Hola a todos.
Cuando lo vi pisando con suavidad la arena de la playa sentí un irreflenable deseo de fotografiarlo. Me ayudó a ello el hecho de que llevara conmigo en aquel momento la pequeña cámara digital. La preparé en un instante, enfoqué el objetivo, me recreé en tan inspirado momento y disparé guardando para la posteridad la belleza de mi pie derecho. Convendrán conmigo en que estaba guardando en pixeles una obra maestra de la Naturaleza. Y convendrán también en que no damos verdadero valor a las diferentes partes de nuestro cuerpo hasta que éstas comienzan a fallar. Mi pie derecho, y su compañero de fatigas el izquierdo, aun me sostienen y me llevan, permitiéndome mantener mi cuerpo en posición erguida, de firmes o de descanso según se tercie. No es cosa del otro mundo, claro, está. Desde la más lejana antigüedad el Hombre es bípedo, y millones y millones de seres humanos hemos gozado, y gozamos, de la verticalidad. Por ello, los pies, maravilla de la ingeniera genética, han evolucionado a lo que hoy es. ¿No sienten ustedes un deseo irrefrenable de morder los piesitos de un bebé. que parecen un regalo, cuando el pequeño patalea en su cuna moviendo con frenesí sus piernitas?
Te deseo un buen día.
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