domingo, 7 de abril de 2013

La aulaga

Hola a todos.
Debo reconocer que tengo una predilección especial por la aulaga. Quizás este reconocimiento lleve a alguien a esbozar una sonrisa de conmiseración cuando no una sonora carcajada. No sé. Creo que es posible no ser comprendido. Y es que, debo confesarlo, yo siento por este humilde arbusto ¿cómo decirlo?como una necesidad de protegerlo al verlo tan desvalido. Sabrán ustedes que esta planta crece en zonas bajas y semidesérticas de todas las Islas Canarias y que se encuentra, también, en parte del Mediterráneo y del Norte de África. Su nombre científico, verán ustedes, no es feo: Launaea arborescens, y es, o fue, abundante en Fuerteventura y en el Sur de Tenerife y de Gran Canaria. Actualmente -Dios nos perdone- el Hombre en su afán de domesticar a la Naturaleza y sacar pan de las piedras y de los secarrales las ha ido suprimiendo de su hábitat natural para hacer edificaciones. Para construir hoteles y apartamentos dedicados al ocio de sol y de playa. Recuerdo a la aulaga, a mi amiga la aulaga, de cuando yo era pequeño y vivía rodeado de solares inmensos sin edificar. En aquellos tiempos, en mi ciudad, en Las Palmas, también teníamos aulagas que crecían de forma salvaje en los terrenos muertos y junto a los terrenos dedicados a la plantación de tomates. ¡Qué lindas que eran las aulagas! Y qué velocidad que llevaban cuando, arremolinadas junto a la tierra ocre, salían volando arrastradas por el viento.

La aulaga es como un esqueleto de planta. Sin tallos, sin hojas. Al menos en apariencia. Parece un rastrojo que tan sólo sirviera como material para el fuego. Puede que, con algo de suerte, veas una aulaga verde. Preciosa con un verde especial que indica abundancia de agua. Pero, casi siempre, la aulaga parece seca: más bien reseca por el sol inclemente y el viento que no para de soplar. En estos días, si tienes suerte, amable lector, podrás ver las aulagas florecidas. Con sus florecillas amarillas que al poco se tornan blancas. Flores que crecen entre la armadura del arbusto, arriba, buscando el sol. Dicen, y así te lo transmito que el sabio pueblo usa estas pequeñas flores como infusión para curar la ictericia. Algo bueno había de tener mi querida aulaga que por no tener, ni siquiera tiene valor ornamental.





     
Información: David Bramwell
Flora de las Islas Canarias
Guía de bolsillo.

Te deseo un buen día.

5 comentarios:

Francisco Espada dijo...

Le hemos perdido el respeto a la naturaleza y la hemos sometido toda ella al imperio del ladrillo; no importa que desaparezca una especie, no importa el impacto ambiental. El Mediterráneo, todo el mar nuestro, es un claro ejemplo de ello.

Un abrazo.

Marcos dijo...

Pero siempre habrán personas con sensibilidad, como tú, para defender la naturaleza, aunque ella misma se adapta y supera las agresiones desde el principio de los tiempos. Saludos cordiales.

Pensionista Por Jubilación dijo...

La Naturaleza es linda, muy linda. Aquí en Canarias, en donde casi vivimos en una continua primavera, es posible que no notemos su llegada como en otros sitios. Pero ver como despuntan los pimpollos en los árboles, en los matos, y como aparecen cientos de flores es un espectáculo inenarrable que espero todos disfruten dondequiera que estén. Saludos a todos, Ángel

Elena Vázquez dijo...

Hay una canción de Carlos Cano, "sin ti no puedo vivir" que habla de esta planta. Aparece en la siguiente estrofa:
Con la luz de la nieve
cuando estalla el almendro
con el romero verde
y la gallomba en flor,
con el azul del aire
donde se funde el hielo
en tierra de aulaga
te persigue mi amor"..
Me gustaría saber, de un modo más preciso al que me lo imagino,
que se entiende por "tierra de aulaga". Saludos y gracias por adelantado.

Elena Vázquez



Elena Vázquez dijo...

Un pequeño pero importante matiz: Gayomba se escribe con "y griega" y no con "ll".

Elena Vázquez