miércoles, 30 de enero de 2008

Carnaval te quiero...










Hola a todos.









Preparando una noche loca

Ya vienen los carnavales
por la punta de la Isleta,

el que no tenga careta
se ponga una pañoleta.

Esta coplilla cantaban nuestros abuelos. En aquellos tiempos en que se tenían que conformar con mucho menos de lo que hoy exigimos, a todo lo más con una sábana blanca, y algo con que cubrirse un poco la cara preguntarían aquello de "¿me conoces mascarita?" He preguntado a mi hermana, Mary, por sus recuerdos del carnaval y poco me cuenta. Quizá es que hay poco que contar de la época de la posguerra, y me dice de la costumbre que había de hacer tortas de carnaval, del tamaño de una sartén y que se cortaban en trozos, y que junto con el arroz con leche se obsequiaba a las mascaritas que iban de casa en casa todas con sus puertas abiertas. También recuerda el ir con otras crías detrás de un primo nuestro quien, con ropa de nuestra abuela, Madrelola, y con un bolso de ésta en bandolera iba disfrazado de viuda con total regocijo de la chiquillería.




Los tiempos han cambiado que es una barbaridad y ya no se hacen las tortas, ni el arroz con leche, ni se tienen las puertas abiertas. Como tampoco tenemos los club de cultura y recreo de los que había uno en cada barrio, pues tampoco se prodigan mucho los bailes. En tiempos más recientes a los comentados por mi hermana acudíamos mi mujer y yo al Círculo Mercantil a los bailes de carnaval y lo pasábamos francamente bien. No íbamos ataviados al uso con ropaje de disfraz sino con algo sencillito que nos bastaba. Quien sí se vestía con mucho gusto y suficiente garbo era mi hermano Diego, con la complicidad de una costurera amiga que le hacía unos trajes primorosos. Además del que se ve en la fotografía recuerdo un año en que se disfrazó de la Madrasta de Blancanieves e iba en lo alto de una carroza, él que no es precisamente bajo de estatura, luciendo su palmito con su capa desde el cuello a los pies y una oronda manzana en la mano.


Cambió los carnavales con la venida de la democracia que gozamos, ya que desde un primer momento un grupo de animosos vecinos de La Isleta -ánimo don Manuel- se propusieron revivir las fiestas y lo consiguieron. Ello dio lugar a un cambio profundo donde se puso de manifiesto la imaginación y el desparpajo -algunas veces con mal gusto- del pueblo. Y así se recupera los concursos de murgas y comparsas, la gala de la elección de la Reina del Carnaval, la Gran Cabalgata, y el no menor Entierro de la Sardina con numerosas viudas que lloran y se desmayan -con suficientes esperríos pa'resucitarla-porque ha muerto la que ha dado consuelo a sus vidas en las últimas semanas. Y ya últimamente, para dar merecido realce a estas fiestas de la carne, la gala para la elección de la Reina Drag Queen ha venido a dar a estas fiestas de Las Palmas de Gran Canaria todo su valor añadido. Como lo da también el himno del Carnaval de Sindo Saavedra con el que cantamos "¡Carnaval, carnaval, carnaval te quiero!"

P.S. ¡Eureka! ¡Ya me han leído en Madrid. Que chachi, tío!

Te deseo un buen día.

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