Bajo casi todos los días al parque cercano a casa a pasear con Pancho, el perro mascota de mi hija. Doy vueltas con él, me siento a veces, saludo a los paseantes que están con otros perros o que caminan por hacer ejercicio o que simplemente van a sus cosas, y me entretengo en ver el paisaje urbano. Supongo que a todos nos pasa lo mismo, que de tanto verlos, a aquellos sitios que tenemos a mano no le hacemos caso. Es como si los edificios y los árboles y las flores estuviesen ahí no se sabe bien con qué objetivo pero nunca para acompañarnos.
Desde hace unos años tengo la costumbre de mirar lo que me rodea como si fuese a sacar una fotografía del entorno, o más bien de una parte, y tuviese por tanto que encuadrar el paisaje o el objeto. Me da muy buenos resultados pues voy viendo detalles que de otra forma seguro que se me escaparían: el color de una flor, el picotear de una paloma, el salto minúsculo de un pequeño pajarillo, el caer melodioso del agua saltarina, el cimbrear de una palmera o el paso de las nubes por el cielo. Con la edad he aprendido a disfrutar mirando las pequeñas cosas quizás porque los sentidos de olfato y oído los tengo menguados. Por eso y porque saco fotos sencillas con mi pequeña cámara, como las que acompaño.
Te deseo un buen día.
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