lunes, 1 de noviembre de 2010

Juba II

Hola a todos.
Con unas palabras de bienvenida por parte del Vicerrector de la Universidad de Las Palmas de Gran Canaria y de la Coordinadora de la Diplomatura de Peritia et Doctrina se dio por iniciado el pasado martes el nuevo curso. Para unos es el primer año, de tres, y para otros, ya veteranos entre los que me cuento, es el último. De verdad que pasaron volando los cursos anteriores y seguro que pasará volando éste en el que además de clases interesantes tenemos en perspectiva la entrega de la orla, en un emocionante acto, a estos alumnos jóvenes que rondamos ya los setenta años (año arriba, año abajo).

El primer día de clases, el jueves, tuvimos Historia de Canarias, esa gran desconocida para casi todos, y estuvimos repasando como en una moviola lo acontecido en el archipiélago desde ya lejanos tiempos hasta aquellos en que distintas expediciones de europeos terminaron por apoderarse de las islas. Así supimos del navegante genovés Lancelotto Malocello, que dio nombre a Lanzarote y de los mercenarios y aventureros normandos Juan de Bethencourt y Gadifer de la Salle, que conquistaron Lanzarote y Fuerteventura pasando éstas a ser islas de Señorío, primeras del archipiélago que quedaron bajo el dominio de Castilla.

Y también llegamos a saber un dato de interés para nosotros los canarios: el primer texto en que el nombre de Canaria aparece. Está en la Historia natural de Plinio el Viejo, escrito en el siglo I de nuestra era, y copiado de otros en los que se da cuenta de la expedición mandada por Juba, rey de Mauritania y uno de los hombres más instruidos de su época, que deseaba conocer las islas que se extendían frente a su reino. Dice así:

- -Hállanse situadas (las Afortunadas) a poca distancia de las Purpurinas. La primera se llama Ombrios y no conserva vestigios de edificios, sino un estanque en sus montes; vénse en ella unos árboles a manera de férulas, que oprimidos dan, los de color oscuro, un licor amargo, y los más blancos, una agua muy grata al paladar. Llámase otra isla Junonia, y tiene un pequeño oratorio de piedra; inmediata a ella se descubre una de menores dimensiones y del mismo nombre. Encuéntrase después la isla Capraria, llena de grandes lagartos. Enfrente de ésta se levanta Nivaria, llamada así por estar casi siempre nebulosa y cubierta de nieve. No lejos de ésta se ve la isla de Canaria, así denominada por la multitud de perros de gran tamaño, de los que dos fueron llevados a Juba: en esta isla se descubren vestigios de edificios. Todo este archipiélago abunda en frutas, aves, palmas, pinos, miel...; en sus riachuelos crecen los juncos que sirven para hacer papel, y en sus mares se encuentran ciertos peces llamados siluros.

En fin, un principio de curso esperanzador.

Te deseo un buen día.

2 comentarios:

Francisco Espada dijo...

También he pasado por esa experiencia universitaria de mayores y ha sido un disfrute muy especial. La mayoría tuvimos que ponernos a trabajar a la edad de haber sido estudiantes, por lo que encontrarnos con la oportunidad perdida fue un verdadero regalo. Espero que lo disfrutes mucho y que no dejes nunca de sentir el interés por el conocimiento que ahora demuestras. Un abrazo.

Oti dijo...

Según Alberto, recién Señor Licenciado de 23 años, la Mauritania de la época era más bien el norte de lo que hoy es Marruecos y no la Mauritania actual, curioso ¿no? Y que Plinio (que escribía de oídas)también menciona una tribu llamada Canarii al sur del Atlas marroquí. Lo que es seguro es que aún no hay certeza sobre el origen del nombre de las Canarias; puede que confundiera ese nombre al "latinizarlo" (can=perro). Saludos y bienvenido de tu viaje, suertudo.