jueves, 3 de julio de 2008

La fuente

Secreto (Saulo Torón)

Porque voy callado
me dicen las gentes
que soy reservado.

¡Malhaya mi suerte
¿Qué quieren que diga
si nadie me entiende?

Hola a todos. Saqué a Pancho en horas de la noche. El día había sido desapacible, aunque era principios del verano, con un viento cargado de humedad. Cuando salimos no había amainado y no se estaba muy a gusto en el parque. Las pocas personas que aún permanecían en él hablando en círculo con los perritos atados con sus correas, se despidieron, y cada cual tomó su camino. Me vi solo con Pancho y seguimos dando el paseo. Recorrimos el césped en donde le gusta correr y nos encaminamos hacia la parte en donde se encuentra la fuente. Las altas palmeras mecían sus ramas como abanicos en manos de gigantes. Las copas de los árboles se movían en todas direcciones poniendo encajes de luz y sombras al tapar alternativamente las farolas. En el centro del círculo, a la luz de los faros instalados en el fondo del estanque, un único chorro de agua sube con fuerza a poca altura, y luego baja como si de una cabellera de plata se tratara. El estanque es circular, recién puesto para dejar menor sitio con el agua, y a su alrededor continúan estando las ocho puntas de la estrella que formaba el conjunto de la antigua fuente. Es una fuente sencilla, sin cantería y sin más adorno que las ocho puntas. Pienso que quedaría preciosa con flores plantadas en el lugar dejado por el agua, donde han colocado piedrecitas blancas. A mí me gusta la fuente porque es la que está en el barrio y el sonido y el juego del agua me da la bienvenida casi siempre que vengo al parque. Porque no siempre, ignoro la razón, está la fuente en funcionamiento. Y me da pena verla mustia, entonces, pidiendo el agua que la hace estar fresca.

Te deseo un buen día.

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