martes, 13 de septiembre de 2011

Junto al mar

Hola a todos.
Cuando estuve en Las Canteras el mes pasado estuve leyendo una entretenida novela (novela negra me parece) de Antonio Muñoz Molina cuyo título es El invierno en Lisboa. Su acción transcurre entre San Sebastián, Berlín y Lisboa, y de las dos ciudades que tienen al mar como fiel compañero el autor da como unas pinceladas, sencillas y recatadas, mencionándolo: de San Sebastián dice: "Recuerdo las quintas abandonadas frente al mar, la isla y el faro en mitad de la bahía y las luces declinantes que la circundan de noche y se reflejan en el agua con un parpadeo como de estrellas submarinas". De Lisboa sólo unas líneas: "Pero ahora el invierno había ensombrecido las calles y las gaviotas volaban sobre los tejados y las estatuas a caballo como buscando refugio contra los temporales del mar".

Avanzando en la lectura parecía que el cuerpo me pedía con insistencia la inmersión en una novela del mar. Sólo del mar. Y entonces por asociación de ideas me vino a la memoria la obra de Hemingway que había leído hacía tanto tiempo y de la que tan sólo recordaba su título: El viejo y el mar. Y la busqué y la estoy leyendo con la atención debida, y la historia, que es subyugante, me ha atrapado desde los primeros renglones: "Era un viejo que pescaba solo en una barca en la corriente del Golfo y llevaba ochenta y cuatro días sin coger un pez. Durante los primeros cuarenta días había tenido consigo a un muchacho. Pero después de cuarenta días sin haber pescado, los padres del muchacho le habían dicho que el viejo estaba definitiva y rematadamente salao...".

Así que la novela, hasta donde he llegado, va narrando el día ochenta y cinco del viejo en el mar, solo en el mar con sus deseos y pensamientos. Sin compañía humana pero con la compañía de la barca, de las olas, del viento, de las nubes, de los peces voladores y de los dorados, de su cantimplora de agua... y del pez. Porque el viejo por fin ha conseguido trabar en el anzuelo del sedal un pez, dos pies más largo que su barca, con el que libra una batalla de constancia y paciencia.

Y así el pez en mi opinión es junto con el viejo y con el mar el protagonista de la historia, y por ello creo que el título del libro debiera llevar también su nombre: El viejo y el mar, y el pez. Hemingway nos cuenta: "El sedal se alzaba lenta y continuamente. Luego la superficie del mar se combó delante del bote y salió el pez. Surgió interminablemente y le manaba agua por los costados. Brillaba al sol y su cabeza y lomo eran de un púrpura oscuro, y al sol las franjas de sus costados lucían anchas y de un tenue color rojizo".

Tres interesantes personajes para una inmersión total.

Te deseo un buen día.


2 comentarios:

Francisco Espada dijo...

Te felicito por esta entrada. Las dos lecturas ensartadas por el mismo sedal y la misma salazón. La lectura es la fuente alimentaria del intelecto. Saludos.

Felipe Tajafuerte dijo...

Dos grandes novelas sin lugar a dudas. Saludos