martes, 9 de marzo de 2010

Perico

Hola a todos.
A mi memoria de viejo viene con frecuencia la imagen de mi hermano Perico. Lo veo con su noble cara de ojos hundidos, pecas sobre la tez blanca y cabello ensortijado. Me doy cuenta cuando ello ocurre que no he tenido unas palabras en este blog para este querido hermano del alma a quien la muerte, que siempre se lleva a los buenos, quiso llevar en la flor de su juventud. Murió Perico cuando contaba veintiocho años en un desgraciado accidente de mar -corte de digestión, dijeron- cuando el agua le llegaba tan sólo a las rodillas truncando una vida llena de esperanzas. Lo recuerdo alto y fuerte como fueron los Atlantes. De palabra, pues era hombre de honor. Amigo de todos y considerado con sus amigos. Risueño y sociable. Estuvo años en la Sociedad de Cultura y Recreo Nuevo Club junto a una directiva que hizo florecer los salones con estupendos bailes semanales. Fue ebanista cuando el trabajo de carpintería era un primor pues se hacían obras de arte con la madera, y cambió a trabajar duro de repartidor de bombonas para llevar un mejor salario a casa.

Noto ahora, cuando trato de escribir sobre su persona, que este hermano mayor y yo coincidíamos muy poco en nuestras actividades. La diferencia de edad hizo que cada uno tuviera su propia vida, sus amistades distintas y que nuestras vivencias no fueran en muchos casos compartidas. Me apena el no saber más cosas de él para compartirlas con ustedes aunque bien puedo decir muy alto que lo veía feliz con mi madre y hermanos, con sus amigos y con sus novias. Porque éstas no le faltaron pues era agradable, apuesto y guapo.

Te deseo un buen día.

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