viernes, 31 de mayo de 2013

La Alcazaba

Hola a todos.
Nuestra primera impresión de Trujillo es que está en medio de una vasta llanura. De hecho se encuentra situada en la meseta cacereña a cerca de 600 metros de altitud y en los alrededores no se divisan montañas dignas de mención. Es lo que recordamos hoy cuando nos hemos puesto a ver las fotografías tomadas en esta ciudad en la que estuvimos alojados durante el viaje. Nuestro desconocimiento de Extremadura (pese al recordado viaje) nos obliga a decir que no sabemos si podemos considerar aTrujillo como una  ciudad típica de la comarca profundo. Sí podemos decir que nos agradó mucho y que de ella tenemos gratos recuerdos.

Nos alojamos en un precioso  hotel  de nombre Victoria, de corte victoriano, cómodo y bien situado. De tres plantas y con un patio central al que dan las puertas de sus habitaciones, invita al descanso y a la armonía. Unas escaleras cómodas y primorosas (además de un ascensor) nos lleva a los pisos altos y detrás del edificio principal se encuentra un jardín bien cuidado y dos cuerpos de edificios en los que están el bar y el restaurante y un salón disponible para el baile después de la cena.

La ciudad en sí, toda la ciudad que pudimos ver, invita al descanso: calles en las que se nota la ausencia de los coches. Hay algunos, naturalmente, pero estos pocos no llegan a perturbar. A media altura encontramos la Plaza Mayor, porticada y con la escultura ecuestre de Pizarro, conquistador de Perú. El caballo de Pizarro tiene una sola pata levantada lo que quiere decir que el Conquistador no murió en la cama. Al menos eso es lo que nos dijo un amable comunicante: "si el caballo tiene las cuatro patas en el suelo, el caballero murió en la cama; si tiene una sola levantadas, no murió en la cama y tampoco en combate; si las dos están alzadas el guerrero murió en batalla ante el enemigo". En la Plaza pudimos cenar, en el Mesón la Troya, una noche en la que la obscuridad había llegado. En el cielo decenas de pajarillos revoloteaban. Preguntamos y nos dijeron que eran golondrinas y nos acordamos de Becquer. Luego nos dijeron que no, que eran vencejos. No nos importó pues la estampa había sido preciosa.


Dejando atrás la Plaza podemos ascender por calles empinadas a la Alcazaba que está en lo más alto. En el camino, iglesias, un monasterio, un busto de Orellana -descubridor del Amazonas-, y la casa-museo de Pizarro que no pudimos visitar. (Eso sí, pudimos comprar deliciosas dulces típicos elaborados por las monjas).


Recorrimos la Alcazaba después de admirar sus muros, torres y almenas. Sobre la puerta principal pudimos ver una imagen de la Virgen de la Victoria, patrona de Trujillo. En el interior admiramos el patio de armas y subimos a los muros almenados. A nuestros pies tenemos a la ciudad. Desde ellos, la vista se pierde por la inmensa llanura.







En el regreso nos paramos a ver las cigüeñas en sus nidos y pudimos rezar a la Virgen en la Iglesia de Santa María la Mayor, del siglo XIII aunque reconstruida en el XVI.



Te deseo un feliz día.

2 comentarios:

Marcos dijo...

Vas por delante en un recorrido que me tengo prometido recorrer. Me sirves de guia, gracias.

Felipe Tajafuerte dijo...

Ángel, has realizado un reportaje magnífico, con unas fotos muy adecuadas, de un lugar que me encanta y he visitado en varias ocasiones. Esos balcones de esquina...¡Me encanta Trujillo! Un abrazo desde mi mejana