Hola a todos. Pues a lo que íbamos. No se perdió la tranquilidad en Agaete. Ésta de aquí es gente con la reciedumbre de los riscos de Tamadaba y bregados en el trabajo diario en el mar o en la tierra. Siendo hospitalarios de cuna, ¿cómo van a inquietarse por una muchedumbre que acude a gozar de sus incomparables fiestas? Si quieren compartir, ¿cómo no abrir las puertas de sus corazones? Si en la sencillez está la virtud, ¿cómo no mostrarla? La Rama es imcomparable. La Rama es corazón abierto. La Rama es sencilla. Y por estas tres cualidades la Rama es grande. Muy grande. No cabe en los comentarios sinceros de este bloguero. Es más, mucho más. Haría falta la imaginación descriptiva del autor de Fiesta para narrar estos sanfermines canarios. Bien que sin la bravura de los toros, pero sí con elementos necesarios para la vida: el agua y el árbol. Del árbol toman sus ramas los agaetenses y bajan hasta el mar, bailando y cantando, pidiendo por la lluvia. "Agüita, agüita, que la rama está sequita". Ya en el mar golpean con las ramas, en un rito ancestral, el agua salada, que evaporándose va al cielo y cae nuevamente como maná salvador para la vida. Esta agua, ya dulcificada es la que se pide en una tierra, la canaria, que sabe de continuas sequías.
La Banda de Agaete es una institución en la Villa con todos los merecimientos. Fundada en 1911 celebrará cien años de vida fructífera animando fiestas en las islas. Y la fiesta que posiblemente más emocione a sus componentes es ésta de su pueblo, pues la Rama comparte con ellos la alegría. Con otra banda, la de Guayedra, también de Agaete, dan cobertura a las horas que dura el recorrido con las ramas. Pero vayamos por parte: habíamos empezado con una verbena de amanecida que comienza a las doce de la noche y dura hasta las cinco de la mañana. A las cinco en punto un volador da comienzo a la Diana y en este momento la gente congregada -muchas miles de personas- da rienda suelta a las emociones, con brazos en alto y cánticos en la boca, hasta las siete. Un breve descanso para algunos -otros no se permiten el lujo- y a las diez comienza la Rama propiamente dicha: los 'papahuevos', los pasacalles, los jóvenes y jóvenas (que dirá la ministra), los mayores, las mujeres y los hombres parten de la iglesia y en un recorrido por el pueblo van a buscar las ramas que previamente unos voluntarios han traído desde el pinar. Dura la Rama siete horas. Las calles se visten de verde y poco a poco, al golpito como todo lo nuestro, la gente va caminando delante o detrás de la música. Se suda en el día de calor y se agradece el viento...
En la Playa de las Nieves el gentío es impresionante y ocupa la playa, las calles y el viejo muelle. Algunos han dejado las ramas a los pies de la Virgen; los otros van hasta la orilla, donde la arena negra se confunde con los callaos, y penetrando en el agua cumplen con el rito. No se marcha nadie. Quien más y quien menos se decide por el chapuzón en las refrescantes aguas. Caída la tarde va aclarando el gentío y los del pueblo se preparan para la Retreta. Porque la Retreta llega con la noche. En las calles abarrotadas, en donde de cada bar sale música de salsa a toda pastilla, los más reponen fuerzas a base de sabrosos bocadillos y cerveza. Las calles dan fe y aparecen restos por todas partes. Seguramente el Ayuntamiento ha dado la batalla por pérdida y ya limpiarán cuando se pueda. La ausencia de baños hace bueno aquello de "a mear al barranco". ¡Qué remedio! O donde se pueda aunque te vean. Pero hablaba de la Retreta. Es un recorrido como el de la Rama más sosegado, sin rebumbio, con menos gente, más de andar por casa, y con bengalas y farolillos. Los farolillos lo confeccionan los propios niños en los talleres de la fiesta. Luego en esta noche mágica van los pequeños montados a pela de sus papás con los farolillos encendidos. Es la semilla para que la fiesta continúe cuando lleguen a mayores.
La Banda de Agaete es una institución en la Villa con todos los merecimientos. Fundada en 1911 celebrará cien años de vida fructífera animando fiestas en las islas. Y la fiesta que posiblemente más emocione a sus componentes es ésta de su pueblo, pues la Rama comparte con ellos la alegría. Con otra banda, la de Guayedra, también de Agaete, dan cobertura a las horas que dura el recorrido con las ramas. Pero vayamos por parte: habíamos empezado con una verbena de amanecida que comienza a las doce de la noche y dura hasta las cinco de la mañana. A las cinco en punto un volador da comienzo a la Diana y en este momento la gente congregada -muchas miles de personas- da rienda suelta a las emociones, con brazos en alto y cánticos en la boca, hasta las siete. Un breve descanso para algunos -otros no se permiten el lujo- y a las diez comienza la Rama propiamente dicha: los 'papahuevos', los pasacalles, los jóvenes y jóvenas (que dirá la ministra), los mayores, las mujeres y los hombres parten de la iglesia y en un recorrido por el pueblo van a buscar las ramas que previamente unos voluntarios han traído desde el pinar. Dura la Rama siete horas. Las calles se visten de verde y poco a poco, al golpito como todo lo nuestro, la gente va caminando delante o detrás de la música. Se suda en el día de calor y se agradece el viento...
En la Playa de las Nieves el gentío es impresionante y ocupa la playa, las calles y el viejo muelle. Algunos han dejado las ramas a los pies de la Virgen; los otros van hasta la orilla, donde la arena negra se confunde con los callaos, y penetrando en el agua cumplen con el rito. No se marcha nadie. Quien más y quien menos se decide por el chapuzón en las refrescantes aguas. Caída la tarde va aclarando el gentío y los del pueblo se preparan para la Retreta. Porque la Retreta llega con la noche. En las calles abarrotadas, en donde de cada bar sale música de salsa a toda pastilla, los más reponen fuerzas a base de sabrosos bocadillos y cerveza. Las calles dan fe y aparecen restos por todas partes. Seguramente el Ayuntamiento ha dado la batalla por pérdida y ya limpiarán cuando se pueda. La ausencia de baños hace bueno aquello de "a mear al barranco". ¡Qué remedio! O donde se pueda aunque te vean. Pero hablaba de la Retreta. Es un recorrido como el de la Rama más sosegado, sin rebumbio, con menos gente, más de andar por casa, y con bengalas y farolillos. Los farolillos lo confeccionan los propios niños en los talleres de la fiesta. Luego en esta noche mágica van los pequeños montados a pela de sus papás con los farolillos encendidos. Es la semilla para que la fiesta continúe cuando lleguen a mayores.
Tras la Retreta y con la música incansable de estos músicos maravillosos, a la una de la madrugada, exhibición de fuegos artificiales que quiere dar la noche por concluida. Algunos, mayores y pequeños nos vamos a descansar. La juventud continúa, no en vano, y como dice mi señora suegra, "la noche es joven".
Te deseo un buen día.
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