lunes, 28 de julio de 2008

Buenos maestros

Hola a todos. Cuando comencé mi andadura laboral en DISA con catorce añitos recién cumplidos no sabía yo hacer una o con un canuto caña. Así que mis recién conocidos compañeros tuvieron que hacer de buenos maestros para que aprendiera los rudimentos de los trabajos en una oficina, ya sabes: pasar el paño a las mesas, cambiar el agua a las escupideras, rellenar los tinteros, poner timbres (no los que suenan sino los que se pegaban en las facturas), etc. Eran buena gente y tuvieron grandes dosis de santa paciencia. No voy a citar a todos sino a unos pocos y que me perdonen los demás para los que también va mi cariño. Recuerdo a tres, por cercanía, que cogieron caminos distintos: Santiago Hernández, vislumbró el mundo, vio que cruzar el 'charco' para echarse fuera del aislamiento que nos supone la isla era necesario, y optó por pedir traslado a Madrid, y allá se fue pudiendo hacer realidad sus sueños de recorrer mundo; José del Pino tuvo su definitivo encuentro muy pronto con la muerte y murió en el entreacto de una jornada laboral, en horas del almuerzo, siendo joven y dejando viuda y dos hijos; Félix Reyes estuvo con nosotros mucho tiempo aunque no viviera lo suficiente para poder jubilarse, ya que una cruel enfermedad se lo llevó con los mejores.


Porque Félix Reyes era de lo mejor. Excelente compañero, como magnífico padre de familia. En el trabajo estaba siempre dispuesto a transmitir cuanto sabía porque no quería quedarse para él solo su facultad de improvisar y de mejorar los procedimientos. En las salidas que hacíamos en grupo era el buen padre no sólo para sus hijos, sino para el resto de chiquillos que teníamos quienes íbamos con él y con su mujer Carmelina. Eran, los dos, el alma del equipo en aquellos memorables turnos de quince días que pasábamos en la residencia de Educación y Descanso en Santa Brígida. O en los períodos de vacaciones -sobre todo los de las Semana Santa- en que alquilábamos apartamentos en el Sur. En éstos, acostumbrábamos a coger uno más que pagábamos entre todos y que nos servían de lugar de reunión para tomarnos los 'pizcos' y jugar a las cartas o al domino. No faltaban sus hermanos, Paco y Adolfo, a los que mando desde aquí un fuerte saludo por los buenos ratos que me hicieron entre todos pasar.








El buen humor y las trastadas del amigo Félix Reyes que se contagiaban a cuantos le rodeaban, eran por todos conocidos. Recuerdo cuando a Lolita, (¿ya te lo conté anteriormente?), que era la mujer de limpieza en la oficina, le puso una caja -en la que se subía a descolgar su bata- con la abertura hacia arriba y por poco se mata; o cuando quitaba el condumio de dentro de algún bocadillo y ponía en su lugar papel secante; o cuando a algún compañero que estuviera haciendo la mili le cosía el gorro del uniforme militar con una grapadora. Recuerdo un buen día en que fui con Reyes, sus hermanos y, compañeros -Manolo Betancor, Yoyo y otros- a un bar en Guanarteme después del partido de fútbol que ellos jugaban en Las Canteras por la Císer. Creo honradamente que fue el día en que yo he reído con más ganas. Bromas, jugarretas y chistes, antes, durante y después del almuerzo hacían imposible que yo pudiese contener las lágrimas que van unidas a la risa. En su tiempo libre y durante muchos años, Félix Reyes se dedicó a la Lucha Canaria (Pollo de los Arenales, le llamaban) en la que destacó como buen luchador.


Recuerdo todo esto leyendo el poema que me hace llegar el amigo y compañero Fernando escrito por él con el alma:


Amigo

Los recuerdos siguen vivos,
siguen latiendo emociones
y vuelven las sensaciones
de otros tiempos. Los amigos

que fueron y se esfumaron
son solo un leve recuerdo
en el que yo ya me pierdo.
Los olvidé y me olvidaron.

De todos, uno, en grandeza,
era el amigo que quieres,
en la alegría, en la tristeza;

en su amistad no había leyes,
era un hombre de una pieza.
Se llamaba Félix Reyes.




Fernando Hernández.
28 noviembre 2006.


Te deseo un buen día.

2 comentarios:

Anónimo dijo...

Hola Angel buenos días, soy David "de tu ex-curro jejeje" antes que nada darte la enhorabuena por tu blog que lo abro de vez en cuando y me pongo al día de tus vivencias; y agradecerte las palabras tan bonitas que escribiste sobre mi padre, muchas gracias. Un saludo y a ver si nos vemos un día. David.

Anónimo dijo...

Angel soy David otra vez, que me despisté antes, cuando mi padre luchaba le llamaban "el pollo de los Arenales" porque como tú sabes el vivía por allí de joven. Un saludo y gracias nuevamente.