lunes, 19 de septiembre de 2011

El chicle

Hola a todos.
Odio el chicle. Lo odio. Me importa un comino lo que puedan ustedes pensar de mí y de mis fobias. Odio esa goma de mascar que imagino dulce al verla dando vueltas en la boca de algún congénere. Odio su blancura inmaculada que tomará el color negro de la maldad cuando, poco a poco, centímetro a centímetro, baldosa a baldosa, hueco a hueco, vaya colonizando sin tregua -sin prisas pero sin pausa- nuestras aceras, y nuestros parques y plazas, una vez haya roto su falsa amistad con los dientes que le han masticado y sea arrojado sin piedad al suelo. Me pone a parir sobre todo por el aspecto malévolo que toma su silueta. Cuando lo miro desde mi altura, me sonríe con desprecio. Si alguna vez lo piso ¡Dios me libre de volverlo a hacer en la vida! llevo conmigo sus carcajadas en las zuelas de mi zapato. Por todo ello lo odio. Perdonen ustedes mis sentimientos.

Te deseo un buen día.

2 comentarios:

Francisco Espada dijo...

No es el chicle el que cae y emponzoña los suelos, sino el "individuo" que lo tira después de haberlo mascado.

Chelo dijo...

Hasta para mascar chicle hay que ser educado.