Dejamos atrás Pau y atravesamos un valle con gran vegetación y pocas viviendas que se fue estrechando hasta llegar al largo túnel de Somport (más de ocho kilómetros) por el que accedimos a España. A mí me hubiese gustado más cruzar por arriba, por las montañas nevadas, admirando el paisaje, pero el túnel, amplio y muy bien iluminado, nos puso en poco tiempo al otro lado de los Pirineos. En Jaca, adonde llegamos luego, tuvimos nuestra base de operaciones para las excursiones de los días siguientes. Jaca es una población ideal para quienes quieran disfrutar de estos paisajes pirenaicos pues está cerca de muchos sitios de interés. Es una ciudad atractiva, no excesivamente grande, en la que estuvimos la primera tarde dando vueltas para familiarizarnos con ella. Nos acercamos a los muros de la ciudadela construida por Felipe II, a la catedral de san Pedro, que es románica del siglo XI con sus hermosas piedras labradas y en cuyo interior hay interesantes altares renacentistas, y nos llegamos paseando por calles peatonales hasta los pabellones que albergan las pistas de patinaje sobre hielo.
Dimos algunos paseos más en las tardes-noches tras regresar de las excursiones y después de la cena. Encontramos mucho ambiente porque Jaca atrae mucho turismo de nieve ya que tiene muy cerca lugares emblemáticos para esquiar. Pudimos pasear con el frío que no era muy intenso aunque el reloj marcaba 9 grados a las once de la noche (qué calentitos que son los bares para tomar un vinillo a estas horas) y gozar así de esta ciudad que fue la primera capital del reino de Aragón y es paso obligado del Camino de Santiago. Para mejor ocasión nos ha quedado la visita al monasterio de San Juan de la Peña que según nos cuentan está en un paisaje protegido y precioso en las cercanías del Monte Oroel, visible éste desde cualquier punto de Jaca.
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Te deseo un buen día.
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