sábado, 6 de septiembre de 2008

Gomera - El búho

Hola a todos. Después del paseo en coche a Valle Gran Rey y tras tomar una ducha reparadora me siento en la terraza de la habitación a oír música suave. Las preocupaciones han quedado aparcadas y gozo del momento a la sombra. Luego de no sé cuantos minutos unos pocos pajarillos llegan hasta el mato que tengo justo frente a mí. Los veo saltar de rama en rama mientras juegan, libres como yo de desasosiego. Me levanto y me acerco hasta que están al alcance de mi mano y a la altura de mis ojos. Me divierto contemplándolos hasta que junto a mí llega el resto de la familia.


La noche anterior no pude ver el búho. Sí lo vieron mi nietillo el mayor y mi hija. Estaba sobre un muro bien iluminado porque le daba justo encima la luz de una farola. Carlos, con los ojos brillantes, me daba la noticia y lo asociaba con los que traían las cartas por centenares a Harry Potter. Lo que sí veíamos todos juntos eran las estrellas. Un cielo despejado y la poca luz, sólo la necesaria en el complejo, nos permitía gozar de un cielo estrellado. Brillaba una mucho más que las demás y comentábamos que era Venus, la que acompaña a la luna. Las demás formaban figuras a las que, nuestros pobres conocimientos sobre astrología, no nos permitía darles nombres. La luna era un trozo de fruta en el cielo y solamente podíamos ver un poco porque estaba en un incipiente cuarto creciente. El sol, al ponerse, teñía de colores el cielo, y todo ello lo teníamos frente a nosotros en la balconada del comedor.






Ya dije que habíamos ido a Valle Gran Rey. Nos llevó la carretera por parte del Garajonay y pudimos ver el bosque de laurisilva que se abría a un lado y otro de la carretera. En un punto empezamos a ver el valle y allá abajo, entre montañas, el mar. Dejamos a la izquierda un restaurante parador obra de César Manrique y bajamos por la empinada pendiente. Las casas lucen entre las laderas que han sido acondicionadas para las plantaciones. Abajo en la playa nos bañamos en el Charcón del Conde, pequeña cala de arena negra y rocas que impiden que entre el agua con muchas olas. Me dicen que es ésta la zona principal de turismo en La Gomera y debe ser cierto por el número de apartamentos que podemos ver en este punto y a lo largo de la zona de playas.


La subida hace que se note aún más la diferencia de altitud entre el mar, cero metros, y el punto más alto de la carretera que calculo no estar a menos de mil. Retrocedemos dejando a un lado a Chipude y ya en la cumbre nos detenemos en la Laguna Grande, lugar habilitado en medio de los árboles como lugar de esparcimiento aunque no de acampada, ni caravanas, ni vivacs. Desde aquí a cosa de un kilómetro está el Alto de Garajonay con unos 1.480 metros de altitud que es el punto más alto de la isla. Un amable guarda me informa que la laurisilva del parque tiene muchas especies, creo recordar que no menos de veinticinco. El sitio está muy bien para venir con bocadillos y refrescos aunque hay un bar restaurante para quienes vengan sin nada.


Bajamos por Alajeró y esta carretera nos recuerda por su aridez que estamos en el sur de la isla. Laderas y barrancos desnudos con palmeras de las que se extrae la savia para hacer la rica miel de palma. Pasamos por el aeropuerto y llegamos al hotel en donde, tras una ducha reparadora, me encontré sin buscarlos con cuatro o cinco pajarillos.



Te deseo y un buen y que seas feliz.

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