sábado, 15 de febrero de 2014

Soledad y lágrimas

Señora, os juro que hablo sin arte.
Que está loco es cierto; es cierto que es lástima
y es lástima que sea cierto... ¡Que torpe figura!
Polonio
 Hamlet 
William Shakespeare

Hola a todos.
La comparecencia de doña Cristina ante el juez Castro como imputada me ha dejado un malcuerpo. Me ha quedado como un malestar angustioso y una curiosidad molesta. Pienso en los protagonistas y siento como un cosquilleo de angustia en lo que podría ser soledad del juez y asisto al nacimiento de las posibles lágrimas de la infanta. El juez no está solo; las infantas no lloran. El juez tiene un equipo que trabaja con el para tratar de esclarecer este desagradable caso y la infanta llorará -si llora- solo para ella. Solo que yo, aun sabiéndolo, no me resisto a sufrir por la soledad de aquel y me angustio al preguntarme si ante su padre, el rey, al darle cuenta de su declaración, lloró la infanta. El juez tiene un equipo que le ayuda pero la última palabra, de momento, es la suya; tendrá que decidir en su soledad sobre el futuro inmediato de doña Cristina y se me antoja que en ello, sufrirá. Y ella, la infanta, amarrará los machos, si le es posible, y no llorará pues ello no es cosa de la realeza.

Son ellos, infanta y juez, dos personajes de un drama. Como los dramas escritos por el gran William Shakespeare.

Te deseo un buen día.  

3 comentarios:

Francisco Espada dijo...

Todo acusado tiene derecho a defenderse, por tanto a no decir la verdad, aunque parece que todo es meridianamente claro para todos: para quienes quieren exculparla y para quienes la implican. No me gustaría estar en el papel del juez Castro.

Marcos dijo...

La justicia es igual para todos, pero unos mas que otros. Aqui podría ser el juez contra el futuro, (de su carrera).

Felipe Tajafuerte dijo...

No me gustaría estar en la piel del juez Castro. Un abrazo desde mi mejana