Hola a todos.
Susana, nuestra guía, nos tenía preparada una sorpresa. En lugar de volver junto al Sella como en la subida, al pasar por Arriondas tomó un desvío y fuimos en la guagua por una carretera secundaria que atraviesa un bosque que bien podría ser la morada de las Xanas, del Cuelebre y de otros seres mitológicos de Asturias.
Íbamos ascendiendo y los árboles con todos los tonos de verde se nos ofrecían frondosos por todas partes. Por los claros que dejaba el ramaje y a nuestra derecha podíamos ver en cada vuelta del camino los Picos de Europa que poco antes habíamos dejado atrás. Cada poco disparaba mi cámara queriendo retener la imagen del esbelto macizo, fotografías que con el movimiento del vehículo no conseguía fijar.
Poco imaginaba yo que en llegando al punto más alto de la ruta encontraríamos como por ensalmo un perfecto mirador para contemplar en toda su esplendidez el maravilloso espectáculo de la naturaleza. A nuestros pies el valle con casas diseminadas y como fondo las montañas que suben al cielo terminando en las cumbres nevadas que besan al cielo. Al otro lado la costa con una playa de rubia arena y los acantilados que se adentran en el mar.
Antes habíamos estado en Cangas de Onís, -primera capital de Asturias tras la batalla de Covadonga-, y después de dar cuenta de un suculento almuerzo en restaurante típico -fabada asturiana, escalopines y arroz con leche-. En Cangas tuvimos la oportunidad de pasear y llegarnos hasta el Puente Romano, realmente puente medieval con su Cruz de la Victoria y los signos Alfa y Omega, en el que apreciamos la belleza del entorno con el agua del Sella que baja mansamente por su cauce.
Te deseo un buen día.
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