a todos.
Juan Falcón trabajó durante muchos años en la misma empresa en la que yo trabajé casi toda mi vida. Conducía su camión cisterna o cualquier otro llevando el combustible o la carga que fuera a estaciones de servicio o a pozos de agua en barrancos de la isla, y a fábricas y a donde quiera que le encomendaban. Durante bastante tiempo, creo que hasta su jubilación, Juan fue uno de los componentes del Jurado de Empresa que tenía que negociar la renovación de los convenios colectivos y por ello acudía cada cierto tiempo a la isla de Tenerife. Siendo como era un hombre recto, serio, educado y amigo de todos los compañeros que le apreciaban por su buen hacer era también dado a la tertulia y a tomar unos vinos cuando se terciaba. Precisamente en una de esas ocasiones de vinosa, en una noche en que estaban todos los componentes del Jurado 'jartos' del buen vino de la isla picuda, quedó para la posteridad en la Empresa -dicha por él con voz ronca- una frase de antología. Ocurrió que le acompañaron a la habitación medios 'tajaos' y al meterlo en cama a un compañero se le ocurre -nada menos que hacerle a él, a Juan- una proposición indecente que aunque en broma iba contra su hombría. Saltó como un tigre: ¡Un respeto es muy bonito!, farfulló, y el eco de su voz transmitiendo el mensaje trascendió de la habitación y recorrió todas las islas del archipiélago canario.

Pienso que este respeto que reclamaba mi amigo Juan debemos reclamarlo para nuestra Carta Magna. Ya está bien que el partido de la oposición lleve al Tribunal Constitucional cada ley que no le guste de las que promulga el Ejecutivo y, lo que es peor, que cuando los altos Jueces se pronuncian se opongan a su, debemos entender, sabia resolución. Ya está bien también que los Magistrados del Constitucional sean elegidos por los dos grandes partidos y que estos dejen pasar sine die la reposición de aquellos que van cumpliendo los plazos para los que fueron nombrados esperando a sustituirlos a su conveniencia.

Por si fuera poco, ahora el Ejecutivo con el partido que le sustenta (Psoe) y el principal partido de la oposición (Pp) tratan reformar nuestra Ley de Leyes. Con o sin razón. Pero, la rapidez, la precipitación y el hurto que nos hacen de un auténtico debate y de una debida explicación de causas y razones, me mosquea. Y por ello creo que sería oportuno y saludable el que los sindicatos y partidos minoritarios y gentes del común que convocan una manifestación pro referéndum para decidir sobre el cambio que se nos propone llevaran una pancarta en la cabecera con el lema de mi amigo escrito en letras indelebles:

¡UN RESPETO ES MUY BONITO!

Te deseo un buen día.

lunes, 29 de agosto de 2011

Un color: el rojo

Hola a todos.
Tiempo hubo en que el color rojo era sinónimo de lo prohibido, de lo maligno. Rojo -los rojos- eran los malos al igual que eran de pieles rojas los indios salvajes que asesinaban a las mujeres blancas. Roja era la bandera de los otros y rojo era el color de la pasión. Rojo el color del fuego del infierno y hasta a Lucifer lo han debido pintar de rojo. Y roja era la corbata roja que tuve en mi juventud y que me gustaba tanto por su color subido y no por ningún significado unido a ella.

Roja y gualda es la bandera nacional, el trapo con que se cita al toro y la sangre de la noble fiera al ser mortalmente herida en la fiesta; rojillos son los del equipo navarro, rojos los pañuelos de los mozos que corren y de las mozas que se divierten en los sanfermines, y La Roja es nuestra selección ganadora de merecidos encuentros y campeonatos.

Y rojos fueron los zapatos de Benedicto XVI.

La semana en la que se han celebrado las Jornadas Mundiales de la Juventud nos ha dejado cientos de imágenes, de comentarios y de artículos de uno y otro signo: imágenes de miles de jóvenes enfervorizados cantando al Papa, cargas de la policía a los laicos, tormenta sobre Madrid en la noche de la vigilia, encuentro de los Reyes y Príncipes con el Pontífice, confesionarios de diseño, cardenales y voluntarios... comentarios a favor y comentarios en contra tomando el gasto como excusa... articulistas y tertulianos varios quienes con sus argumentos nos dan para mucho pensar...

De todo ello cada uno sacará sus conclusiones. Podrán decidirse analizando las palabras del Sumo Pontífice a los jóvenes, a las jóvenes, aunque me temo que estas palabras sean las menos escuchadas. Yo por mi parte me quedo -ustedes disculparán- con una bagatela. No puedo remediarlo: queda en mi recuerdo, para consuelo de mi alma atormentada, el color rojo de los zapatos rojos del sucesor de Pedro. Para bien sea.

Te deseo un buen día.

miércoles, 24 de agosto de 2011

Ir de culo

Hola a todos.
Ir de culo significa en la jerga habitual ir pa'trás como los cangrejos, ir cuesta abajo y sin frenos, estar jodido de verdad y otras lindezas por el estilo. En este contexto está claro que el mundo va de culo: de ello se encarga de recordárnoslo los medios de comunicación que nos nombran día sí y día también la crisis con su secuela de desempleo, de hipotecas imposibles de pagar, de farmacias que se plantan en huelga como si de futbolistas se trataran, de la caída de las bolsas, de la subida de la prima de riesgo, de Merkel y de Sarkozy, de Zapatero y de Rajoy -y de Rubalcaba-, de Irlanda y de Islandia, de Portugal y de Bélgica, de Grecia y de Italia, de Obama y del Banco Central Europeo... y que no levantamos cabeza. Nos recuerda también que el mundo va de culo, y esto sí que es grave, la hambruna en el Cuerno de África, la guerra en Libia y la represión en Siria por citar sólo cosas de actualidad.

Si el mundo como vemos va de culo, nosotros que no nos podemos sustraer de sus males vamos también cuesta abajo y sin frenos y con el temor de terminar jodidos de verdad. Así que yo, sin querer pontificar, propongo una nueva acepción de la expresión ir de culo, que creo haber descubierto, para el acervo popular. Trataré de explicarme:

Está usted tranquilamente sentado en la arena o sobre una toalla en la playa (en mi caso en Las Canteras) cuando de repente a unos poquísimos metros de su nariz aparece un hermoso culo con su correspondiente diminuto tanga.(Todo el mundo sabe que cualquier culo puede ser más hermoso o menos hermoso, pero que todos son hermosos). Y entonces no sabe usted que hacer: si cerrar los ojos, lo que sería peor porque la imagen se distorsionaría y se engrandecería; si meter la cabeza bajo la arena lo que le impediría respirar; si meter el dedo en el ojo del vecino; si ponerse a silbar haciéndose el despistado; o si taparse con la toalla lo que le daría mucho calor. Y entonces decide usted ir de culo. O sea verlo sin reticencias ni pudor como corresponde a una de las obras cumbres de la creación. Y se queda usted 'lelito', 'lelito', como traspuesto, despreocupado de los problemas que algunos pesados dicen que no nos abandonarán jamás.

Ya puestos, creo que podríamos mandar a los mercados a ir de culo, con esta mi acepción nueva, para ver si de una puñetera vez se quedan tranquilos y nos dejan vivir sin sobresaltos.

P.S. Fotos, hoy no. La razón es obvia.
Dos. Propongo al inventor del tanga candidato al premio Nobel de la Concordia. ¿Alguien se opone?

viernes, 19 de agosto de 2011

Los filtros no tienen la culpa

Hola a todos.
Sabrán ustedes perdonarme por hablar hoy de un asunto del que no tengo idea alguna. Sólo sé -tal dijo el filósofo- que ni siquiera sé cuantos filtros se han fabricado en el mundo desde que a algún iluminado se le ocurrió la idea: ¡Eureka! ¡Lo tengo! se dijo en el colmo del paroxismo el inventor del asunto cuando descubrió que colocando un canuto en una punta de cada cigarrillo a vender éstos dejarían de ser causa de enfermedad y muerte. ¡Eureka! ¡Lo tenemos! se dijeron los coros de accionistas principales de las principales fábricas del mundo: subiremos el precio de cada cigarrillo por estos filtros que bondadosamente colocaremos, y los suculentos beneficios subirán a la par que nuestras marcas en bolsa, y además -dijo el accionista principal de los principales accionistas- seremos bendecidos por aquellos que seguiremos envenenando en años venideros.

Ignoro todo sobre el tema; ya digo que ni siquiera sé cuantos filtros se habrán fabricado. Mi ábaco es de tan pocas bolas que con ellas no puedo llegar a cantidades astronómicas. Intenté contarlos con los dedos de mis manos y resultó menos efectivo: solamente puedo llegar a diez a no ser que haga trampa como en el chiste de Jaimito y cuente once. Ustedes disculparán mi torpeza.

Cuando encuentro una colilla en la calle con su filtro amarillo oro sucio la miro con veneración: es una más; es una de ellas, pienso. Y me pongo como un tonto a la tarea de imaginar cuantas serían necesarias para, uniéndolas, dar la vuelta alrededor del mundo. ¿Mil, dos mil, muchas más? Hagamos uso del método empírico con una medición simple y unos sencillos cálculos aritméticos:

Una colilla mide, pizco más pizco menos, 8 mm. y la circunferencia de la Tierra mide por el
ecuador 40.075 km. Por tanto tendremos 40.075*1000*1000/8 = 5.009.375.000 colillas. Y ahora, la pregunta obligada: ¿cuántos cigarrillos con colilla, que en su mayoría no son biodegradables, se consumen diariamente en el mundo?

P.S. Los filtros se colocaron en cigarrillos de forma selectiva antes de 1960. Después ya de forma general y por lo que recuerdo estuvieron en el mercado junto con boquillas (con filtros) y con cigarrillos mentolados. Si quieres saber más, pincha aquí.

Te deseo un buen día.

martes, 16 de agosto de 2011

Petición razonable

Hola a todos.
Sufrimos o gozamos, según cada uno lo interprete, las pinturas y los escritos, los buenos dibujos o las mamarrachadas que los grafiteros de turno se empeñan en dejar por todas partes desde hace ya bastante tiempo. Si lo miramos bien los primeros en practicar el bello arte de dejar constancia de su paso por este mundo fueron nuestros antepasados europeos que en las cuevas de Aurignac, Lascaux o Altamira, por citar los sitios más emblemáticos, supieron plasmar lo que más a mano tenían ante sus ojos, y ante sus rústicas armas, y no sólo eso, seguramente, sino lo que los animales suponían para ellos en un plano más espiritual.

Pinturas en la cueva de Lascaux (Francia)

Los grafiteros de ahora que no necesitan -no necesitamos- cazar para comer tienen otros elementos con los que decorar o manchar las paredes de calles y plazas, los pedestales de las estatuas, los edificios emblemáticos y sencillas casas, los sitios más concurridos y aquellos -los menos- por donde no transita nadie. Para ellos no significa nada la gloria futura. Para ellos la gloria inmediata es lo que da validez a su arte y por ello se afanan por pintar, por dibujar, por emborronar y por escribir en cualquier superficie pública a su alcance.

Al pasar en la guagua por el barrio capitalino de Las Rehoyas (barrio de casas de cuatro pisos humildes y muy pequeñas de gente trabajadora, construidas antes de la Democracia) mis ojos no pueden dejar de mirar una esquina de una casa, situada en lo que algún capitoste llamó plaza sin acierto y con muy mala uva, para volver a leer lo que un grafitero con acierto y bondad dejó escrito:
¡¡ NO HAGAS EL LOCO ¡¡ FRENA !! Y QUIERE UN POCO DE VIDA!!
Petición razonable de alguien que quizás sabe por desgracia en propia carne de lo que está hablando. Les aseguro que es el grafiti que pondría yo, como obra de arte sabio, junto a las pinturas paleolíticas de nuestros sabios y queridos antepasados.

Te deseo un buen día.

domingo, 14 de agosto de 2011

De noche en Las Canteras

Hola a todos.
Por la ventana entreabierta me llega el rumor del mar batiendo en la orilla. Es marea alta y las olas rompen en concierto de espuma y salitre removiendo las pequeñas piedras. Su ritmo es acompasado: dos olas suaves, y otra, la tercera, fuerte, semejan instrumentos de viento y de metal, que tuvieran sordina. Es medianoche y por esta parte de la playa donde está la Peña la Vieja la poca gente que pasa camina con andar suave no deja traslucir sus intenciones de sus palabras quedas. Pienso, y no creo equivocarme, que van en busca de algún local de nocturno pasatiempo.

En la tarde noche el paisaje ha cambiado en Las Canteras. Se han retirado a descansar los niños y los abuelos, aunque algunos quedan, y en la playa pueden verse tan solo a los recalcitrantes playeros. La luz del atardecer va tomando posesión del cielo con tonalidades distintas cada día en las puestas cambiantes del sol que la panza de burro, cuando la hay, deja tan solo entrever. En las terrazas y establecimientos comienzan a encender las luces. En la Avenida, personas de otros lugares -negros del África negra- van colocando en el suelo sus mercaderías: bustos de mujeres, antílopes y monos y otros trabajos en ébano se juntan con cuadros 'pintados' con finas arenas y con pulseras y abalorios. De Senegal o de Mali o de Dios sabe donde tratan de colocar sus obras hechas a mano entre los paseantes que se acercan, miran y regatean los precios.


En los restaurantes se ocupan de las cenas, y los camareros invitan a naturales y turistas a
entrar en ellos. De pronto, cuando parece que la obscuridad se adueñará del entorno, las bonitas luminarias van
encendiendo sus luces poco a poco como si fuegos de artificio se trataran. Las mareas, ajenas a las humanas
preocupaciones, siguen en su incesante juego de subidas y bajadas impulsadas por la luna y por La Puntilla, sentado en un banco frente a las terrazas de la zona, un hombre con aspecto melancólico arranca a su acordeón románticas canciones de siempre.

Te deseo un buen día.

jueves, 11 de agosto de 2011

En horario de tarde

Hola a todos.
Las horas en Las Canteras discurren lentamente con esa parsimonia que hemos copiado los naturales y que por aquí llamamos pachorra. Tras el almuerzo y ya en horario de tarde, cualquier observador que en la playa estuviera podría encontrar dos mundos diferenciados entre la zona baja -la arena y el mar- y la zona alta, o sea, la avenida:
abajo, los playeros siguen apaciblemente en sus cosas disfrutando del baño o del paseo por la orilla o del juego de pelotas o raquetas o de estar tumbados al sol, leyendo o no, charlando o no, o jugando con las olas en tablas de surf, algunos, muchos, como jinetes de caballos encantados, o echando por enésima vez, algunas, muchas, en corro y arropadas por sombrillas, las diarias partidas de cartas... y el bingo; mientras, arriba, los paseantes se han ido
incorporando poco a poco al desfile diario que discurre
como un río de ida y vuelta por una pasarela hermosa de más de tres kilómetros de longitud.

En horario de tarde las horas son iguales pero son distintas. El sol ha tomado su camino hacia el ocaso y los rayos comienzan a venir oblicuos desde el mar. Las terrazas, con las sombrillas abiertas, van acogiendo cada vez más a más clientes ansiosos de una cerveza, de un cortado, o de un refresco que compartir, como excusa necesaria, en conversaciones intrascendentes del verano. Cualquier observador atento que por aquí estuviera notaría el cambio en la vestimenta de hombres y de mujeres; en ellos lo apreciaría menos, pero e
en ellas, en las señoras y jovencitas, vería que visten ahora atuendos menos deportivos, aunque sigan
siendo veraniegos e informales.

Nuestro observador atento podría encontrar junto a las señoras guapas y a las señoritas
hermosas grupos de mayores sentados en los bancos de la avenida gozando al sol el paso de los días, y podría encontrarse con niñas y niños en patines luciendo sus habilidades, y con jóvenes y no tan jóvenes de ambos sexos corriendo carrera de atletas, mostrando en piernas, brazos y hombros sudorosos sus recios músculos marcados en muchos casos con sugerentes tatuajes.


Te deseo un buen día.

martes, 9 de agosto de 2011

A la hora del almuerzo

Hola a todos.

A la hora del almuerzo los chiquillos están empa- pados como fideos en un caldero con agua para la sopa. De las rocas al charco y del charco a las rocas sin solución de continuidad se han pasado sus lindas cuatro, cinco o seis horas. A veces mi nieto el más pequeño, como es flaquillo, sale y busca una toalla con la que secarse y entrar en calor que le dura sobre los hombros menos tiempo del necesario para decirlo: sus manos y pies están fríos y sus dedos blancos pero él sigue adelante con sus maniobras de búsqueda y captura de erizos, estrellas de mar, caracoles ermitaños y cabosos o fulas.

A la hora del almuerzo conseguimos un receso. Se duchan, se cambian, se acicalan y vamos en busca del restaurante de turno. De esta forma a la abuela le vale las vacaciones para permitirse unos días no estar en la cocina para la comida del mediodía. Cambiamos de restaurante, (que los hay muchos y buenos y para todos los bolsillos en la Avenida con terraza los más, y en las calles cercanas) para variar de menú: un día toca comida de cuchara (sopa o potajes de primero, pescado o carne de segundo); otro día la socorrida pizza que tanto gusta a los críos; otro nos vamos al 'chino' por aquello de que es de precio fijo comas cuanto comas; otro a un japonés (un moderno wok) que es una delicia...


A la hora del almuerzo en Las Canteras hay una oleada de gente que se retira y otra que viene con el ánimo dispuesto a gozar de la tarde... y del atardecer. Otros vamos, almorzamos y volvemos: y mientras, en la orilla, queda la silla esperando pacientemente.

Te deseo un buen día.

viernes, 5 de agosto de 2011

Al mediar el día


Hola a todos.
En una punta de Las Canteras -La Puntilla, la llamamos- un hombre aguarda con su caña -su rostro impasible, tranquilo, con esa paciencia de siglos de los pescadores- a que un pez quede enganchado en su anzuelo. Sus manos están vacías en estos momentos pues ha puesto en el suelo, o en el balde, el último pescado conseguido. Su cara está requemada por el sol y surcada de arrugas ensalitradas por miles de vientos y de mareas. Cubre su cabeza gorra con visera, de marino, y su torso está resguardado por gruesa prenda sobre la camiseta. En su boca una colilla de cigarro, seguramente virginio, seguramente apagado, hace compañía a un bigotito recortado.


Su nombre podría ser el de Juan a quien apodaban 'el
Chacalote' o el de su amigo, compañero y hermano -Gregorio- a quien conocían por 'Boro'. Lo de ellos no era la pesca en tierra. Sus oficios, el de siempre, estuvo en la mar. Pescaban por esta zona de La Puntilla y por detrás de La Isleta en barquillas que aun resisten el paso del tiempo, como se ha venido haciendo desde que a estos andurriales llegaron gentes de otros sitios huyendo de años de intensa sequía y hambruna: de Lanzarote y Fuerteventura, nos dicen las crónicas. Consiguiendo capturas mejores en décadas pasadas, a precio de miseria: con precios buenos ahora y capturas pobres, que ni daban para vivir entonces ni dan para vivir ahora.

Juan Casalla y Gregorio Santana -el Chacalote y Boro- tuvieron la mala suerte de naufragar
cuando faenaban en aguas de La Isleta. Hoy aguarda, uno u otro, (quiero creer que los dos juntos a veces) con su caña en La Puntilla a que un pez quede enganchado en su anzuelo.

Como aguardaba al mediar el día mi nieto, el pequeño, a que un pez quedara enganchado a su sedal, una vez más, para incrementar sus capturas, cosa que al final consiguió. Y por ello muestra con orgullo de pescador avezado su trofeo para lucirlo en el recuerdo.

Te deseo un buen día.

martes, 2 de agosto de 2011

A primera hora


Hola a todos.

Desde la ventana del apartamento en Las Canteras veo, en el amanecer, la Peña la Vieja que parece estar más alejada que nunca de la orilla. La marea está baja, bajísima, y me pregunto que a donde se habrá ido la masa de agua en el transcurso de la noche. Pienso en un gran desagüe en la sima del Atlántico que separa Gran Canaria de Tenerife y en un hombre enfundado en uniforme de neopreno que tiene encomendada la misión de vaciar el océano. Me sobresalto. ¿Cómo quedarán las islas unidas sin el agua? Me preocupan entonces los cangrejos y los sargos, las viejas y las salemas que viven aquí cerquita de nosotros en el mar. Y las algas y las sebas. ¿Qué será de todos ellos?

En el cielo, las nubes van cambiando de color y diviso mejor los contornos. A la izquierda las barcas de colores rojos o verdes parecen despertar del sueño nocturno. Una mujer atrevida se dirige nadando a la Peña y al llegar a ella se sube como queriendo dejar constancia de su conquista. Pasan por la avenida los primeros caminantes: unos van ligeros, a paso vivo, mientras en otros priva el paseo sosegado; de éstos han desaparecido hace tiempo el cigarrillo: ahora van provistos con auriculares que les mantienen unidos al mundo. Pasa una pareja de la Policía luciendo el uniforme intimidatorio: botas a media pierna, pantalones ajustados, camiseta y camisa, acompañado todo ello por los artilugios que la Ley les permiten para repeler lo indebido.

El sol no se decide a salir en estos días de 'panza de burro'. La arena húmeda de la marea alta de la noche y del relente no llega a recibir todavía sus beneficiosos rayos. Van llegando poco a poco los asiduos a la playa y los veraneantes ocasionales. Dejan caer un bolso o una mochila y con parsimonia extienden toallas en las que más tarde dejarán caer sus cuerpos. Algunos hay, que, optimistas, traen una sombrilla y la abren; estos últimos son en realidad los sacerdotes que con este gesto ofician al dios del día el sacrificio cotidiano para que el buen tiempo sea con nosotros.

Te deseo un buen día.

lunes, 1 de agosto de 2011

El regreso


Hola a todos.

Estuvimos en Glasgow poco tiempo. Casi, lo justo para dar una vuelta por la ciudad en la guagua turística sin bajarnos en sitio alguno para ver los edificios y los lugares interesantes que nos iban mostrando. La tarde se presentó algo fría lo que hacía que en el piso superior de la guagua, sin techar, sintiéramos el aire fresco como si fuera un insulto. Siento que me será necesario el volver, pues esta ciudad, atravesada por el río Clyde y cercana al Atlántico, tiene una historia naval y de astilleros de primer orden (según nos indicaban en la guagua turística) que le permite tener retazos de esa misma historia por todos lados.



Al recogernos el taxi para llevarnos al aeropuerto de Prestwick en la madrugada siguiente el reloj marcaba tan sólo las 4,30.
Sin embargo tan clara era la mañana que pudimos hacer las últimas fotos. El viaje de vuelta a mi isla, largo y monótono, me permitió ir visualizando en la cabeza, como en una cinta de video, las imágenes de tantos días. Así pude ver otra vez a la pareja de cobre que, -pie levantado, ella- se daban, abrazados, la bienvenida en la estación de autobuses de Glasgow. Era para mí una invitación al regreso. Era una clara señal de que en estas tierras nos recibirán siempre con un
beso.

Y ya cuando el avión hacía las maniobras de aproximación al aeropuerto de Gran Canaria vi abajo, desde la ventanilla, los secarrales del sureste de la isla. Tierras ocres que en otro tiempo fueron extensos cultivos de tomateros. Como tienen que ser las tierras africanas a las que por cercanía pertenecemos. Tierras azotadas por el constante viento y por el solajero. Tan distintas de las tierras que habíamos dejado atrás, tan verdes, tan verdes...



Te deseo un buen día.