sábado, 30 de abril de 2011

Mi vecina (2)

Hola a todos.
Escribí hace algún tiempo una entrada en este blog que titulé Mi vecina y que dediqué a la reina indiscutible del circo durante unas largas temporadas, vecina mía en la actualidad, conocida en el mundo artístico como Pinito del Oro. Un amable lector de Tenerife ha encontrado ahora mis apuntes sobre ella y me ha mandado un comentario pidiéndome información sobre la sala de fiestas que teníamos en Las Palmas con su nombre.

He podido recabar alguna información, no mucha, que me dice lo siguiente: la citada sala de
fiestas con el nombre de Parrilla Pinito del Oro estuvo abierta más o menos entre los años 1960 y 1980, ubicada en la incomparable playa de Las Canteras a la altura de la Peña la Vieja. Era Sala de Fiestas del hotel llamado igualmente Pinito del Oro y tenía entrada por la calle trasera de la avenida de la playa, o sea por la calle Portugal. Por la avenida estaba un estupendo restaurante que era la delicia de los muchos turistas de la época. Hoy el edificio está reconvertido en apartamentos y del hotel y de la sala solo quedan los recuerdos.

Como el amable lector me ha preguntado si artistas de aquellos años actuaron aquí puedo decirle que sí. Si la memoria no me es infiel vinieron grupos consagrados como Los Panchos y Los 3 Paraguayos, cantaron otros que empezaban, como Raphael, y no faltaron representantes de ballet y del folclore andaluz y canario. Buscando en internet encontré en imágenes de Google este recorte del periódico El Eco de Canarias fechado en 1974 con el anuncio de la actuación de Patricia Russ. Y en una página web que hace referencia a esta artista puede encontrar el interesado más fotografías de ella en el Pinito del Oro acompañada de Juanita Reina, Manolo Royo, De Raymond o Lea Zafrani.

Espero haber dado información válida para quien desde Tenerife -isla hermana- me preguntaba. A él y a todos, les deseo como siempre un feliz día.

martes, 26 de abril de 2011

Visitantes no deseados

Hola a todos.
El periódico Diario de Las Palmas del 15 de octubre de 1954 daba cuenta a la población isleña de un acontecimiento harto desagradable que iba a ser noticia en las siguientes semanas. "La langosta nos visita" era su título. El suelto, a modo de editorial, comenzaba resaltando los engranajes necesarios en la actividad económica de la isla para "...aún a costa de verdaderos sacrificios, (sentar) una base sólida desde la que mirar serenamente el porvenir. Desde la cubierta de los barcos pesqueros al encañado de los cultivos de los tomates..."

Durante muchos años los tomateros representó una fuente de ingresos valiosos para muchas familias a la par que una actividad dura en la que trabajaban los mayores, hombres y mujeres, y hasta los niños, de sol a sol, en las zafras. Es fácil pensar que en una isla -Gran Canaria- con una dependencia casi total del sector primario en aquellos años (platanares y tomateros eran los dueños de la tierra por todos lados), la llegada de estos visitantes no deseados debió ser una calamidad con mayúsculas.

Sigue el suelto diciendo: "Y así ahora, en que la voluntad de los hombres se había conciliado para lograr más prósperas campañas, azota a la isla una invasión de langosta berberisca que ha sembrado la inquietud en las zonas agrícolas".

Se combatió al principio con todos los medios que las pobres gentes tenían a su alcance que eran más bien pocos. Se limitaba al fuego y al ruido. Cientos de hogueras se encendieron por toda la isla. "... los agricultores quemaron ingentes cantidades de gas-oil, paja de pienso, pacas de turba, neumáticos que iban desde un uso regular a ser de total desecho, cañas, etc. En todos los campos, los hombres, las mujeres y los niños gritaban siempre para hacer ruido y hacían ruidos también con cacharros, o quemando cohetes, tracas e incluso hasta haciendo explotar dinamita". (L.P. 9/11/54). Se quemaron tuneras y aulagas -bien que me acuerdo- aunque el periódico no lo diga, y los aviones de la Península cargados con insecticidas vinieron después en ayuda de la isla para combatir a estos insectos devoradores que llegaron "en cifras de millones y millones".

El 8 de noviembre, después de veintitrés días de la llegada de estos bichos, al fin, el citado periódico daba cuenta de lo que todo el mundo anhelaba leer: Quedó eliminada la plaga de langosta en Gran Canaria. Días antes, M. Sarmiento, firmando su artículo en el pueblo mariano de Teror decía: "Miles y miles de rojos y diminutos aviones invaden el espacio con amplitud de dominación. Vuelan casi eclipsando el Sol con libre vivacidad. Helios brilla en sus alas, agitadas precipitadamente, produciendo polícromas irradiaciones que encantan nuestra vista , cual una lluvia de pétalos dorados, jugueteando en los móviles cristales de la brisa ... Por tercera vez, Teror se ve bajo el flagelo desvastador de los voraces insectos. El campesino siente tristeza; la agricultura tiembla previendo su desolación...".

La langosta, o cigarra como por aquí la llamamos, no solo arrambló con todo lo plantado en mi isla redonda. Las otras islas del archipiélago canario sufrieron igualmente la plaga en mayor o menor medida y según el Diario de Las Palmas estos insectos del demonio llegaron hasta Tánger, y en la Península se localizaron en Huelva y Linares y en la cercanía de Lisboa, y fueron vistos hasta en el Golfo de Vizcaya.

En verdad, fue como una plaga bíblica. Te deseo un buen día.

miércoles, 20 de abril de 2011

La flor de la tunera

Hola a todos.

No les dije el otro día que quedé encantado con la flor de la tunera. Estaba esta planta de nuestros paisajes isleños (que según leo en la red nos vino de México) en el lateral de la carretera secundaria, apenas un par de vueltas, que desde la general nos conduce al Burro Safari. Eran tuneras nuevas, plantadas seguramente hace unos pocos años. Sus pencas eran pequeñas y en ellas se arracimaban los tunos todavía en formación y las púas cual alfileres mágicos relucían al sol. Estaban las tuneras florecidas como corresponde con la estación primaveral en la que estamos. Las flores, en la cabeza de los tunos, estaban cerradas unas y abiertas las más. Viendo su belleza, contemplando el color amarillo en unas o el encarnado en las otras mostrando en su interior los estambres y pistilos, llegué a querer ser ave o insecto para a ellas venir a libar.



Te deseo un buen día.

lunes, 18 de abril de 2011

La burrita

Hola a todos.
Los burros esperan pacientes fuera del restaurante, a resguardo del sol bajo unos tenderetes de madera, a que algunos de los clientes se atrevan a montar en ellos para dar una vuelta por el recinto. Son burrillos mansos, siempre tranquilos, acostumbrados a la presencia humana. Comparten el lugar, que es como una pequeña granja, con un par de gallos pendencieros, unas gallinas huidizas y sus polluelos, un pavo real, dos avestruces, algunas ovejas, y algunos conejos enjaulados. Completan el cuadro dos nísperos y unos cuantos naranjos y limoneros además de variadas plantas de la zona.

El Burro Safari, pues a este restaurante me refiero, está allá arriba por Santa Lucía de Tirajana por donde el barrio de Tahídia. El sitio es especial para cualquier canario, y para cualquier visitante, porque para llegar a él hay que recorrer una carretera estrecha y sinuosa que va mostrando a cada curva la belleza de las altas cumbres del Sur de mi isla redonda. Cientos y cientos de plantas, pequeñas y como agarradas al suelo, ponen el contraste con el color de la tierra requemada por tantas horas de sol, y el verde, de distintas tonalidades, se une al blanco de las flores, en esta época de primavera.

Nos esperaba hoy una sorpresa en el tinglado que forman los tenderetes del restaurante. Había nacido hacía pocos días una borriquilla y estaba ella, orgullosa de la vida recién estrenada, junto a su madre mirándome con sus ojos de caramelo. Tal que Platero. La acaricié largo rato y pareciera que quería traspasarme todo su aliento. El tacto con su pelo suave era como un tranquilizador sueño.

Te deseo un buen día.

miércoles, 13 de abril de 2011

Tajinastes

Hola a todos.
Sabido es que las Canarias fueron llamadas Islas Afortunadas en la Antigüedad. Quienes así lo hicieron intuían tal vez la excelencia del clima que permitía la presencia en ellas de plantas y flores exóticas, de vivos colores y de inigualable formas y exquisitos perfumes. O a lo mejor lo sabían por relatos de viajeros que muy bien pudieron acercarse a nuestras costas y ver la exuberancia de la vegetación de estas islas paradisiacas.

Más recientemente, más o menos cuando el siglo de la Ilustración movió a sabios europeos a recorrer el mundo, y hasta nuestros días, botánicos y hombres de ciencias varias vinieron y exploraron barrancos, laderas, acantilados, riscos y arenales, en busca de nuevos ejemplares de plantas que estudiar.

Es seguro que entre la variedad de especies que encontraron, entre otros, los naturalistas y botánicos Humboldt o Bonpland, Webb o Berthelot, Sventenius o Branwell estaban los arbustos que nos ocupan, que, por la belleza de sus flores, no pudieron pasarles desapercibidos. Son los tajinastes.

Están extendidos estos matos, aunque con distintas variedades, por todas las Canarias, y leo que los han llevado a jardines europeos como plantas ornamentales. El más conocido -por más fotografiado- es sin duda el tajinaste rojo del Teide cuya preciosa estampa contrasta con la esbeltez del noble volcán. En Gran Canaria tenemos el tajinaste azul en zonas de medianías por arriba del Rincón de Tenteniguada y a este envidiable paraje nos fuimos el otro día para verlos florecidos. Son bonitos en verdad, o al menos, mis ojos de enamorado de mi isla redonda, así me lo hacen ver.


La flor es realmente un racimo de flores azules, de ahí su nombre de tajinaste azul, entre las que están engarzadas otras diminutas flores blancas. Crecen entre las ramas del arbusto llegando a formar el conjunto un matorral de bella factura que remansa el ánimo y reconforta el espíritu. Es la sencillez hecha belleza.

Te deseo un buen día.

miércoles, 6 de abril de 2011

Los mirlos

Hola a todos.
Tras el viaje, los mirlos, negros y de pico anaranjado, me acompañan en mis diarios paseos que doy con Pancho por los jardines Buenavista. Los veo volar en vuelos cortos de rama en rama, de árbol en árbol, y los sigo en su caminar por el césped, salto a salto, en busca de comida. Del césped suben a una rama, quedan quietos un breve espacio de tiempo, y luego vuelven a empezar con sus vuelos cortos, de rama en rama, de árbol en árbol...


Acompañan sus andanzas o su quietud con el canto. Pregunto a Pancho, sentado a mi lado en el muro de la fuente, si los escucha. Me mira mi perro mascota con sus ojos sonrientes, grandes como platos, y alza sus orejas de carlino para oír mejor los trinos alegres de nuestros compañeros. Se despereza al poco Pancho indicándome seguir el camino y entonces, de entre el follaje, unos pajarillos en bandada, mucho más chicos que los mirlos, levantan el vuelo, revolotean y van a esconderse en otro árbol asustando a las palomas del parque.


Salta entonces como con un resorte mi ágil perro y va tras de éstas no dejándolas tranquilas. Y así se cumple un día más el juego diario que pone en movimiento a los animalitos que sienten bullir su sangre con la primavera. ¡Saltar, correr, volar... vivir, su hermosa vida!

Te deseo un buen día.

domingo, 3 de abril de 2011

Pasan los días

Hola a todos.
Pasan los días con su carrera de siempre llevándonos en volandas. Hace ya más de quince que volvimos del viaje a Andalucía y los recuerdos se funden en la memoria. ¿Estaba la Virgen Blanca en las Alpujarras? ¿Compramos la miel, sabrosísima, en el Parque de Doñana junto a la iglesia? ¿Los bellos paisajes que veíamos desde la guagua cuanddo subíamos hacia las lejanas cumbres nevadas, estaban en la Tacita de Plata o era aquí en donde encontramos la hermosa fuente dedicada al alfarero, de Jaén?

Las fotografías ayudan tan solo en lo que pueden, aunque tomadas con cariño, porque en ellas no quedan reflejados todos los sentimientos del viajero. El asombro por la magnificencia de una obra, el deleite al contemplar un paisaje, la sensación de plenitud al sentir las nubes de la niebla ocultando el barranco o la de paz al sentarse junto al río para ver bajar el agua entre las peñas, no quedan entre los píxeles de las modernas y magníficas máquinas de retratar de hoy en día.


Sí nos dan referencias y sitúan los recuerdos. "Aquí, aquí fue donde...", pensamos. "En este sitio, junto a este árbol, estuvimos contemplando...", decimos.

Tampoco quedan el embrujo del baile y del cante. Y por tanto no tengo, en la colección de fotos sacadas. el encanto y la elegancia del flamenco, ni su alegría. Y eso que los componentes del grupo, (de la Asociación Peña la Vieja de Las Palmas), tuvimos el acierto de asistir en dos ocasiones a dos fiestas distintas del más puro estilo andaluz. Una, en el Sacromonte, frente a La Alhambra, preciosa en la noche, en una de las Cuevas de los Gitanos, con la zambra señera que aun resuena en nuestros recuerdos. Otra en Sevilla, en la Sala Flamenca de la capital, con un espectáculo de luz y alegría digno de ser recordado por muchísimo tiempo.

Te deseo un buen día.