Los políticos en general llevan consigo el lastre de los vicios de la sociedad a la que representan. Llevan también las virtudes pero éstas al ser exiguas quedan tan escondidas que casi no se aprecian. Por ello es punto menos que imposible hablar de cosa buena de ninguno (salvo excepciones) y sí es posible por el contrario el poder sacarles las vergüenzas, si las tuvieran, en muchísimas ocasiones. Veamos tres casos que tienen que ver, bendito sea Dios, con la conducción de vehículos a motor:
Uno. A don José María Aznar, que fue presidente del Gobierno de España hasta no hace mucho, no se le ocurrió otra cosa que manifestar, tras una reunión de vinicultores, creo, que a él nadie tenía que decirle cuántas copas tenía que tomar para ir al volante de un coche. Todavía puedo verlo en la tele diciendo, con la lengua medio estropajosa, semejante boutade como si la Dirección General de Tráfico no pudiera dictar normas que van en el camino de evitar accidentes con las secuelas de muertos y heridos graves.
Dos. El líder de Nuevas Generaciones del PP, don Ignacio Uriarte, fue condenado el año pasado por el Supremo a una multa de 2400 euros y a ocho meses de retirada del permiso de conducir por dar positivo en alcoholemia cuando el coche que conducía chocó o rozó con otro vehículo. Se daba la circunstancia de que el señor Uriarte era vocal de la Comisión de Seguridad Vial del Congreso. Menos mal que de este cargo dimitió tras el incidente.
Tres. Aquí en Canarias no nos quedamos a la zaga. Don José Carlos Mauricio que fue Diputado por Gran Canaria en el Congreso de España, Consejero de Economía del Gobierno Autónomo, fundador de la formación política Iniciativa Canaria (ICAN), y casi Alcalde de la principal ciudad del archipiélago, tuvo la mala suerte de que un agente de la Guardia Civil lo parara cuando iba con exceso de velocidad. Y aquí saltó la liebre. El señor Mauricio no tenía en el momento de la detención el carnet de conducir, ni lo había tenido nunca pues nunca lo había sacado. Fue multado por el Juez, y, a la semana, un cámara de TV regional lo graba conduciendo nuevamente. Es fácil pensar en el cabreo lógico de la Benemérita y del Juzgado (me imagino), nueva multa, de mayor importe, aunque eso sí con facilidades de pago. Aunque doce euros diarios no sean, para mi economía de pensionista por jubilación, una facilidad fácil de digerir.
Puedo imaginar al señor Mauricio no queriendo entrar por el aro de lo que era obligatorio en los años en que él se oponía a la dictadura franquista; y eso que en aquellos entonces no costaba mucho el sacar el permiso de conducir; a mí, por ejemplo, me costó mil 'pelas' de la época y un mes de estudios de las normas de circulación y las correspondientes prácticas. Pero lo que se me atraviesa es el motivo que pudo inducir al ciudadano y político Mauricio a no obtener el carnet en los años de la Democracia. ¿Resentimiento? ¿Prepotencia? ¿Descuido, o ignorancia? ¿O será simplemente que lleva consigo los vicios de la sociedad a la que representa?
Te deseo un buen día.
3 comentarios:
En todas partes cuecen habas. Aquí el jefe de la policía municipal fue cogido in fraganti y además se enfrentó a la policía foral que le había hecho "soplar" y le había puesto la multa correspondiente.
Y para más INRI se creía cargadico de razones por ser quien era. Saludos
Lo malo es eso que todos van haciendo gala de ser quien son y así nos va. Un abrazo
Según he leído, no pudo sacarse el carné por tener antecedentes penales por actividades políticas en tiempos de la dictadura. Después, como cargo público, dispondría de chófer. Por lo visto, se lo está sacando ahora. Ni quito, ni pongo. Chao.
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