miércoles, 15 de julio de 2015

Ibiza - Dalt Vila

Hola a todos.
Ibiza tiene una perla engarzada entre murallas, gema que se ofrece al visitante para su contemplación y disfrute. Está sobre una loma o pequeña montaña desde la que se divisa la bahía. Es Dalt Vila, o sea la parte alta de la ciudad. Se puede ascender a ella en coche, cuyo uso está limitado por lo que hay que olvidarse de ellos, o bien en el mejor de los casos, con "el coche de san Fernando, ratito a pie y ratito andando". Nosotros nos decidimos por el paseo y subimos recreándonos en cada vuelta del camino, en cada uno de sus rincones confortados por sus casas blancas, las murallas y las vistas que íbamos dejando atrás con todo ello arropado por la quietud y el silencio.




No eran muchos los visitantes; algunos seguían nuestro camino y otros se cruzaban con nosotros con un caminar pausado. No hay prisas, nadie nos atosiga y parece que el tiempo no ha de faltarnos. Así vamos admirando las altas murallas que leemos son renacentistas aunque hay restos muy anteriores que se nos muestran. Junto a las murallas vemos una poca vegetación, unas palmeras que tratan de abrirse camino hacia el cielo y un gato tumbado busca la sombra del mediodía cercano.





Arriba nos esperaba la Catedral de Santa María, pequeña y encantadora, bonita por fuera y agradable en su interior... en su pequeñez. La imagen, preciosa imagen de la Virgen María, está entre columnas, (en un tabernáculo tal vez) sosteniendo al niño en su mano izquierda. Su manto es blanco y azul y ambos, madree hijo, llevan coronas de realeza. Cerca de ellos, en la pared, pudimos ver un cuadro de autor no consignado de la Inmaculada; arriba en las paredes, pinturas con los pasos del recorrido de Cristo hacia el Calvario y otros con escenas de la vida de María. Al salir de la catedral debemos pararnos en el impresionando Jesús yacente colocado en una urna, que es un trono al Altísimo. Tras Él, una relación de caídos en la guerra civil española...  






La bajada de Dalt Vila la hicimos con un recorrido mayor que el de la subida encontrando por aquí un bello rincón, más allá una escultura en bronce o un escudo en piedra, acullá otra escultura -ésta en mármol- cuya cabeza cortada nos hablaba de antigüedad...

Te deseo un buen día.


lunes, 6 de julio de 2015

Ibiza - Formentera

"¡Ah! -dijo de pronto Nina- Mira, Zuf, mira.
Y mostró a Ben-Zuf la paloma que tenía en la mano.
En el ala izquierda del ave veíase con toda claridad la impresión 
de un sello húmedo, en el que se leía una sola palabra que 
expresaba lo que más interesaba saber: Formentera",
Hola a todos.

Estando en Ibiza aprovechamos cuanto viaje nos ofreció el Inserso, entre ellos el paseo a Formentera. Y fue este un viaje muy agradable tanto en la travesía como luego recorriendo la pequeña isla. Separa a las dos islas un brazo de mar que tardamos una media hora en cubrirlo. Atrás íbamos dejando a Ibiza o Eivisa o Vila que son los tres nombres con que se ha conocido la isla principal, según nos dicen. Desde el mar veíamos Dalt Vila, arriba en el promontorio, en donde habíamos estado días antes, que se iba quedando pequeña en la lejanía.



La proa iba enfilando Formentera que se nos aparecía como una línea de tierra baja en el horizonte. Ya cerca, pudimos distinguir el muelle, en el que íbamos a atracar, con su pequeño faro. Al llegar nos llevaron -ahí, al ladito- a la capital que lleva por nombre San Francisco Javier. Un pueblo pequeño en donde se encuentra la iglesia al santo patrón y el Ayuntamiento de la isla y en donde estuvimos deambulando por la calle principal en la que un par de terrazas nos invitaban a tomar el clásico cortado y una tienda de souvenirs con nombre de mariposa nos llamaba para comprar recuerdos.



La isla a vista de pájaro tiene la forma de un hueso de animal antediluviano, estrecha en su parte central como si un istmo uniera las partes más anchas que quedan a naciente y a poniente. Dejando atrás la capital, nos fuimos hacia el este, hacia El Faro de la Mola como supimos después. Está el faro sobre un acantilado no muy alto -120 metros- que parece ser la altura mayor de la isla. Allí encontramos el blanco faro rodeado de un muro y también nos dimos casi de bruces con un monolito y placa en memoria de Julio Verne.

Preguntado nuestro guía (joven alemán que reside en Formentera desde hace una veintena de años) nos aclara que el escritor nombra a Formentera en su novela "Héctor Servadac" o "Viajes y aventuras a través del mundo solar", que con ambos nombres se la conoce. Junto al acantilado, de cara al monolito, nos fotografíamos. Tiempo vendría después (ahora) para la lectura de la interesante novela que hemos adquiridos en Amazón. Leemos: "El yu-yu chocó, al fin, contra las primeras rocas. El islote sólo tenía medio kilómetro de circunferencia, siendo él el único vestigio que existía de Formentera y del archipiélago de Baleares".





Algo más que un islote encontramos nosotros y en la isla seguimos con nuestra excursión del día. Nos llevaron a almorzar y luego, pasando por su parte más estrecha que tiene tan sólo dos kilómetros, al lado poniente de la isla no sin antes parar junto al mar en donde tomamos un delicioso helado recreándonos con la vista de los cobertizos rudimentarios para las barcas de los pescadores.


Volvemos a Ibiza y en el barco, un salvavidas, nos quiso recordar, como por casualidad, el nombre de la isla en la que hemos estado, Formentera, y el nombre de nuestra ciudad natal: Las Palmas de Gran Canaria.

Te deseamos un buen día.