martes, 8 de abril de 2008

De la tángara a la petanca

Hola a todos. Estoy por creer que la petanca nació de la tángara. Estoy seguro que en aquellos lejanos tiempos de mi juventud algún turista galo venido a Canarias nos vio jugando y llevó a su tierra el germen del juego. Claro que como los franceses son muy suyos nuestro turista no sólo cambió el nombre de este nuevo deporte sino que hasta las lajas que nosotros lanzábamos las convirtió en bolas metálicas de más de medio kilo. Y por si fuera poco la piedra que poníamos de pie y que teníamos que derribar la sustituyeron por un pequeño boliche de madera que sirve de referencia para los lanzamientos.


Se contentan los jugadores actuales con ir sumando puntos, mientras que en la tángara se jugaba a las perras; ya ves que nosotros éramos más peseteros. El juego era sencillo y para gente habilidosa: se ponía de pie la piedra, algo así como una cuarta de largo, y encima cada jugador colocaba las perras gordas o las pesetas acordadas, (una perra gorda era diez céntimos de la peseta); se hacía, frente a la piedra y a distancia prudencial, una raya en el suelo y hacia aquí tiraba cada uno su teje para ver el orden de salida en el juego; y luego mirando a la piedra levantada y a las apetecibles monedas encima cada uno lanzaba. La piedra, tocada por las lajas, terminaba por caer y desparramaba a su alrededor las perras o pesetas que cada quien cogía según que estuviese más cerca del teje suyo que del de los demás.



En el parque Buenavista cada tarde de lunes a viernes se reune un buen número de aficionados y aficionadas a la petanca quienes pasan al aire libre alrededor de tres horas yendo y viniendo mientras afinan la puntería para acercar su bola al boliche, o para alejar la de un contrincante con un certero disparo. Es como un paseo continuado que se da en un recorrido de unos veinte metros que es, a ojo de buen cubero, la distancia del campo, mientras conversan los jugadores entre sí o con los amigos que apostados ven las jugadas. Debe ser un juego o deporte interesante por la afición que despierta habiendo Federación de jugadores de Petanca y competiciones varias.





La tángara es a la petanca lo que la lotería es al bingo. En las casas terreras de Schamann no era raro ver a grupos de mujeres con los cartones de lotería en el suelo marcando los números que alguien cantaba. Era una lotería de andar por casa sin grandes pretensiones ni locales acondicionados para ella. No sé si se jugaba o no a las perras pero las posibles pérdidas si las habían no eran motivo de desesperación, y para las ganancias las buenas gentes contaban más bien con los sorteos de los ciegos y los cupones de las carreras de galgos. Recuerdo eso sí que en la ladera de Schamann, por donde subía y bajaba la guagua, medio escondidos entre los matos se reunían hombres y mujeres a jugar a la lotería, posiblemente con dinero por medio.



Te deseo un buen día.

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