miércoles, 19 de septiembre de 2012

¡Ánimo, bichillo!

Hola a todos.
Ayer amaneció con calor. A primera hora no se sabía si iba a ser un día despejado o uno de esos días nublados en que cada hijo de vecino suda la gota boba y gorda. Pasadas unas pocas horas teníamos la respuesta pues el sol lucía en el cielo como el gran señor que es, enviándonos sus rayos implacables, de esos que rajan las piedras. No estaba el día para nada importante. Salvo que consideremos importante  -que lo es- el ir a la playa a tumbarse bajo una palmera y tomar un refresco de frutas tropicales.

Por ello me dio grima tener que ir a la Universidad para formalizar la matrícula. Habían pasado como un volador los días estivales de vacaciones, con tan solo una clases agradables en el recuerdo. Y casi sin darnos cuenta, como de improviso (como de tapadillo) ya se acercan otra vez, a paso de gigante, los días lectivos. He de reconocer que me cogen flojo. Con esa flojera intelectual de tan solo mirar y remirar la pantalla del ordenador buscando los e-mails interesantes, los comentarios en facebook ingeniosos y divertidos, las noticias que cansan y terminan por dar sarpullidos sobre políticos y mercados, y las siempre bienvenidas entradas en los blogs de los colegas-blogueros amigos.

Me van a coger flojo las clases, repito. Influye en ello -según mi teoría- el hecho de que he tenido que buscar un cinturón más largo para que dentro de su diámetro queda mi barriga. Cosas de las frutas de verano, supongo. Y de algunas que otras 'birras' de cerveza Tropical. Fui por todo ello a hacer la matrícula con paso cansino. Subía andando la larga calle que nos lleva a las oficinas administrativas de la ULPGC y el diablo me llevaba consigo.

Gracias sean dadas a los hados pues en el vestíbulo de las oficinas encontré el antídoto para la estúpida enfermedad de mi espíritu. En ella me encontré -benditos sean- compañeras y compañeros de fatiga de Peritia y de Estudios Canarios. Compañeros y compañeras de ir codo con codo en estos últimos cuatro años en pos de una ilusión. Todos ellos me dijeron, sin palabras, para darme los ánimos que necesitaba aquello que yo esperaba oír: ¡Ánimo, bichillo, tú puedes, seguimos juntos!

En el regreso hacia la guagua para ir a casa, mi caminar ya era otro: mis pies no llevaban a un mayor: daban alas a un chiquillo.  

Te deseo un buen día.

5 comentarios:

Marcos dijo...

Enhorabuena si puedes aguantarlo,
yo lo he intentado durante cuatro años, y en invierno aun, pero cuando venia la primavera y el sol lucia resplandeciente todavía, me era imposible meterme en clase, es que no podía

Felipe Tajafuerte dijo...

Tienes mucha moral. Yo me conformaré con unas clasecitas de inglés y algún curso de escritura. Si me pongo "furo" igual refresco un poco mi limitadísimo francés. Me dedico sobre todo a ejercer de abuelo. Un saludo desde mi mejana

Chelo dijo...

¡Ánimo! Que mover las neuronas es muy bueno.

Francisco Espada dijo...

Los ánimos que uno no tiene por sí solo, los encuentra en compañía de los amigos y compañeros de aula. Que tengas un buen curso del que saques grandes provechos.
Un abrazo

Pensionista Por Jubilación dijo...

Gracias 'compis'. La ayuda de ustedes también es muy bien recibida. Ya iré contanto algunas cosillas de estas islas que llamaban afortunadas los antiguos, según vaya el curso avanzando. Desde Gran Canaria, un saludo cariñoso, Ángel