miércoles, 21 de septiembre de 2011

Dichosa bandera

Hola a todos.
Soy de los que creen que las cosas inmateriales tienen alma y por tanto sentimientos. Sobre todo aquellas cosas que de por sí son insensibles hasta que son tocadas por un ser viviente. Pongamos por ejemplo el panal. "A un panal de rica miel dos mil moscas acudieron..." etcétera. ¿No creen ustedes que nuestro panal de la fábula sentiría como un gustirrinín, algo distinto, pienso yo, a lo que sentía cada día, cuando las golosas moscas fueron a buscar la rica miel y presas de patas quedaron en él?

Estoy seguro, vamos, segurísimo, que cualquier bandera tiene alma de la que se vale para transmitir sentimientos. Pensemos en la bandera negra con la calavera y las dos tibias cruzadas. Esta bandera fue diseñada para llevar el miedo al buque enemigo a la vez que era un mensaje claro de hostilidad que partía del barco pirata: o te rindes tú, o te rindo yo, decía. Por tanto, a las banderas hay que tenerlas en cuenta y considerarlas por lo que valen y por lo que significan. A unos unen y aíslan a la par que los separan de los otros: es su misión. He leído en alguna parte que fueron creadas cuando los ejércitos no llevaban uniformes para que a su lado pudiera reagruparse los soldados de cada bando en guerra. No sé. Parece lógico.

Escribo lo anterior por el hecho de que en Gran Canaria, en mi isla, tenemos una bandera dichosa. (De la provincia oriental, pa'señalar).
O una dichosa bandera, vaya usted a saber. Me da que, como ser inanimado que es pero manufacturada por el Homo Sapiens que le ha bordado hasta un lindo escudo, debe sentir dicha por ser motivo de unión y de separación al mismo tiempo; que se sentirá dichosa de sentirse querida por unos y denostada por otros; que sentirá placer al ser izada por un partido (PP) que, casi, la hace suya, y dolor al ser arriada por el partido opositor (PSOE) que la guarda en un cajón bajo siete llaves; que se mueve con el aliento de los alisios y que puede caer provocando un lío de mil demonios en la carretera,
-opinan algunos-, cuando el viento dice ¡aquí estoy yo! y que ondea orgullosa siendo la más grande y de mástil más alto y esbelto del mundo mundial...

Es, debe ser, una bandera dichosa. Pero digo yo que es sobre todo una 'dichosa bandera' por haber venido a meter líos en el patio de vecinos que es el pueblo, que bastante tiene con preocuparse por otras cosas de más necesidad.

Te deseo un buen día.

4 comentarios:

Francisco Espada dijo...

Las banderas son "nosotros", frontera, lo nuestro. Como toda frontera divide y en la división todos vencidos. Saludos.

Felipe Tajafuerte dijo...

En política cualquier escusa es buena para para llevar la contraria al adversario. Saludos

Oti dijo...

Como el mástil costó más de 300.000 euros, podríamos hacerlo pasar por un obelisco egipcio delgadito, y recortar la tela para hacer banderines para las fiestas; así nos ahorraremos los treinta mil euros al año que cuesta mantenerla, y no hará falta rezar para que el viento no sea muy fuerte cuando pasemos por debajo.

Anónimo dijo...

Las banderas se llevan en el alma