Nos vamos los de Peritia et Doctrina a Telde con un amable profesor de Historia de la Universidad de Las Palmas. Con él como guía recorremos los barrios antiguos de esta ciudad que fue antes de la llegada de los conquistadores castellanos uno de los dos guanartematos o reinos en los que se dividía la antigua Tamarán, hoy Gran Canaria. En Telde, allá por 1351 se erige la primera diócesis de las Islas Canarias a petición de los primeros pobladores europeos. Estos barrios que visitamos hoy son San Juan y San Francisco. En el primero, centro administrativo de la ciudad, cuenta con una plaza y alameda en torno a la cual hay casas nobles algunas de ellas con blasones. Destaca la iglesia de San Juan Bautista con fachada de estilo gótico del s.XVI, con influencias del arte mudéjar andaluz y del portugués, y torres neogóticas de principios del siglo XX, estando actualmente una torre en fase de restauración. Dentro de la iglesia destaca en el retablo del altar mayor la Cruz de plata con el Cristo de las Aguas, conocido popularmente como Cristo de Telde, de origen mexicano, elaborada con pasta de millo. Cuenta además la iglesia con un precioso tríptico holandés.
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Recorremos el barrio deteniéndonos en una antigua cantonera que repartía el agua a las fincas y en la puerta de la casa de los Condes de la Vega Grande y entramos en la iglesia de San Pedro Mártir que fue en su día un pequeño hospital para atender a los necesitados que se construyó en 1490 a iniciativa de una nativa llamada Inés Chemida. Hoy esta iglesia está dedicada a exposiciones varias. Nos vamos por último al Ayuntamiento en donde nos muestran el salón de sesiones que cuenta con asientos y pupitres de madera labrada con motivos del municipio. Presidiendo el rellano de la escalera que a este salón nos conduce veo un precioso cuadro del pintor Santiago Santiago y todo está enmarcado en un bonito patio canario.
Seguimos al barrio de San Francisco que está justo al ladito del de San Juan. Subimos por una calle empinada en la que podemos ver un acueducto a la izquierda y casas de uno o dos pisos albeadas de blanco. Pequeños callejones se abren a uno y otro lado y en la calle Baladero o Bailadero encontramos unos restos antiguos. Llegamos a una placita con una fuente en la que encontramos la iglesia y el convento construidos por los franciscanos en 1610. A continuación podemos ver desde la altura (este barrio se llamó primeramente el Altozano), desde la Plaza de los Romeros, la parte alta del Barranco Real de Telde y los barrios de Cendro y Tara asentamientos en su día de aborígenes canarios. Por las calles de este barrio se siente la agradable sensación de sosiego: las casas cerradas y la ausencia de establecimientos hace que nada perturbe el silencio.
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Estuvimos más tarde en el Museo León y Castillo pero mis impresiones de esta visita sumamente interesante la dejo para otro momento.
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Te deseo un buen día. Sé feliz.
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