miércoles, 11 de junio de 2008

En el parque

Hola a todos. Extraño a Pancho. Anoche no durmió en casa y hoy en la mañana no ha venido junto a mi cama a darme los buenos días, cosa que hace a diario tocándome con sus robustas patas y acercando su cabeza para que le acaricie; luego el juego: sube Pancho a la cama, y yo lo bajo; él sube y lo bajo nuevamente...; ¡hasta que me levanto!. Va para seis meses que está con nosotros y se ha convertido en un rollizo muchachote. Él me saca a mí de paseo al parque y corre y juega alborotando a las palomas que encuentra en su camino. Tiene Pancho dos amores en el parque de esos que saltan a primera vista: Jara y Luna. Las conoce desde que era un cachorrillo y va con ellas como si en ello le fuera la vida. Se persiguen, amagan, revuelcan, hacen cabriolas, se muerden, y vuelven a correr con todo el empuje de la primera juventud. Es un espectáculo precioso lleno de vida. Junto a ellos hay otros perrillos. Jonny es un perrazo mayor, amigo de Luna, que ladra con ladridos profundos, guau, guau, -dos cada vez- intentando poner orden, o tal vez para que se acuerden de él.


En el parque es bien visible que ha llegado la primavera. Lucen bonitos los árboles con hojas nuevas y flores que caen al suelo al soplo del viento haciendo que en el piso, a trozos, parezca que han hecho alfombras de colores. Amarillas, rojas y azules. También son amarillas las margaritas que, cual si fueran amapolas, crecen salpicando de color el césped. Todos los días veo unos cuantos pájaros, que me recuerdan los mirlos por su color negro y pico rojo, que vuelan y se posan, saltando de rama en rama, y de los árboles al suelo y del suelo a las ramas, en un vertiginoso vuelo, sin descanso. Otros más saltarines saltan y se posan en débiles ramas que aguantan sin dificultad sus pequeños cuerpos. Mientras, jardineros y jardineras cumplen con su tarea de cuidar con mimo a las plantas y el agua de la fuente canta su canción mañanera.


Bajé hoy sin Pancho y estuve un rato hablando con Rodolfo. Es éste un joven venido de Colombia. Acude puntualmente cada día con un periódico de tirada nacional para leerlo y enterarse de como van las cosas por acá. Baja a un perrito de patas cortitas que casi no se mueve de su alrededor. Hablamos, él con la voz cadenciosa de los sudamericanos, y me cuenta cosas de su tierra. De sus gentes, con lindas mujeres. De la exuberancia de la vegetación. Del calor o de la lluvia, más intensos que en Canarias. De su patria chica, Cali, que está en el Valle del Cauca. De las frutas, ésas que conservan todo el sabor que las nuestras han perdido, y me dice que lo que casi no se encuentra allá son los kiwis. Hoy lleva consigo unas bonitas fotografías de Bogotá que me enseña con cariño. Y le hablo de lo apreciado que era aquí el café de Colombia y me dice que actualmente su país es el segundo exportador de flores del mundo.

Hablando con él me doy cuenta que no es lo mismo hablar de la inmigración con números fríos de llegada de personas y pateras a conocer a alguien personalmente. Y pienso cuantas historias no traerá consigo cada uno de ellos. Cuantos recuerdos no tendrán en sus cabezas y sentimientos en sus corazones. Como los que tiene Rodolfo que va desgranando lentamente...

Y yo pensando en ello, recuerdo que Pedro Lezcano, canario él porque aunque nacido en Madrid vino aquí con sólo dos añitos, dejó escrito un bello poema sobre la emigración nuestra. Transcribo sólo el principio; te invito a leerlo completo pulsando aquí.




POEMA "LA MALETA" de Pedro Lezcano

"Ya tengo la maleta,
una maleta grande, de madera:
la que mi abuelo se llevó a La Habana,
mi padre a Venezuela.


La tengo preparada: cuatro fotos,
una escudilla blanca, una batea,
un libro de Galdós y una camisa
casi nueva.


La tengo ya cerrada y rodeándola
un hilo de pitera.
Ha servido de todo. Como banco
de viajar en cubierta,
y como mesa y, si me apuran mucho,
como ataúd me han de enterrar en ella.


Yo no sé dónde voy a echar raíces.
Ya las eché en la aldea.
Dejé el arado y el cuchillo grande,
las cuatro fanegadas de la vieja..."



Te deseo un buen día.

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