sábado, 28 de agosto de 2010

El hilo de Ariadna

Hola a todos.
Habíamos visto a la vaca loca de Pasifae gozar como una novilla con el toro blanco. Sabíamos del porrazo que se pegó Ícaro cuando junto a su padre, Dédalo, remontó el vuelo y subió más de la cuenta en busca de más altos horizontes. Y teníamos noticias de que el cornudo rey Minos había encerrado al Minotauro y a su infiel esposa Pasifae en un castillo lleno de corredores y puertas que no llevaban a ninguna parte, y al que llamaban Laberinto. Lo que ignoramos hasta el momento, es en qué se ocupaban la infeliz mujer y el pequeño monstruo para distraer tantas horas de mortal aburrimiento. Podemos suponer a la reina tejiendo lana, que era uno de los pasatiempos preferidos de las señoras, y al joven bruto jugando al ajedrez o practicando boxeo si conseguía contrincante tal como nos muestran a los hombres de la época pinturas encontradas. No nos dice la historia, y es una pena, si estos dos desventurados estaban solos en su encierro o si compartían estancia y comida con otros huéspedes.

Lo que si nos cuentan, es que Minos guerreó y ganó a muchos pueblos en aquellas reyertas con las que se entretenían tan a menudo, y que a todos los vencidos exigía la entrega de siete jóvenes y siete doncellas, (unos dicen que todos los años, y otros que cada nueve años,) para dar de comer y entretener al Minotauro. También tuvo su guerra particular con Atenas, al morir su hijo Androgeo muerto por un toro con el que se enfrentó en lucha desigual, tras participar y ganar en los juegos. En la ciudad de Atenas reinaba Egeo, y éste se vio obligado a pagar su cuota correspondiente de botín; y aquí aparece el 'muchacho'. Teseo, hijo del rey, se ofrece para ser uno de los siete jóvenes en la tercera entrega de las catorce víctimas inocentes. Y aparece, como no, la 'muchacha': con nombre de Ariadna, hija de Minos y de Pasifae, que se enamora de Teseo a quien conoce en palacio. Éste le da cuenta de sus planes y ella le provee de un ovillo del hilo que estaba hilando. De esta suerte pudo Teseo, al penetrar en el Laberinto, dejar en la puerta atado el hilo, que irá desenrrollando, y que le permitirá encontrar la salida una vez haya matado al monstruo.

Y colorín colorado: Teseo se lleva con él a Ariadna con quien se casa, pero, corazón desagradecido, la deja abandonada en Naso, en una playa.
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Ariadna abandonada (1774)

Descripción: Óleo sobre lienzo. 63,8 x 91 cm.
Localización: Museo de Bellas Artes. Houston
Autor: Angelica Kauffmann

Tomada de: epdlp.com

Te deseo un buen día.

1 comentario:

Francisco Espada dijo...

Es una pena que contenidos de tanta enjundia y tradición como la mitología no levante el ánimo al personal para hacer comentarios.

Por mi parte, me asiré al hilo de Ariadna y seguiré escudriñando cada uno de los posts: aquí hay materia, aquí se dicen cosas de mucho interés. Es más, voy a hacerme seguidor en este instante. ¿me lo permites?