domingo, 23 de marzo de 2008

Celebración entrañable

Hola a todos. Hoy Domingo de Resurrección hemos estado en una iglesia de barrio. Es una iglesia pequeña y humilde y el barrio está fuera del centro de Las Palmas aunque no muy lejos de la Catedral. Son casas de bloques construidas en la ladera junto a otras que ya estaban anteriormente de uno o de dos pisos y su iglesia está en lo que podríamos llamar calle principal. Hay cerca dos paradas de guaguas, de subida y de bajada, que comunica el barrio con la Plazuela y el paso de las guaguas se produce espaciado una de otra muchos minutos. Sus gentes, me pienso, es gente trabajadora venida a la ciudad como tantas otras en busca de un mejor porvenir o ya nacidas en el barrio hijos de la emigración interior campo ciudad.

La placita delante de la iglesia es un triángulo sin vegetación alguna donde lo único que se ve es la falta de bancos donde sentarse. Suena la campana llamando a misa. La fachada de la iglesia tiene dos placas: una indicando que está bajo la advocación de la Virgen de Fátima y la otra dando horarios de misas y de asistencia parroquial; dentro es una nave con una puerta pequeña junto al altar que comunica con lo que debe ser la sacristía; enfrente una imagen de la Virgen con unas flores de plástico. En el altar a la izquierda Cristo Crucificado sobre una pared blanca y delante dos atriles para leer la palabra de Dios y la mesa para la Eucaristía. Un cirio pascual grande, cuatro pequeños y flores adornan el altar. Bancos en la iglesia para los fieles completan el mobiliario en una iglesia necesitada de urgentes arreglos.

En esta iglesia, humilde y pequeña, tuvo lugar la entrañable celebración del Bautismo de una pequeñina nieta de una prima nuestra durante la misa dominical, y no al final de ésta, en la que el sacerdote fue desgranando las promesas bautismales a las que respondían padres y padrinos. La niña fue acogida como un miembro más de la Iglesia, y más tarde fue ungida con el óleo sagrado y por último recibió las aguas del bautismo. Acompañaban a la pequeña padres y abuelos y otros familiares y además los fieles que asistían a la Santa Misa. En ésta, en el momento de la consagración suben al altar una veintena de niños y niñas que se sitúan alrededor del sacerdote quien luego, en el rezo del Padrenuestro, pide enlazar las manos formando un círculo alrededor del altar...

Te deseo un buen día.

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