lunes, 21 de enero de 2008

Incomunicación

Hola a todos. He visto otra película de Ingmar Bergmann, esta vez Gritos y Susurros. Si la anterior que comenté, El Séptimo Sello, tenía como argumento la prórroga que el caballero pide a la Muerte que viene en su busca y la reta a una partida de ajedrez para adquirir más conocimiento sobre Dios, el de esta otra es la incomunicación, la enfermedad y el dolor. Gira alrededor de tres hermanas, una de ellas en fase terminal de una penosa enfermedad, que se reunen después de años de no verse. Estas hermanas que en su infancia juegan y ríen y se hablan al llegar a la madurez se encuentran sin poder comunicarse entre sí. Acompañan a las tres una criada que es la única que tiene un trato humano para con la moribunda hablándola, acariciándola y acunándola. Y no es que las hermanas no se quieran. Es que a pesar de ello no consiguen romper el hielo que les impide mantenerse unidas.

Tema complejo tratado con habilidad por este maestro de la fotografía. La película, salvo algunas escenas rodadas en el jardín de la casa o en otros lugares recordando el pasado, tiene lugar dentro de la vivienda en habitaciones con color rojo en paredes y suelos. Contrasta así el color blanco de los vestidos de las hermanas y el camisón de la enferma, y sobre todo los primeros planos de las caras de las protagonistas -de las cuatro- reflejando recelo, pasión, amor y dolor. No es recomendable esta cinta para personas que no quieran ver el dolor reflejado en cara de nadie porque las escenas en que la enferma fallece dan escalofríos.

Para cambiar de algo tan triste a otra cosa más alegre, tengo previsto ir esta tarde al muelle de Santa Catalina a despedir al buque escuela español Juan Sebastián de Elcano de visita en la bahía de Las Palmas de Gran Canaria. Ya te contaré.

Te deseo un buen día.

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