Se contentan los jugadores actuales con ir sumando puntos, mientras que en la tángara se jugaba a las perras; ya ves que nosotros éramos más peseteros. El juego era sencillo y para gente habilidosa: se ponía de pie la piedra, algo así como una cuarta de largo, y encima cada jugador colocaba las perras gordas o las pesetas acordadas, (una perra gorda era diez céntimos de la peseta); se hacía, frente a la piedra y a distancia prudencial, una raya en el suelo y hacia aquí tiraba cada uno su teje para ver el orden de salida en el juego; y luego mirando a la piedra levantada y a las apetecibles monedas encima cada uno lanzaba. La piedra, tocada por las lajas, terminaba por caer y desparramaba a su alrededor las perras o pesetas que cada quien cogía según que estuviese más cerca del teje suyo que del de los demás.
En el parque
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La tángara es a la petanca lo que la lotería es al bingo. En las casas terreras de Schamann no era raro ver a grupos de mujeres con los cartones de lotería en el suelo marcando los números que alguien cantaba. Era una lotería de andar por casa sin grandes pretensiones ni locales acondicionados para ella. No sé si se jugaba o no a las perras pero las posibles pérdidas si las habían no eran motivo de desesperación, y para las ganancias las buenas gentes contaban más bien con los sorteos de los ciegos y los cupones de las carreras de galgos. Recuerdo eso sí que en la ladera de Schamann, por donde subía y bajaba la guagua, medio escondidos entre los matos se reunían hombres y mujeres a jugar a la lotería, posiblemente con dinero por medio.
Te deseo un buen día.
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