martes, 12 de julio de 2011

El zoo de Edimburgo

Hola a todos.
Nos fuimos con nuestra pequeña nieta Miriam a ver el zoo que está a medio camino entre Edimburgo y el aeropuerto. Es grande, bien distribuido y muy bonito. Se asienta sobre la ladera de una colina o pequeña montaña y los senderos nos va llevando a las distintas instalaciones en donde los animales hacen la delicia de la pequeña. Los animales, salvando claro está que han perdido la libertad, parecen estar bien.

Quienes peor parecen llevarlo son los grandes gatos. Estos preciosos ejemplares sí que se sienten enjaulados y eso que tienen espacio para moverse a sus anchas aunque no pueden dar largos paseos por los bosques o sabanas. El tigre de rayas sube y baja y se esconde por entre la vegetación; la pantera negra pasea y se deja ver tras un grueso cristal que nos separa de ella y se sienta y bosteza y se lame una pata; el jaguar y los linces pasan igualmente majestuosos sin prestarnos atención alguna; y los leones, reyes destronados, dormitan sin necesidad de ir de cacería para dar de comer a los cachorros.



Los ciervos y las cebras y otros que no sé nombrar lo pasan mejor pues su espacio asignado es mayor y se acercan y se alejan hasta las vallas en donde estamos. No faltan las aves exóticas y de bellos plumajes como el grupo de ibis rojo que nos prestan su hermosa estampa en lo alto de los árboles o los flamencos rosados; ni los monos, y hasta unos lobos con el aspecto de felinos buenos que no han roto nunca un plato. Los leones marinos en una charca diminuta para sus grandes corpachones parecían dormir abrazados al final de la tarde.



Lo que de verdad le hizo ilusión a mi nieta fueron los pingüinos. Muchísimos pingüinos en unos terrenos con abundante agua en los que se movían con sus graciosos pasos de bailarines. Luego, unos pocos que quisieron prestarse al juego, salieron para marchar airosos por entre nosotros los visitantes haciendo la delicia de los niños que los miraban con carita de asombro. ¡Qué pequeñajos que son! ¡Y qué lindos!

P.S. Ya puedes leer en http://vanitaperal.com/asosao/relato7.pdf el relato Lobos, con los viajes del marino Isidro, de mi libro Nueve islas, Nueve ensueños. Espero te guste.

Te deseo un buen día.

3 comentarios:

Francisco Espada dijo...

El zoo es en el fondo una cárcel, pero también una forma de acercar la vida animal a las personas. De no ser por ellos, la inmensa mayoría desconoceríamos a los animales salvajes. Te felicito por esa visita con tu descendencia. Saludos.

Mary dijo...

Qué bien escrito, y has reflejado muy bien la realidad. Lo pasamos estupendamente, sobre todo Miriam, como tú bien has dicho.
besos.

Paco Nadal dijo...

Feliz verano, Ángel. Un fuerte abrazo