martes, 18 de marzo de 2008

Lukini

Las cosas se hacen pero no se dicen.

Lukini

Hola a todos. A Lucas Segura lo tiene Dios en su regazo desde hace años. La Parca quiso llevarlo cuando aún era joven sin llegar a la edad de la jubilación dejando entre sus compañeros el vacío que deja un hombre bueno. Entró en DISA justo un mes más tarde de la fecha en que yo lo hice bien que él fue a trabajar en el almacén que tenía la empresa en Guanarteme y yo a las oficinas en Triana. Años después coincidimos y desde ese momento fue como un hermano que se preocupa por el otro más pequeño. Los más allegados le nombrábamos cariñosamente Lukini haciendo un diminutivo de su nombre de pila y él nos correspondía con su cariño enorme a la amistad. Porque Lucas era amigos de todos y a todos apreciaba con ese sentimiento que termina siendo mutuo. No era hombre de hablar mucho, escueto, ponderado, sin una palabra de reproche hacia nadie. Le gustaba las juergas y era un apasionado jugador de envite cuando el grupo de compañeros íbamos a almorzar a algún sitio y teníamos la partida de este juego canario de sobremesa. No mandaba en su equipo pero sabía las triquiñuelas necesarias para engañar a los componentes del equipo contrario, con las señas y los comentarios propios del juego para engatuzar al oponente y hacer que perdiera las piedras en liza. Cuando por los avatares del juego tenía que hacer el envite se subía a una silla y desde lo alto y con su voz no muy potente pero suficientemente expresiva decía: ¡Envío...! Y cuando se enchispaba un poco y llegaba la hora del canto, entonces, terminaba subiéndose a una mesa y con su canción preferida para estos casos cantaba "Amapolaaa, lindísima amapolaaa..."


Él y su mujer, Lolita, siendo muy jóvenes, aún de novios, comenzaron a ir a los bailes; recuerdo sus anécdotas de cuando iban a bailar a Telde entonces con medios de comunicación algo escasos. Donde no faltaban nunca era a los bailes del Mercantil; tanto en los Carnavales, como en Fin de Año y en la verbena de San Juan allí estaban Lucas y Lolita ocupando una mesa en el salón de baile para ellos y sus hijos y para cuantos amigos se acercaban a saludarles. Le gustaba el whiski con seven up que "está dulcito" y la botella, como su corazón, siempre estaba abierta para los demás. Bailaban ellos estupendamente con muchas horas de experiencia y aguantaban como nosotros, todo hay que decirlo, hasta el amanecer.





Tenía Lucas un don especial para estar en distintos grupos organizando tenderetes. Con uno de los grupos "los papapollos" alquilaron una casa en San Cristóbal para reunirse una vez en semana como si de un club social se tratara e iban a Maspalomas y comían pollo y papas en los chiringuitos de la playa. En otro grupo, éste de Alcaravaneras donde vivía, organizaba una excursión, y una comida anual otro día en la que no podía faltar la enorme tarta de aniversario. Siempre iba con la agenda llena de compromisos que atendía gustosamente. Cuando le hablábamos de estas trapisondas en las que estaba metido nos decía: "Las cosas se hacen pero no se dicen" quitándose importancia como que sus buenas acciones para él eran lo más natural del mundo.


Cuando enfermó y ya veía la muerte cercana decía a otro compañero: ¡Qué pena, con la cantidad de cosas que tengo por hacer!



Descansa en paz amigo Lucas, hasta siempre.







Te deseo un buen día.

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