martes, 19 de agosto de 2008

Ignacia de Lara

¡Qué sabes tú como se quiere a un sueño!"
Ignacia de Lara.

Hola a todos. Las calles de 'los cuatro pisos' en el barrio de Escaleritas tienen nombres de personas que vivieron antes que nosotros. Cada una de estas personas tendrán tras de si unas vivencias, unos afanes y unos hechos que configuran su pequeña historia particular y que en conjunto hacen la historia de la colectividad. Entre estas calles hay una rotulada con el nombre de Ignacia de Lara. Nada sabía de esta mujer salvo que era poetisa. En mi curiosidad por quienes escriben - o mejor aún, por quienes escribieron- busco el libro que me de información sobre la persona, su obra, o al menos parte de ella. Encuentro en este caso uno del Museo Canario que es un ensayo escrito por María Dolores de la Fe. Lo leo en una primera pasada y vuelvo a leerlo para intentar desentrañar lo que me dice la autora. Porque ésta insiste en decir que un rasgo fundamental en Ignacia de Lara es el dolor; otro, la carencia de sensualidad en su obra, y uno más, la sensibilidad. María Dolores de la Fe, siendo mujer y habiendo estudiado a fondo la obra de la poetisa, tiene ventajas sobre mí. Al llegar a estas conclusiones le habrá ayudado además de su femineidad su buen hacer y saber. Yo quedo posiblemente más en la superficie del verso sin meterme en honduras.


Nació Ignacia de Lara en Las Palmas en el año 1880. "Nació poeta, soñadora y triste. Amó a Dios sobre todas las cosas. Vivió escribiendo. Escribió viviendo, versos, cuentos, artículos..." Estudió en el Colegio de las Madres Dominicas que de alguna forma influyó en su sensibilidad, y en el libro leo lo que seguramente fueron sus años de niña "vivaz y sensible" que va decantando sus estudios hacia las letras. Hasta que llega la hora de dejar el colegio, y sobre este hecho María Dolores nos dice: "imagino no sólo su pena sino una especie de presentimiento del dolor que le aguardaría en lo sucesivo" ¿Por qué?


Ignacia era en su juventud, según sus escritos, vehemente, de carácter arrebatado y rebelde. Esta forma de ser le llevaría seguramente al dolor, que es palabra que pronuncia muchas veces en sus versos. Por otra parte casó a los 29 años y al parecer no fue feliz en su matrimonio. No pudo tener hijos, y sin embargo tuvo que saber que su marido había tenido hijos con otra mujer. Además en los últimos años de su vida padeció una cruel enfermedad que la llevó a la muerte con tan sólo 60 años. Pero, ¿y en la juventud? ¿No sintió ni siquiera unas ráfagas de felicidad? En uno de sus libros viene una foto de la autora. "Una cara muy joven, un peinado que muestra la amplia tersura de su frente, y una indefinible tristeza en los ojos".

En su poema titulado "Mi dolor" leemos:


"Es un dolor mitad melancolía,
mitad iracundia desbordada y fiera,
que unas veces en llanto degenera
y otras veces es fuerte rebeldía".

Y en "Mi memoria" nos dice:

"No queda ni una de esas

horas que fueron mi mayor contento.

Las quemó a fuego lento

la llama de un dolor no merecido,

y un ala del despecho y del olvido

aventó las pavesas".




En cuanto a la falta de sensualidad en sus obras, al contrario que en otras escritoras de su tiempo, pudo influir la educación en colegio religioso. Nos dice María Dolores de la Fe que "la contención, por tanto, existió desde el principio... no roza jamás ni siquiera en sus versos de juventud eso que también se llama carne... ni aún en la forma tan pura y natural de una aspiración lógica en toda mujer: el amor humano como lógica vía hacia la maternidad".


Su firme religiosidad lleva a la poetisa a practicar la caridad en los barrios pobres de la ciudad, "... bien querría mi corazón, por artes milagrosas, para que nunca la limosna hiriera, hallar la suave, la gentil manera ¡de dar los panes cual si fueran rosas!" También su carácter la lleva a estar en la política, defendiendo sus ideas en los años agitados de 1931 a 1936. Fue lo que hoy llamaríamos feminista tratando de que la mujer se elevara sobre el concepto de "ama de casa". Se interesó y sufrió por los niños víctimas inocentes de la guerra civil española y por ellos ruega a la Virgen del Pino: "¡Piedad para los niños de España, pétalos tronchados por las rachas aviesas de este vendaval!"


Tenía intención de llamar Alma a otro libro de poesía que tenía en mente escribir, porque así la llamaba un amigo que conoció en sus últimos años y que como ella era poeta. Fue tal vez la mejor época de su vida a pesar de su enfermedad. Sin embargo, su último librito lleva por título "Cantares canarios" y además, en su canariedad, escribió sobre la ciudad y costumbres nuestras, como por ejemplo, estos versos que le inspiró el viejo Castillo de San Cristóbal:

"Tiene ínfulas de viejo veterano

en su existencia abandonada y sola,

y de un pasado noble y soberano

sólo le queda al venerable anciano

el abrazo continuo de las olas".


Te deseo un buen día.

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