domingo, 15 de junio de 2014

Paseo en Portugal

Nos dicen  que hasta no hace mucho había que cruzar el Guadiana en barco desde Ayamonte a Vila Real  para pasar de España a Portugal. Eso era antes de la Expo del Descubrimiento en Sevilla en el año 1992, pues para este acontecimiento hicieron (o arreglaron) la autopista y el puente por el que nosotros ahora nos adentramos en Portugal. Lo hicieron, nos dicen, para que los turistas ingleses y otros que vienen al Algarve pudiesen ir a la Expo en un viaje de horas. Atrás hemos dejado nosotros la enorme planta petroquímica de Huelva y los cultivos de fresas y de otros frutos que en tierras onubenses vemos por todas partes. Nos dicen (perdonen la redundancia)  que incluso cultivan la naranja valenciana (auténtica naranja valenciana que aquí trajeron quienes capital tenían aprovechando las condiciones climáticas y que desde aquí exportan con tal denominación de origen).

Quizás por esta falta de terrenos cultivados en Portugal la tierra nos pareció otra cosa, así como otra era la percepción que teníamos de sus pueblos. La carretera pasaba entre hileras de casas a derecha e izquierda sin tropezarnos con mansiones de lujo. Paramos en un pueblo junto a una ría. Unos mariscadores trataban de encontrar lapas u otros manjares del mar. Su nombre no nos viene a la memoria. Pudiera ser Tavira. Era un lugar bonito y tranquilo en el que, para no perder las buenas costumbres, nos tomamos el consabido 'cortado'. Junto a la ría deambulamos por una plaza armónica con un pequeño parque en el que un templete esperaba la banda de música. Luego, con el grupo, recorrimos calles cómodas y bien cuidadas en las que la falta de coches nos permitían pasear sin agobios. Visitamos un par de iglesias muy juntas. En una, la iglesia de Santa María do Castelo, si no recordamos mal, no nos dejaban hacer fotografías. Así y todo pude obtener una de un cuadro de la Virgen que nos gustó y que nos trajimos para el recuerdo.
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Nuestro destino era Faro que es la capital del Algarve portugués. El día de calor y la hora no nos animaba mucho en el paseo. Visitamos la catedral y un patio contiguo en el que se abría una pequeña capilla. También admiramos el Ayuntamiento, la plaza y las casas de los alrededores de color blanco. Luego nos fuimos a la bahía que es grande y es agradable a la vista. En el mar unas barcas y junto a nosotros unas vías por las que pasó majestuoso un tren moderno con cuatro vagones.









De regreso nos fuimos a Vila Real de San Antonio, frente por frente a Ayamonte. El Guadiana pasaba lento y nos invitaba a cruzar la frontera. Resistimos la tentación (que remedio) y nos encaminamos al restaurante para el almuerzo típico. De primero bacalao al zoulo, parecido a la vista, que no al gusto, con un plato de arroz. Luego bajo un calor de aúpa recorrimos las calles admirando escaparates y puestos callejeros, y comprando a buen precio algunas de las cosas que de forma manual posiblemente fabrican aquí. Desde lo alto, altiva encima de una chimenea en donde había construido su nido, una cigüeña parecía querernos controlar.



Te deseo un buen día.




2 comentarios:

Felipe Tajafuerte dijo...

Es que ya se sabe, en Portugal hay que comer bacalao, de cualquiera de las mil maneras que lo preparan, pero bacalao al fin y al cabo, que está buenísimo, por cierto. Un abrazo desde mi mejana

Francisco Espada dijo...

¡Qué interesante, Ángel! ¿Sabes? Hace una semana me infiltraron en la columna y ahora tengo bastante menos dolor. Ya sé que es algo transitorio y que sólo me lo pueden aplicar varias veces, pero no imaginas el respiro tan grande.
Un fuerte abrazo y me alegro que disfrutaras este espléndido paseo.