
Hola a todos.
El sol tomaba su camino diario rumbo al descanso de la noche y dejaba tras de sí los colores que adornaban el cielo. Los amarillos y rojos, los naranjas y violetas se entremezclaban resaltando los grises de unas pocas nubes y el color pétreo de los roques. De pronto unas nubes bajas, como jirones de algodón, vinieron cabalgando a galope desde el este y se esparcieron bajando por las laderas dividiendo el paisaje en cuadros preciosos. Arriba el Roque Nublo y el Betayga que no querían dejarse atrapar. A la derecha, el cielo cambiante por segundos con todos los colores imaginables. Abajo y a la izquierda el blanco de las nubes cargadas con infinitas gotas minúsculas de agua, que no llegan a caer, y a su lado el verde de los campos que va desapareciendo.

Todo ello veíamos desde la terraza de nuestra habitación en el Parador Nacional de la Cruz de Tejeda. La habitación, amplia y bien soleada da justo a poniente y permite ver la magnificencia de la Naturaleza. En la mañana, totalmente soleada, podíamos ver las montañas que llamó Unanumo "tempestad petrificada" con los soberbios Roques luciendo en todo su esplendor. Fuera el aire es limpio y frío. Llega una excursión de estudiantes que notan el cambio de temperatura al bajar de la guagua. Nosotros que estamos aquí desde ayer lo sentimos menos y así y todo nos metemos dentro del restaurante a desayunar.

Fue un día precioso gozado segundo a segundo, como debe ser.
Te deseo un buen día.
1 comentario:
Toda una gozada para los sentidos y un día lleno de esplendor y para no olvidar.Me alegro de que lo hayan pasado así de grande, un abrazo.
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