"Los árboles viven y padecen. La vegetación es
el primer grado de la vida orgánica. La savia
es sangre; las ramas son brazos multiformes,
infinitos, entrecruzados; las grietas de la corteza,
la resina, la goma, condensación de lágrimas...
¿Por qué no han de llorar los árboles? Cuando
el invierno los desnuda, envejeciéndolos, el frío
los estremece; cuando la primavera los viste,
remozándolos, el júbilo los transporta. Cuando el
salvajismo criminal del hombre los hieren y los
derriba, se quejan..."
Hola a todos.
El libro que sobre la calle Peregrina en Las Palmas escribió José Miguel Alzola, nos brinda la posibilidad de adentrarnos en las vidas de hombres y mujeres, y de niños y niñas, que en las pocas casas de la calle -dieciocho en total, nueve en cada acera- vivieron y en muchos casos nacieron. Son muchos los personajes porque muchos son los años (quinientos) de esta pequeña vía, paso entre los barrios de Vegueta y Triana.
Prometí escribir sobre algunas de estas personas al acabar de leer el libro y me asalta la duda sobre quienes trasladar mis impresiones en este blog. Me inclino finalmente por tres: El escritor Francisco González Díaz, el coronel de La Rocha y el comerciante don Antonio Bethancourt.
Cronológicamente, el más cercano a nosotros es el escritor. González Díaz nació en La Peregrina en 1864 y murió en Teror en 1945. "Este ilustre isleño -nos dice José Miguel Alzola- además de infatigable colaborador de la prensa, fue brillante escritor, ensayista, poeta, elocuente conferenciante y promotor de numerosas campañas en pro de la conservación del patrimonio forestal de las islas". De él son las palabras que figuran hoy antes de mi saludo en las que se pueden ver el sentimiento de amor y gratitud que siente por los árboles. Si sus escritos y sus libros no fueran suficientes para recordarle tendríamos que hacerlo porque a este isleño de pro se debe la "Fiesta del Árbol" que fundó, y que aún hoy se sigue celebrando.
Sigue en el tiempo, hacia atrás, don Antonio Betancourt (1743-1810) personaje polifacético. Nació en la calle de Los Reyes, antes del Agua o de la Acequia, y era el más pequeño de siete hermanos. Sus padres lo pusieron en el coro de la Catedral de Santa Ana lo que le permitió aprender música a edad temprana. Aprovechando el dinero que ganaba en el coro pudo iniciarse en el comercio y, prestando dinero aquí, arrendado tierras, comprando barcos de pesca o cabotaje y metiéndose también a constructor hizo las Américas sin salir de Las Palmas. Tenía la cabecera del negocio en La Peregrina y disponía de otras pequeñas tiendas y almacenes en la ciudad. Posiblemente la primera cadena comercial de Las Palmas. Vendía tejidos y también comestibles que importaba de la cercana Fuerteventura, y tabaco de La Habana, y maderas para la construcción y reparación de naves. Y tiene una particularidad nuestro estimado vecino don Antonio: "durante once años fue escribiendo en sus Quadernos las operaciones que realizaba, y en éstos, también recogía los sucesos, grandes y pequeños, que afectaban a su persona, a los familiares, amigos, vecinos o a la isla".
Y por último y coetáneo con el comerciante, don Antonio de La Rocha y Bethencourt (1708-1783), "coronel del Regimiento provincial de Telde, Alcaide Perpetuo de la Casa-Fuerte de Santa Cruz del Romeral y uno de los terratenientes más acaudalado de la isla". El mérito de este buen señor, aparte de otros, es el de que a él le serían encargados los planos de la actual basílica de Teror (asumiendo también la construcción del templo pues en aquellos entonces no había arquitectos en la isla), basílica que desde entonces es el centro de la devoción a la Virgen del Pino de toda la Gran Canaria.
En fin, que hay que darle las gracias al señor Alzola, autor de este entretenido libro, por traernos memorias interesantes de nuestro pasado. Yo por mi parte te deseo como siempre que tengas un buen día.
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