domingo, 27 de mayo de 2012

Final de etapa

Hola a todos.
Estamos llegando a final de etapa. Alumnas y alumnos de primero de la Diplomatura de Estudios Canarios llegamos en estos días al merecido descanso vacacional. Atrás quedan meses de la aventura gratificante que nos ha llevado, de la mano de profesoras y profesores, a adentrarnos en el mundo maravilloso y, en buena medida desconocido, de nuestro archipiélago canario. Hemos profundizado, a través de sus enseñanzas, en el amor a estas islas maravillosas en las que vivimos y en las que hemos nacido la mayoría. Y en las que nos han nacido también los pequeños retoños de nuestros hijos. Siguiendo las clases y los debates nos hemos adentrado en la historia y la literatura y en el arte de sus gentes, en el conocimiento de su geografía y de sus medios.

Llegamos a final de etapa, y hace unos días, en una excursión propuesta y preparada por doña Lidia Romero y doña Josefina Domínguez, nuestras profesoras de Geografía Humana de Canarias y Geografía Física de Canarias, nos fuimos a las Cumbres de Gran Canaria para recibir unas clases magníficas sobre el terreno. Estuvimos primero en Montaña Cabreja desde la que pudimos gozar de la belleza de la cuenca del Barranco de Guiniguada que se extiende a nuestra vista por la Vega Alta, la Vega Media y la Vega Baja, o sea por las feraces Vega de San Mateo, de Santa Brígida y de Tafira como hoy las conocemos. Cubiertas hoy de casas en un suelo de labor inmensamente bueno, para desgracia nuestra.

Más tarde estuvimos en la Degollada de Becerra, ya en la Cumbre, dorsal desde donde podemos contemplar a un lado el nacimiento de uno de los ramales del Guiniguada, abierto a los vientos alisios que nos vienen del noreste, y que va a morir en la vieja ciudad de Las Palmas, construida hace más de quinientos años en su margen cubierto de palmeras, en los albores de la Conquista, y del otro el circo formado en el antiguo e inmenso volcán del Roque Nublo en donde crece, hacia poniente, la cuenca hidrográfica de Tejeda que vierte sus aguas en el mar en la lejana Aldea de San Nicolás, no sin antes haber llenado las grandes presas construidas en el cauce de este grandioso barranco.


"Tempestad petrificada", llamó a esta depresión de Tejeda el insigne filosofo y poeta Miguel de Unamuno.


Es gratificante verse dueño de la Historia de la tierra que nos vio nacer. O al menos de una parte. Porque siempre, día a día, clase a clase, aprendemos cosas nuevas. Por ello ahora que comienzan las vacaciones empezamos a contar los días que nos faltan para el inicio del nuevo curso. Y esperamos que la espera nos sea breve, y por ello brindamos en el ágape que tuvimos las compañeras y compañeros con nuestras profesoras en el restaurante Sombra del Nublo, de Tejeda.

Te deseo un buen día.

1 comentario:

Francisco Espada dijo...

De los textos y las clases a la realidad física: una bella forma de acabar el curso y experimentar la información recibida.
Un abrazo