Poco a poco, milímetro a milímetro, ha ido creciendo mi barba de forma desordenada en los últimos meses. Un propósito me animaba a dejarla crecer y casi diariamente me miraba al espejo para ver como iba poco a poco cambiando mi cara. Una barba blanca con algunos toques de gris me iba diciendo que seguramente conseguiría ver cumplido mi deseo: vestirme de Papá Noel en estas Navidades. Mi intención primera era tan sólo acudir a calles concurridas, pasear, repartir caramelos y deseos de felicidad y ver la reacción de quienes se fueran cruzando conmigo. Una inesperada invitación me dio la oportunidad de estar ayer como Papá Noel en la fiesta navideña de los más pequeños en un colegio público. Llegué a la puerta del salón de actos con mi vestimenta y mi saco a cuestas lleno de regalos con los niños sentados delante de mí. Pronto se corrió la voz de mi presencia ayudada además con mi exclamación ¡Jo, jo, jo, Feliz Navidad! Los críos miraban hacia mi persona con caras llenas de ilusión y perplejidad. ¡Veían a Papá Noel! Yo algo les decía, y a algunos acariciaba en sus cabecitas o cogiendo aquellas manos que se alzaban ante mí, mientras caminaba hacia el escenario. Subí y les dije, (puesto que Papá Noel todo lo sabe de los niños), que ellos, todos, se portaban muy bien, que hacían sus deberes, que recogían sus cuartos y que se acostaban temprano. Todos asentían pues era lo que las maestras y maestros les habían inculcado, y ellos habían cumplido. Repartí regalos llamándoles de uno en uno y dándoles y pidiéndoles un beso. Sus caritas se acercaban a mi barba y muchos abrazaban mi cuello con gran amor. Era la inocencia unida a la ilusión reflejadas en sus miradas. Uno de los pequeños incluso llevaba su pequeña poesía aprendida: me hablaba de Melchor, Gaspar y Baltasar, y de Papá Noel, con la rima infantil en sus labios...
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Te deseo un buen día. No pierdas la ilusión.
1 comentario:
Querido Ángel: Feliz Navidad para ti y para toda la familia. Muy bonita idea la de ir al colegio vestido de Papá Noel. Todavía recuerdo la ilusión que me hacía cuando era pequeñaja recibir en el cole a los "Reyes Magos", que se parecían mucho a las hijas de la maestra (que raro).
Hasta aquí, todo bien. Pero si llego a encontrarte en la calle repartiendo caramelos, me hubieran tenido que llevar a urgencias con una apoplejía. Con humor, Oti.
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